El festín de Baltazar y el rentismo petrolero

De nuevo se pone de moda el rentismo petrolero. Cada vez que la economía da traspiés y entra en crisis aguda, el chivo expiatorio es el rentismo petrolero. Cuando la economía está avante (vacas gordas), lubricada por el aceite de las divisas del petróleo, nadie se acuerda del rentismo petrolero. Pero, si el chorro rentista deja de fluir (vacas flacas), entonces el rentismo petrolero, igual que la mujer adúltera en el judaísmo o el islam, es apedreado. ¡Maldito rentismo petrolero!

Decir, se acabó el rentismo petrolero es una incongruencia, es tanto como decir, se acabó la renta de la tierra que, provenga de la superficie o del subsuelo, siempre estará allí. ¡Ese no es problema! Mientras haya petróleo, habrá rentismo petrolero. El problema está en el uso que se le da. En tal sentido, desde hace muchos años en el país existen dos propuestas:

Una, la de Alberto Adriani, cuyo enunciado es: sembrar el petróleo. Y durante 80 años ha sido adoptada por todos los gobiernos. Los resultados están a la vista.

Otra, la de Juan Pablo Pérez Alfonso, que si sabía de esas cosas, cuyo enunciado dice, el petróleo no se puede sembrar lo que se riega con petróleo se seca. Las divisas del petróleo son órdenes de compra de cosas extrañas al país. Durante 80 años se ha demostrado que el petróleo no se puede sembrar. Esa larga experiencia ¿No será por fin suficiente para desistir del empeño? Pérez Alfonso decía: "el petróleo debe ser usado como una alcancía, de la cual se saca sólo en caso de urgencia lo que se necesita, por cuanto tiene el problema que no se puede renovar lo que se saca." Elemental, es un recurso no renovable.

Con el calificativo, "festín de Baltazar" se ha designado el uso que de las divisas del petróleo han hecho los gobiernos. En 1936 en el diario Ahora, Uslar Pietri escribió con ese título, lo siguiente: "¿Hasta cuándo podrá durar este festín? Hasta que dure el auge de la explotación petrolera. El día en que ella disminuya o decaiga, si continuamos en las condiciones actuales, habrá sonado para Venezuela el momento de una de las más pavorosas catástrofes económicas y sociales." Todo estaba dicho, advertido, pronosticado. Estamos frente a la más pavorosa catástrofe económica y social.

Los gobiernos habidos en 80 años han hecho un festín de las divisas recibidas por el rentismo petrolero. Entre los más notables, el de Carlos Andrés Pérez (primer gobierno), que no sólo despilfarró las divisas recibidas. Como le parecieron pocas, elevó la deuda externa de 9.500 millones a 25 mil millones de dólares. En la toma de posesión como presidente, a Luis Herrera Campins le sirvió para decir: "recibo un país hipotecado". Con todo y lo hipotecado, Luis Herrera adoptó la tesis de sembrar el petróleo con parecidos resultados a los de los gobiernos anteriores. A tal extremo llegó el desequilibrio económico, que culminó su mandato con el llamado viernes negro, al devaluar la moneda de 4,30 a 14,00 Bs por US$. Los gobiernos que lo sucedieron, adoptaron la devaluación como norma, que condujo a la catastrófica situación creada por Chávez y Maduro, con cinco referencias monetarias. Errores de la Cuarta República que los chavistas detestan, pero, los ponen en práctica. ¡De esa agua no beberé! La devaluación es la reconocida fórmula de fabricar pobres. No hay dos gobiernos que se parezcan más: el de Carlos Andrés Pérez y el de Chávez, éste, para emular a su maestro, llevó la deuda pública de 38 mil millones a 240 mil millones de dólares

