“Hay un placer en la locura
que sólo los locos conocen”
John Dryden
I
“Los libros de este iconoclasta rompen record de venta” anuncia la editorial, en la presentación de Domingo Alberto Rangel; i ciertamente, aunque algunos de sus libros han podido ser buenos o aceptables, como aquel de LA OLIGARQUÍA DEL DINERO, o la biografía de Juan Vicente Gómez (aunque con errores históricos i literarios), otros que no quiero nombrar, son pobres o mediocres porque no escapan a un rencor partidista casi metido en sus genes, por ser un eterno marginado o desconocido para la bandada adeca de tiempos atrás, cuyo tufo resume en muchos de sus escritos que, en los últimos años, lo presentan como un tanto desvariado en sus ideas o pensamientos. Nadie más que él, puede conocer que forma intelectual toma su manera de escribir, para producir obras como este pobre libro titulado MIRANDA EN LA PATRAÑA, su más reciente desvarío o muestra de alienación. I es verdad, Miranda como los libertadores i la gesta de la independencia, son una patraña, una mentira, un engaño o un mito, para este iconoclasta que se introduce en nuestra historia, con el veneno que desde joven, le proporcionó su nefasto partido blanco. De manera que, este “rompedor de imágenes”, acaso con mentalidad del siglo VIII donde nace el concepto, aunque la palabra trasciende del griego, siente placer en hacerse notar como un patrañero que no tiene prurito en tratar de enlodar imágenes (pues imposible romperlas) de personajes como Francisco de Miranda, Simón Bolívar i muchos otros héroes guerreros i cívicos. De manera que la patraña (busquen el término en el diccionario de la DRAE) no es de Miranda i su época, sino de la mente de este político, economista i luchador frustrado, porque Acción Democrática le desconoció sus méritos juveniles i lo condenó al “exilio interno” en la Venezuela del siglo XX, para que llegara al siglo XXI como el mediocre iconoclasta que es, pero tiene garantizada su libertad de expresión, i escribe.
Empieza diciendo que “Francisco de Miranda es, con Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, uno de los héroes por antonomasia de Venezuela”. Como siempre, se olvida a Urdaneta, el segundo hombre de la Independencia (de principio a fin de la gesta, i más allá), aunque de seguido argumenta que de esa trípode, es el menos venezolano, pese a haber nacido en Caracas i dedicar su vida a preparar la independencia. Aquí, incurre de principio en error, al conceptuar la nacionalidad, i luego en decir que “preparó la independencia”. Haberla deseado, hacer intentos libertarios fracasados i haber fracasado por lo mismo que el autor resalta, el estar lejano al pueblo venezolano, i refrendado esto por un armisticio poco consultado, ante un bárbaro como Monteverde que se sabía no iba a cumplir sus términos, no es preparar la independencia i el historiador debe medir o sopesar bien los términos o palabras que usa. Además agrega de principio que “Quien hacia 1790 hablara de Venezuela, evocaba a Miranda” es falso i es no situarse en la época; piensa eso, en la realidad del presente con una vida planetaria, pero está mui lejos de aquel ayer, aunque esa intrucción la titula, EL HÉROE MENOS VENEZOLANO.
Sin embargo, en su narración fallida i contradictoria, pinta a Miranda como simplemente “un aventurero común” buscador de favores, reconocimientos i naturalmente ayuda económica, pero cuando en ese capítulo titulado ENTRE ISLEÑOS Y GALLEGOS, i aparece un personaje de éstos que protagonizan su “historia o biografía”, que es un tal Alfoncito quien no está con Páez, pero critica i jode a Bolívar, se convierte en Carlos Alfonso que levanta un dedo acusador contra Bolívar, señalando (Alfoncito i Dominguito) que “BOLÍVAR EN 1812,CUANDO PONE A MIRANDA EN MANOS DEL ENEMIGO O CONTRIBUYE A PONERLO, SE IDENTIFICA CON LOS TRAIDORES”. I más adelante agrega: “PERO ENTREGAR AL PRECURSOR, ES UN RESBALÓN MORAL QUE NO PUEDE PERDONARSE NI OLVIDARSE”. De comienzo, pues, inicia el “enlodamiento” del Libertador, ya que es imposible “romper” su imagen ni desconocer su obra, aunque sea para referirse al menos venezolano de nuestros héroes: Miranda.
Luego, líneas más allá, habla de estas “realidades cada vez más menguadas y sórdidas” que debían cabalgar en MITOS. Dice: “PAEZ UNE ENTONCES EL MITO DE BOLÍVAR CON EL MITO DE MIRANDA, O CONVIERTE A MIRANDA, VÍCTIMA DE BOLIVAR, EN AGENTE O ADORNO DEL NACIENTE MITO BOLIVARIANO”.
