Lo intrascendente del Código Da Vinci

La Humanidad o alguna de las “Humanidades”, vive de envanecerse de apariencias, mentiras e invenciones sin fundamento. Así como se ponen fervientes i adoradoras de hombres pasajeros, convertidos en dioses o héroes, por ejemplo en el Fútbol, de igual manera sucede con algunos escritores. Por eso, el descomunal éxitos de los autores como J.J.Benítez, Pablo Coello, el del Señor de los Anillos o la autora de H. Potter, libros convertidos en alucinantes “best seller”, sellos favoritos de multitudes un tanto superficiales o hasta irracionales, perdiendo tiempo en lecturas que a la larga no le dejan nada, ningún conocimiento, ninguna verdad que atesorar, ninguna muestra de talento creador, como en la verdadera literatura. Toda mi vida, hasta hoi, cuando la salud me lo permite, repaso las librerías de mi ciudad por lo menos dos veces a la semana i mi gran debilidad es no poder contenerme ante un buen libro, por costoso que sea; empero, también toda la vida he sabido escoger i mostrarme indiferente ante esa “literatura” barata de ficciones estúpidas.

Desde mui joven, cuando estudiaba fin del bachillerto i los años de medicina, ya daba clases en liceos i colegios particulares de Educación Artística, iniciando a otros en el dibujo i la pintura i en la Historia del Arte, actividad que siempre he practicado i estudiado, hasta llegar a ser el fundador de la cátedra de Historia del Arte en la Escuela de Letras, de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Zulia, con estudios previos por dos años en la vieja Europa. Por eso, si algún artista conozco bien; tengo varias interesantes biografías; he visto su obra en los museos i tuve en suerte el ver la Mona Lisa desde mui cerca (apenas un cordón rojo i dorado por delante) i mi admiración por Leonardo de Vinci, el genio más universal que haya existido, me llevó a ponerle el nombre de Leonardo al primero de mis hijos.

Su pintura i su obra creadora de múltiples facetas, la he conocido a profundidad i terminando los estudios de medicina, en el Paraninfo donde poco después nos graduaríamos, tuve, al igual que los compañeros de la época, la oportunidad de ver una muestra interesantísima, traída por la Embajada de Italia, de 40 inventos de Leonardo en formidables maquetas i cuyo catálogo conservo. I también es cierto, que en dos ocasiones visité el sitio en Milán, donde está la Santa Cena, pintada para el testaferro de Santa María delle Grazie en 1494-1497. Bastante deteriorada por culpa de la técnica pictórica que inventó el genio en esa ocasión i donde las reproducciones me recuerdan la imagen que observé directamente. Mientras veo en estos libros que hoi causan sensación i estremecen al mundo por la multitud de falsedades que encierran, observo que lo menos que hacen es estudiar seriamente sus pinturas, su técnica, su composición, sus alcances i genialidades como el célebre “sfumato” o el “típico paisaje leonardino” o leer los disparates que se dicen sobre la célebre Gioconda; como hace años, escuché a unos nuevos ricos discutir, porque a uno le gustaba más la Mona Lisa i al otro la Gioconda. Ahora, desde la aparición del CÓDIGO DA VINCI de Dan Brown, del cual se han publicado unos 44 millones de ejemplares i enriquecido descomunalmente a su autor, han seguido otros libros, un diccionario, etc., hasta llegar al cine con una película que, por solamente los “tráiles” que vi en Internet, no me molesto en verla, pese a que los cines casi revientan de público.