No ocurre igual con los gobiernos del Nuevo Ideal Nacional - Carlos Delgado Chalbaud, Suárez Flamerich y Marcos Pérez Jiménez - únicos gobiernos que con mayor eficiencia cumplieron la acariciada tesis de sembrar el petróleo, por cuanto en breve espacio de tiempo y con un presupuesto disminuido, frente a la magnitud de los ingresos percibidos por los gobiernos posteriores, realizaron la mayor obra de infraestructura construida en el país en toda su historia y sin deuda externa. Obras de gran trascendencia e impacto económico y social que le cambiaron la fachada rural al país, y lo enrumbaron hacia la modernidad. El plan habitacional, planificado por arquitectos de renombre, que se realizó durante el gobierno del Nuevo Ideal Nacional, no ha sido superado por gobiernos posteriores.

En el gobierno de Jaime Lusinchi la acusación contra el rentismo petrolero alcanzó ribetes de tragedia y se anunció para Venezuela el fin de la era petrolera. Era necesario volver al campo, cultivar la tierra como alternativa a la debacle petrolera. El discurso oficialista alentó en todo el país una ola de compradores de fincas, parcelas, áreas de tierra en las zonas rurales. Era la fórmula para huir del fin de la era del petróleo. Los citadinos ofrecían precios por encima del valor local de la tierra. Los campesinos entusiasmados vendían sus pequeñas fincas para irse a la ciudad. Para esos años me desempeñaba como Secretario Ejecutivo de FECCAVEN (Federación de Cooperativas de Caficultores de Venezuela)[1], con sede en Barquisimeto. En las reuniones de las cooperativas y por medio del periódico gremialista, Rescate, realizamos la campaña de convencer a los caficultores de no vender, de permanecer en el campo, de conservar la raigambre campesina que constituye su mejor patrimonio. Irse a la ciudad con todos los macundales y la quimera de una vida mejor, no es lo mismo que irse a la ciudad a buscar trabajo, como obrero, pero, con la querencia campesina como retaguardia por si las cosas no salen bien. ¡Qué paradoja! Mientras los "avispados" citadinos huían al campo, los "desinformados" campesinos veían la oportunidad de irse a la ciudad con buen dinero, producto del precio elevado recibido por la finca o parcela. Médicos, ingenieros, abogados, empleados públicos, profesores, gandoleros, curas, taxistas, todo el que disponía de unos ahorros, se fue a perseguir el vellocino de oro del regreso al campo, a rescatar la tradición agropecuaria, ante el fin de la era petrolera.

¿A qué obedecía la campaña de fin del rentismo petrolero y la enaltecedora necesidad de volver al campo? Obedecía a la preparación sicológica de la población para que asimilara el plan neoliberal que estaba cocinando Carlos Andrés Pérez y su asesor "paquetico Rodríguez", de privatizaciones y entre ellas, la industria petrolera. Las grandes dificultades para renegociar la deuda externa, que confrontó Lusinchi, era el pretexto para privatizar la industria petrolera y demás empresas del Estado. La crisis creada por la implementación del neoliberalismo condujo a la caída del gobierno adeco/católico/copeyano, de cuarenta años.

El gobierno de Chávez como alternativa al neoliberalismo se inaugura con el discurso del desarrollo endógeno, adornado con la, diversificación de la economía ¡les suena! eran las palabrejas de moda, figuraban en los discursos del chavismo, y resonaban en el "Alo Presidente". Pero, una vez que el barril de petróleo comienza a escalar precios, hasta colocarse en 100 US$, en promedio, el desarrollo endógeno y la diversificación de la economía, desaparecen del discurso político y son remplazados por proyectos que encajan en el festín de Baltazar, como, por ejemplo, la descontaminación del río Guaire para hacer útiles sus aguas a proyectos turísticos de balnearios en el centro de Caracas y ahorrar el viaje a las playas del litoral, de tal manera que los habitantes en cualquier momento del día podían darse un chapuzón en las cristalinas, inodoras aguas del río poblado de peces, sin necesidad de hacer "colas sabrosas". O el demencial plan habitacional en pueblos y ciudades, sobresaturadas de población y urbanismos surgidos al capricho de los urbanizadores y con la complicidad de las autoridades corruptas, además del utilitarismo de los servicios (acueductos, cloacas, etc.). Plan habitacional que soluciona un problema: vivienda, pero, desata mil, entre ellos el suministro de agua y el deterioro de los beneficios que disfruta la MAYORÍA APOSENTADA, cuya inversión se ve amenazada por la pérdida de servicios (León Moraria, Demencial plan habitacional y falta de agua, http://www.aporrea.org/actualidad/a221488.html).

