La política internacional está llena de altas dosis de ironía y cinismo. Basta recordar aquel famoso “Comité de No Intervención”, en 1936, creado para garantizar que ninguna potencia metería sus manos en la guerra civil en España y sin embargo terminó precisamente en lo contrario, permitió a Italia y Alemania armar a Franco y al mismo tiempo ahogó a la República. Como no recordar el sacrificio de Checoslovaquia por Francia e Inglaterra en Munich, 1939, auspiciado por el Primer Ministro Neville Chamberlain a nombre de la paz, pero que condujo a todo lo contrario, a la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, no tienen nada de extrañas las elevadas temperaturas de ironía y cinismo en la conformación de ese grupo de países que, como si fuera una burla, se denomina “Comisión de amigos de Venezuela”. Jamás en la historia de las relaciones internacionales de nuestro país hubo mayor ironía, salvo cuando “árbitros amigos”, en 1899, nos impusieron el laudo que amputó la Guayana Esequiba al territorio nacional. ¿Amigos? Con excepción de Brasil, ¿qué clase de amigos son los gobiernos de España, México y Estados Unidos?
Del gobierno del señor José María Arnal, ni que se diga. ¿Quién puede confiar en este señor, cuya política está en el último peldaño de la derecha europea? Su intromisión descarada en respaldo al gobierno neofascista y usurpador del 12 de abril llegó a provocar una vigorosa protesta de los diputados de Bélgica en el Parlamento de la Unión Europeo , entre ellos la diputada federal Karine Lalieux : “No solamente me asombra la declaración del Sr. Arnal, sino que la encuentro totalmente desubicada. Ha avalado un golpe de Estado.”, dijo.
En cuanto al gobierno de México basta recordar que el Sr. Castañeda, hasta hace poco canciller y ahora asesor en política exterior del Sr. George W. Bush, se identificó públicamente con las fórmulas de los escuálidos. Más recientemente, el Sr. Fox dio declaraciones sobre la situación venezolana sin el más mínimo respeto por la autodeterminación y no ingerencia en los asuntos internos de cada Nación, principios que fueron siempre tradicionales en la política internacional de México y ahora de capa caída bajo la presión de Washington.
Otro miembro de este insólito “club de amigos” es el gobierno del Sr. George W. Bush, cuya activa participación en el golpe de Estado del 11 de abril es un hecho conocido. Las declaraciones hostiles abierta y repetidas veces formuladas por los más altos funcionarios del gobierno norteamericano contra el Presidente Chávez y el financiamiento de la conspiración a través de fundaciones encubiertas del Departamento de Estado, lo inhabilitan totalmente. Para nadie es un secreto que los representantes del Sr. Bush en la “Comisión de Países Amigos” harán todo cuanto esté a su alcance y más allá para promover toda suerte de “soluciones” dirigidas a liquidar la revolución bolivariana y desestabilizar al Presidente Chávez.
Una “Comisión de Países Amigos” con una mayoría de gobiernos abiertamente enemigos de la joven revolucionaria bolivariana sólo tiene sentido como una fórmula manejada por Washington para tutelar el proceso político venezolano de acuerdo a sus peculiares intereses. Sería bueno repetir a todo el mundo la advertencia del Presidente Chávez: Venezuela es una nación soberana e independiente. Ningún país ni grupo de países puede atribuirse el derecho de imponer decisión alguna por encima y en contra de la voluntad de los venezolanos y las venezolanas.