Sobre la vida i obra de Leonardo Da Vinci, existen obras maravillosas, desde las que son biografía simples o noveladas, las que enfocan los aspectos técnicos i estéticos, hasta los que pueden empezar a especular sobre lo que no puede hablar con propiedad, como la obra de Michael J. Gelb, PENSAR COMO DA VINCI. Para mi parecer i el de muchos grandes autores que he estudiado, la cumbre de la pintura universal está conformada por dos grandes pintores: Velásquez i Rembrandt; el más grande artista de todos los tiempos, escultor primeramente, pero también pintor, arquitecto i poeta, se llamó Miguel Ángel Bounarroti; pero el más universal de todos, el que colmó pintura, arquitectura, mecánica, invenciones (puentes, tanques de guerra, barcos de doble casco, máquinas acuñadora de monedas, paracaídas, vuelos, etc.), fue sin duda Leonardo Da Vinci, con cuyas obras la especulación ha llegado al colmo de creerle homosexual, que no lo fue, sino para los intoxicados de psicoanálisis, sin ser médicos especialistas. I es precisamente que, por ser un hombre de mil facetas creativas, zurdo i con una escritura singular en sentido contrario, con conocimientos anatómicos profundos, con investigaciones adelantadas a su tiempo; fue el primero en dibujar i hacer saber la posición del feto en el vientre materno, i el mostrar anatomía antes que el mismo Vesalio, se presta para especular e inventar mentiras cuando ya fallecido hace siglos, no puede defenderse ni existen familiares directos, a no ser los grandes escritores de arte, pues no hai obra sobre pintura o estética universal, que no mencione en lugar de honor, la obra de este genio del Renacimiento i de toda la historia. Por esto, cuando al hojear el Código Da Vinci, leer comentarios, intercambiar ideas con amigos, llegué a la conclusión de que ese libro no tenía ningún interés artístico, sino ideas religiosas cataclísmicas como le gusta a la gente común, inmiscuirse en la vida ajena; supe también que solamente a los religiosos dogmáticos les podría incomodar, pues una persona religiosa sensata, tomaría la misma actitud mía, cuando no creo en religiones. “Todas –repìto con Russell- son falsas i nocivas”. Por cierto que, leí en el diario PANORAMA i lo recorté, un artículo de un curioso colega que es médico cirujano, pero doctorado en Teología i que con más conocimientos que quien escribe, en religión, que no en arte, comparto muchas de su críticas a un libro que realmente es de mui poco valor. Es intranscendente. Todo lo que se quiera inventar i especular sobre la vida de Cristo, es posible, puesto que lo sabido históricamente sobre este personaje, hombre i dios, (lo que no admitía Tertuliano ni Orígenes) es apenas un 21%, ya que se dice que el 79% es absolutamente desconocido i además, que los Evangelios no son documentos históricos sino relatos de tradiciones orales. Por eso, muchas personas, la gran mayoría, analfabetos culturales aun que hayan pasado por universidades, les llama poderosamente la atención estos temas que, tratados con suprema calidad literaria, como lo hace Saramago, el grandioso Premio Nóbel de Literatura de Portugal en EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO el relato es maravillosamente encantador, feliz, lleno de hermosura literaria, no despertando pasiones encontradas entre los lectores ni ofender a nadie. La obra de Saramago, es prodigiosamente literaria i creativa; el CÓDIGO DA VINCI, es un ensarte de contradicciones i mentiras.

Por eso en la televisión i en la radio, se deberían hacer tertulias culturales como las que un grupo (algunos ya lamentablemente fallecidos) hacíamos en casa del poeta Manuel Martínez Acuña, para orientar a la gente sobre los buenos libros, sean científicos o sean literarios. Es lamentable que muchos no lean las obras de Hawking, de Sagan, de Saramago, de Benedetti, de Antonio Machado, de Tagore, de Sábato o de muchos buenos escritores nacionales, mientras se apasionan por estos sellos favoritos, netamente comerciales. I si de novelas se trata, allí están obras detectivesca de calidad como las de Ágata Christie o la que recomienda Roberto Malaver i Encontrate PALINURO DE MÉXICO otras distinguidas con el Premio “Rómulo Gallegos” o las de “nuestro” Premio Nóbel García Márquez. Por mi parte creo que, a quien se le de DON QUIJOTE DE LA MANCHA PARA LEER, I NO HA ESCUCHADO COMENTARIOS I EL RESALTE DE SU MARAVILLOSO CONTENIDO, SE CANSARÁ i LO ABANDONARÁ. La cultura, como el mismo lenguaje, es una adquisición cultural. Hai que leer mucho sí, pero orientado, porque desde el siglo pasado la misma UNESCO demostró, que el mejor lector del mundo, capaz de leer 400 páginas por día, está dejando sin leer más de un millón de páginas en el mismo tiempo. Actualmente, la comparación se debe haber cuadruplicado. Hai mui buena literatura en el mundo, i especialmente en poesía o prosa poética, para que se pierda el tiempo con obras como el Código Da Vinci i sus “derivados”.



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Roberto Jiménez Maggiolo


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