Planes y misiones como la venta de empandas de tazón y arepas rellenas; la misión Nevado; la misión felicidad; la misión el buen vivir; la misión conuco; sólo para citar algunas. ¿Con esas singularidades se puede desarrollar la economía del país? ¿Con elevar los ministros del gabinete a más de 35, se avanza en el desarrollo económico del país? Es inconcebible un gobierno dedicado a esas minucias, en lugar de presentar planes de desarrollo para ser llevados a la extensión de 914.000 kilómetros cuadrados, más los 600 mil del área marítima. ¿Se puede desarrollar la economía con propuestas de conuquero, buhonero, arañero que pervivían en Chávez? ¿De qué sirve ser un país rico en variedad de recursos naturales? Habría que aceptar lo afirmado por el diputado y jefe de la fracción del PSUV (Rodríguez) - "No se puede desarrollar la economía en un país de analfabetos".

Pregunta ¿El problema de la vivienda no existía al comienzo del gobierno chavista, no formaba parte de la herencia de la funesta Cuarta República? ¡Claro que existía! Pero el gobierno no tenía la urgencia y premura que le ha atribuido en los últimos años. Pasaron doce años para que la vivienda ocupara interés electorero. Igual ocurrió con la Ley del Trabajo ¿A qué se debe el cambio de actitud? Se debe a la pérdida de entusiasmo de las mayorías nacionales golpeadas por las equivocadas políticas económicas y el aumento de la pobreza que trajo como contraparte el lamentable crecimiento de la votación en la MUD. Para contrarrestar la pérdida de entusiasmo de las mayorías nacionales, era necesario inventar un plan con mayores ventajas de manipulación sobre la masa electoral. Nada mejor que la misión vivienda. Sin embargo, las elecciones del 6 de diciembre pasado, demostraron que el entusiasmo de las mayorías nacionales por el chavismo había entrado en crisis terminal a pesar del plan habitacional. Los cientos de miles de casas construidas, amobladas y regaladas, no elevaron el entusiasmo ni contuvieron la avalancha de votos en contra del chavismo (abstencionismo y voto nulo).Predominó el resentimiento ciudadano, por las indignantes colas "sabrosas", por la escasez y carestía de los alimentos de la dieta diaria, por los salarios de hambre que no compensan la inflación de 300%, por el aumento de la pobreza, en fin, por el desastre en que se encuentra sumergido el país. La lista de fracasos en los planes del gobierno, es muy larga: fracaso en la reforma agraria; fracaso en la salud; fracaso en la educación; fracaso en el cooperativismo; fracaso en el desarrollo de la industria petrolera; fracaso en la agricultura; fracaso en la industrialización; fracaso en el funcionamiento de industrias nacionalizadas (Sidor, Alcasa, Petroquímica, agroindustria). Fracasos que se reflejan en el discurso de Maduro, ministros y diputados, cuando intentan defender la gestión de 17 años y para ello declaran por medio de un Decreto Ejecutivo el estado de emergencia de la economía nacional. Y lo anuncian con el caradurismo de elogios al fracasado gobierno de Chávez. ¿Cómo es eso? ¿Cómo declarar en emergencia la economía luego de los "extraordinarios éxitos" de 14 años del gobierno de Chávez? ¡No puede ser! ¿Quién entiende ese galimatías? Tan extraordinarios éxitos lo hicieron merecedor al título de "comandante eterno" y en reconocimiento, el féretro permanece guardado en panteón especial.

