La movilización popular es en primer lugar la expresión de la conciencia de un pueblo, es decir la comprensión de la realidad que le toca enfrentar, de cuál es la causa que debe defender y cuál el camino que debe seguir o construir. La movilización también es una demostración de fuerza moral, más aun si esta se desarrolla en medio de situaciones difíciles como la que atravesábamos, que logra contagiar positivamente a los sectores de la población molestos, confundidos o desesperados, con razón, frente a las adversidades.
El pueblo en lucha tiene diversas formas de movilizarse, la marcha en la calle; la toma cultural, deportiva y pinta de murales; la asamblea popular; la visita casa por casa, entre muchas otras. En nuestra coyuntura, los ejercicios para la defensa nacional, la ocupación productiva y la organización para la distribución de alimentos también han sido una forma de movilizarnos.
La mejor forma de retomar la iniciativa política para una fuerza revolucionaria en coyunturas complejas, es desde la movilización permanente de sus fuerzas organizadas, siempre con el objetivo de reunificar y expandir las misma, basado en la convicción de que estamos defendiendo una idea justa, en nuestro caso, el Socialismo Bolivariano de Chávez, basado en la Independencia Nacional, la democracia participativa y protagónica, la paz y la recuperación de la prosperidad social mediante la transformación del modelo económico.
En estos 6 meses del año que transcurren, hemos visto como el pueblo bolivariano convocado a rebelión democrática por el compañero Presidente Maduro, de menos a más ha ganado las calles con la alegría y firmeza de centenares de miles de hombres, mujeres y jóvenes; se organizó en los Comites Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) para disputarle al Capital y sus mafias la distribución de los alimentos y se volcó en una hermosa demostración de mística al exitoso Plan de los 100 días de la Agricultura Urbana, entre otras múltiples formas de defender la Patria. ¡Gloria al bravo pueblo!
En contraste, vemos a las fuerzas contrarrevolucionarias que tras el embriago de su victoria electoral el 6 de diciembre de 2015 y sus prepotentes amenazas del 5 de enero de 2016, al instalarse como mayoría en la Asamblea Nacional, han constatado que el malestar del pueblo por las condiciones económicas que atravesamos, en la cual ellos tiene bastante responsabilidad, no se traduce en fuerza orgánica para concretar sus objetivos de poner fin a la revolución bolivariana y desaparecer al Chavismo. La respuesta a ese fenómeno es clara, la dirigencia contrarrevolucionaria no tiene un proyecto ético, justo ni un liderazgo políticamente honesto que enamore a las grandes mayorías populares. La imposibilidad de convocar a grandes movilizaciones, los ha llevado al desespero y por eso activan los mecanismos de agresión e intervención internacional contra Venezuela y los focos de violencia callejera dirigidos por un irresponsable e inmaduro gobernador que está obligado, constitucionalmente, a ser garante del orden público y la paz.
La movilización popular patriótica y la firmeza democrática de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y del resto de organismos de seguridad pública ha logrado neutralizar los planes de llevarnos a una guerra civil, por parte de quienes han demostrado que quieren restaurar el poder excluyente de las elites, aún a costa de la destrucción de nuestra Patria. Dios mediante, no lo lograrán nunca.
En este sentido la iniciativa de diálogo del Presidente Maduro, boicoteada por las disputas internas en el seno de la contrarrevolución, es un espacio valido para vacunarnos contra los demonios de la violencia y proteger a nuestro pueblo de sus nefastas consecuencias. No obstante, debemos decir que lo imprescindible para ganar la paz es continuar en hermosa movilización patriótica como pueblo libre y sabio que somos. Pueblo que los invito, de nuevo, a escuchar a través de Mabel Cabrera en: https://youtu.be/rV2LTnMiCV4
Compatriotas no bajemos la guardia, sigamos en marcha con creatividad, con alegría, con la moral en alto para que mañana, parafraseando a nuestro Padre Bolívar, podamos decir de nuevo, somos invictos en Carabobo. Así será.