El estado Bolívar se ha puesto de moda últimamente. Primero, por el motor minero y el plan del Arco Minero del Orinoco que, aparte de profundizar el modelo rentístico y extractivista, traerá consigo los efectos que este tipo de actividades, desarrolladas de manera abrupta, improvisada y descontrolada, genera: polución de nuestro ambiente e incremento de la violencia, legal e ilegal, para el control del mercado. En segundo lugar, por el caso de los mineros desaparecidos en Tumeremo ocurrido durante la primera semana del mes en curso. No voy a hacer comentarios sobre el primer evento que escapa en mucho de los temas de los que usualmente me ocupo. Tampoco me referiré al segundo, al menos no directamente, ya que las investigaciones se encuentran en pleno desarrollo y de seguro todo está por escribirse sobre este lamentable hecho.
Solo quiero compartir algunos indicios que nos sugieren que estas desapariciones forman parte del paisaje habitual del estado Bolívar, donde la violencia es el caldo de cultivo en el que la muerte es lo cotidiano. Analicemos los datos disponibles sobre la violencia delictiva en este estado.
En 2010 la tasa nacional de homicidios, según datos del CICPC, era de 38,79 y aumentó al año siguiente a 47,84. En esos dos años el estado Bolívar estuvo por encima del promedio nacional, en 2010 tuvo una tasa de 39,68 y en 2011 una de 53,27. Ocupando ese último año el sexto lugar entre los estados con mayores tasas de homicidio, después del Distrito Capital (90,84), Miranda (77,91), Vargas (67,96), Carabobo (64,59) y Aragua (53,56).
Pero esta situación no es reciente, cuando se analizan las estadísticas delictivas del CICPC entre 1993 y 2011 puede apreciarse como Bolívar se encuentra por encima de los promedios nacionales en delitos violentos, específicamente en homicidios (+134%), robos (+214%), violaciones (+228%) y resistencia a la autoridad (+207%).
En 2012 aproximadamente un 60,8% de los delitos totales registrados en Bolívar por el CICPC fueron violentos, en contraste con el promedio nacional que fue de un 49%. Ese año hubo unos 156 casos de personas desaparecidas lo que posiciona al mencionado estado en el séptimo lugar, después del Distrito Capital (346), Carabobo (320), Miranda (252), Aragua (221), Anzoátegui (183) y Zulia (167), entre los estados con mayor número de casos de este tipo. Si se estudia la tasa por estado de este fenómeno delictivo Bolívar conservaría su séptima posición (ahora junto al estado Mérida), con una tasa de 9,4 casos de personas desaparecidas por cada 100.000 habitantes (precedido por el Distrito Capital 16; Monagas 14,4; Carabobo y Yaracuy 13,6 c/u; Vargas 13,5; Aragua 12,6 y Anzoátegui 11,7).
Finalmente, para completar el cuadro de la violencia en Bolívar, según el Informe Anual 2015 del Ministerio Público, este estado ocupa el segundo lugar de casos de muertes por intervención de los cuerpos de seguridad del Estado, al menos de los que tienen la etiqueta circunstancial de "OLP"; posición adquirida tanto por cantidad de casos (49) como por la tasa por cien mil habitantes (2,8). El deshonroso primer lugar lo tiene el Estado Carabobo (con 84 casos y una tasa 3,4).
Cuando vemos en perspectiva esta información lo ocurrido en Tumeremo eran ya muertes anunciadas.
Bolívar, que triste lo que han hecho con la moneda que lleva tu nombre, que doloroso el abandono y la desidia en las que han tenido sumergido al estado con el que pretendieron homenajearte, que tiene tantos recursos naturales y riquezas, pero a la vez tanta desigualdad, violencia y muerte. Mientras tanto, unos pocos se siguen llenando la boca con tu nombre y los bolsillos con el oro, el coltán, los diamantes, la bauxita, el aluminio, el hierro y demás minerales de sus tierras.
Publicado originalmente en Contrapunto.com