El festín de Baltazar, una vez más sirvió para alimentar el desquiciamiento del gobierno de Chávez. Hoy, a los venezolanos nos corresponde recoger los escombros del modelo económico fracasado y ante la mirada absorta del país y el mundo, transportar el cadáver de la económica nacional, asesinada por el populismo y demagogia, para enterrarlo en el cementerio del rentismo petrolero.

Se cumple el pronóstico de Juan Pablo Pérez Alfonso, "el petróleo no se puede sembrar". Y el de Uslar Pietri, "El día en que ella (la explotación petrolera) disminuya o decaiga, si continuamos en las condiciones actuales, habrá sonado para Venezuela el momento de una de las más pavorosas catástrofes económicas y sociales." La estamos padeciendo.

El festín de Baltazar, una vez más, cumple su ciclo. El lenguaje que el chavismo puso de moda: desarrollo endógeno, ayudas, subsidios, dádivas (caridad, limosnas), importaciones, corrupción, son remplazadas por tres conceptos: diversificación de la economía, sustitución de importaciones y rentismo petrolero. Lenguaje que tiene su origen en el fracaso económico y se vuelve lugar común cuando el chorro de las divisas petroleras disminuye. De lo contrario el festín de Baltazar seguiría.

El chavismo en la voz del presidente Maduro habla de recuperar la economía, pero, no dice ¿Cómo? Si cuando tuvieron todo a favor: Asamblea Constituyente; emotividad de las mayorías nacionales; unanimidad en la Asamblea Nacional; 1 billón 500 mil millones de dólares; más los créditos que elevaron la deuda a 240 mil millones de dólares ¡fracasaron! ¿Qué pueden hacer ahora con las arcas vacías, sin ingreso de divisas, con el compromiso de pago de la deuda para este año de 14 mil millones de dólares, sin el entusiasmo de las mayorías nacionales, con la Asamblea Nacional dominada por la MUD, junto a la parálisis de la industria nacional y demás empresas del Estado?

Los gobiernos habidos en los últimos 55 años, han intentado desarrollar la tesis de sembrar el petróleo y han fracasado en el intento. Lo cual confirma la veracidad de la tesis de Juan Pablo Pérez Alfonso, el petróleo no se puede sembrar, lo que se riega con petróleo se seca. La varita mágica de la renta petrolera, en mano de los gobiernos de turno, igual que en los actos de magia, ha creado espejismos: el ilusionismo de una economía subsidiada, ficticia, irreal, quimérica, fantasiosa, fruto de la imaginación del gobernante de turno y la credulidad (candor) de las mayorías nacionales adormecidas por los cantos de sirena o los cuentos de calleja. El socialismo no tiene nada que ver con el chavismo fracasado, adocenado.

 


 

[1] FECCAVEN es la organización cooperativa más grande habida en Venezuela. Estaba formada por ocho cooperativas en diez entidades federales, con 200 Uniones de Usuarios de Crédito, 13 caficultores afiliados a las cooperativas y producción de 300 mil quintales de café. La implementación del neoliberalismo decretó su muerte, ejecutada por el chavismo por la liquidación de toda la estructura económica creada por los caficultores, formada por 35 PACCAS, 8 cooperativas y Foncafé como organismo coordinador. Estructura económica que surgió por la eliminación del intermediario en 1974, lo cual trajo un cambio en las relaciones de comercialización y abrió la época de mayor crecimiento de la caficultura nacional al elevar la producción de 800 mil quintales (46 Kg) a 1 millón 600 mil quintales (1992). Con la destrucción, por el chavismo, de esa estructura económica, vino la quiebra de la caficultura nacional. En las zonas caficultoras de Los Andes, los cafetales fueron arrancados y las tierras dedicadas al cultivo de hortalizas o ganadería. Hoy Venezuela es importadora de café para el consumo nacional.



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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