Si los venezolanos y venezolanas seguimos, como sociedad, como lo hemos hecho ininterrumpidamente desde 1958, este año, o más probable el año próximo, iremos a nuestro segundo revocatorio presidencial, existiendo altísimas probabilidades para la revocación del mandato del Presidente Maduro, un Presidente, que bueno es recordar accedió a la Primera Magistratura anta la muerte física sobrevenida del Comandante Chávez. De efectuarse, y perderse, el revocatorio el año que viene, el Presidente Maduro pasará a la historia como el primer Presidente sobrevenido que es destituido mediante un mecanismo constitucional, es decir que a pesar de haber gozado del apoyo del "designador", Hugo Chávez, y del apoyo del chavismo no logró cumplir con el legado del fundador y líder supremo de la Revolución Bolivariana, pero gracias a la vigencia de una Constitución, en esta ocasión a la de 1999, la destitución se efectuará de manera pacífica como es el anhelo de la mayoría del país. El carácter de Presidente sobrevenido lo comparte hasta ahora el Presidente Maduro con otros dos venezolanos, ya en descanso eterno: Eleazar López Contreras y Ramón J. Velásquez. Bueno es recordar similitudes y diferencias para contextualizar el presente. Mientras con Eleazar López Contreras, el Presidente Maduro comparte su sobrevenida a la Presidencia por la designación de su antecesor, Juan Vicente Gómez aquel diciembre de 1935, se diferencia de este en, al menos tres circunstancias, nada despreciables sobre todo desde la perspectiva actual. En primer lugar, López Contreras era militar y además el segundo jefe militar del país, después de Gómez (¿Padrino López?). En segundo lugar, López Contreras se "preparó" mental y gerencialmente para asumir la Presidencia que intuía podía sobrevenirle ante la prolongada agonía de Gómez. De esta preparación dan cuenta entre otros hechos las numerosas instituciones que bajo su gobierno dieron formalidad al Estado Petrolero, institucionalizando así el rentismo petrolero ya concebido en el gobierno de su predecesor y además dirigió la transición hacia las primeras formas democráticas del país. Lamentablemente en el presente hay una clara escasez del liderazgo requerido para sacar al país del rentismo petrolero. Y en tercer lugar hay una diferencia entre la sobrevenida de López Contreras y Maduro, quizás la más importante y desgraciadamente hoy ignorada por nuestros intelectuales políticos, académicos, militares, empresariales, etc., que se refiere a que mientras a López Contreras el futuro le deparaba ingresos petroleros seguros y crecientes, a Maduro el futuro le depara incertidumbre en el aporte del excremento del Diablo, petrodólares, para seguir manteniendo el Estado Rentista Petrolero, montado por Gómez y López Contreras y después fortalecido por Rómulo Betancourt y el mismísimo Chávez, quien a pesar de estar consciente de lo agotado y perjudicial del rentismo no pudo entromparlo. En esta falla estructural del chavismo, de no lograr revertir la dinámica rentística está la siembra del fracaso de Maduro, a quien hay que excusar de no estar preparado pues él no estaba, como dicen algunos, ni siquiera dentro de los cuatro primeros candidatos a suceder a Chávez. Ojalá el Presidente Maduro pueda tener conciencia histórica para ver en qué momento y cómo accedió a la Presidencia sobrevenida y si su coraje de político se lo permite pueda enfrentar la inevitable: el colapso, no del proyecto bolivariano, no por Dios, sino el del rentismo petrolero. De aceptar esta reflexión y actuar en correspondencia con ella, podría el Presidente Maduro entrar a la historia empleando su aun enorme poder formal, el de Presidente del país, y no de una partecita de esta, para designar a un Vicepresidente (¿Aristóbulo?) que termine el mandato, en el supuesto que se de el revocatorio el año que viene y además lo pierda, que sea capaz políticamente de liderar un consenso para conducir hacia una Venezuela post rentista. Para ser honesto conmigo mismo y no caerme a mentiras, no veo, por ahora, ni la disposición ni el coraje para que tanto de uno y otros lados del espectro ideológico institucional y político del país, Iglesia, militares y empresarios incluidos, asuman este reto. Sin embargo, sorpresa nos da la vida.
Finalmente puede ser útil comparar la Presidencia sobrevenida de Maduro con la de Ramón J. Velásquez, ambas realizadas dentro del formato de democracia y planteadas como única salida para salir del factor que las "elites" consideran que es el factor principal de la crisis: El Presidente. Aún están vivas en la memoria colectiva las torceduras leguleyas que adecos, copeyanos, empresarios, masistas y otros actores consensuaron para sacar de la Presidencia a CAP. Creían los Amos del Valle, con la complacencia militar e incluso de EEUU, que sacando a CAP el país se tranquilizaría y los parásitos acapadores de la renta petrolera podía seguir con la guachafita. Ramón J. Velásquez, muy amigo por cierto de CAP, salió del banco a pitchear para continuar el juego de los votos. No había Vicepresidente y Ramón J. Velásquez si bien nunca se preparó formalmente para ser Presidente pero sus gigantescas cualidades de ciudadano amigo de todos le permitieron salvar el juego, pudiendo ser recordado por el primer Presidente que empezó a desmontar el rentismo petrolero con la implantación del IVA. Maduro también ya está lamentablemente pasando a la historia, a despecho del chavismo, como el iniciador de la restauración neoliberal: aumento de precios según lo pidan los empresarios, entrega del Arco Minero y Zonas Económicas Especiales, entre otras acciones que desdicen de su origen obrero y su verbalismo revolucionario.
Dependerá pues la prolongación de la manguangua petrolera del próximo sobrevenido. Oremos porque este sea capaz de sembrar esperanza para lograr un consenso pacífico y que el colapso rentístico que vive el país no se lleve por los cachos a esta democracia que hemos construido, con todos los defectos, pero que hoy podemos enorgullecernos de ella como vía para superar las dificultades. Basta este orgullo viendo el caso de Brasil y al guerra civil de Colombia.