Ya después de esto, pensé no seguir leyendo el libro, porque presagia lo que va a venir o la patraña neuronal que tiene Domingo Alberto Rangel en su cerebro. Los capítulos que siguen sobre Miranda permiten pensar cómo es que este autor, lee la historia. Los historiadores no tienen ni veracidad ni fuentes de historia; la historia se escribe como nos da la gana o simplemente para transformar la realidad documental i otros testimonios, i el lector a su vez la interpreta como le da la gana también. En otras palabras, la historia no existe. Por eso a Domingo Alberto, cuya foto nos muestra una cara jurásica (en la solapa de la portada) encuentra en Miranda un aventurero desorientado, cínico, burlador o vividor que para aquellos primeros años en el exterior, no hace nada útil, sino viajar i posiblemente parrandear, al punto de que, siendo embajador en Rusia, al autor se pregunta cómo llegó a ello, este audaz i la explicación para traspasar la Sublime Puerta es afirmar que “MIRANDA SIMULA SER UN CONSPIRADOR CONTRA EL ZAR O LA ZARINA DE TODAS LAS RUSIAS”. Engañando además con su presentación en inglés, de ser un poderoso caballero de Sur América. Los capítulos que siguen lo dejo a los pocos lectores que lo leerán, en los cuales, mutilando la historia, Miranda ni siguiera participa en la guerra de independencia de los Estados Unidos i en Francia es más dandy que soldado. El causante de que nosotros nos sintamos orgullosos de nuestra gesta libertadora i de nuestros héroes, es sencillamente obra del tirano ilustrado Guzmán Blanco. Nos “inyectó” el MITO. En su segundo gobierno, desde 1880, Guzmán quiere que los venezolanos discutan sobre “los próceres de la independencia, para que todo no sea, en cuanto a ello culto e idolatría”, pero es para reforzar solapadamente ese culto e idolatría, como ayuda con los símbolos patrios, el himno, la moneda, etc. I Guzmán también, quiere que todo se inicie con Miranda. Así se llega a saber que Miranda “fue casi una ficha de Inglaterra” i que “la capital británica fue el ombligo de las aventuras de Miranda, de quien hace notar que, en 1770 INICIA SU CARRERA DE CONSPIRADOR”.
Es por eso que este hombre sin ideales, sino un “viva la pepa” del pasado, no cree en nada, utiliza las libras de esterlina que le obsequia Catalina la Grande para “hacer milagros” i sabiendo que en Europa se decide todo, no quiere abandonar el continente i, cuando pasados los treinta años i empieza a verse canas (aunque las tapaba con pelucas blancas i debió ser quizá un antecesor de la blancura adeca), piensa que todo no es tan fácil como arrancarse una cana, pues no ceja “en su propósito de libertar la América”. Sin embargo, como lo afirma más adelante, “EMPIEZA A FUNCIONAR SU CEREBRO ESTRATÉGICO, NO SU CONCIENCIA IDEOLÓGICA O SU SER MORAL”. Cuando la narración del autor, toca algún punto que le huele a política, hace unos retrocesos o unos avances, un tanto incordinados, i habla entonces de los tiempos actuales, del sanguinario Francisco Franco Bahamonde, de Eduardo Machado, de la Unión Soviética i otras patrañas de su cerebro reblandecido i su cráneo fosilizado. Habla de las volteretas de los países, de los palafreneros del régimen, de los que sirven a potencias extranjeras i acaba refiriéndose a la causas por la que en 1960 funda una esporulación de AD, el partido MIR, rememorando en una reunión caraqueña, el que Miranda trajo sus consigna i forjó su pensamiento en Londres i París. Entonces, en el capítulo de PARIS ES LA REVOLUCIÓN, habla desordenadamente de algunos pasajes, para destacar que en aquel proceso (en el cual parece no estuvo Miranda) se acata la voz de Camilo Desmoulins, derriban la Bastilla el 14 de julio de 1789 i allí se parte la historia universal, pero con heroínas como Jacqueline la verdulera, Ivonne la prostituta, Therese la portera, como damas rectoras de Francia, que alternaban con hombres como Mirabeau i Marat. “Lo de París es inusitado” recalca. I mientras Miranda, que se me parece al cardenal Fabrizio del Duongo de la CARTUJA DE PARMA, la mejor novela universal según Balzac pero escrita por Sthendal, lo que hace es leer e ir de turista a la Cámara de los Comunas, mientras en París ha nacido “UN PODER POPULAR: LA CHUSMA”. Resumiendo, de todo aquello, de sus conversaciones con Wellintong en Inglaterra, pensando en la independencia de América, observando las alianzas europeas, etc., Miranda experimenta “UN PÁNICO DE PESIMISMO” a pesar de ser siempre, el optimista Francisco de Miranda. Aquello era puro bochinche (por eso aplica esa palabra en Venezuela), pues para los intereses de Inglaterra (i Miranda era su adorador) esta revolución parisina o de Francia, “ERA DONDE LAS PROSTITUTAS SON MARISCALAS Y LOS PORTEROS SE DESDOBLAN EN MAGISTRADOS”.
De Miranda nos cuesta creer cómo llegó su nombre al Arco del Triunfo de la Plaza de L’etoile, pues según el patrañero, “LA OBRA MAESTRA DEL MIRANDINO ES LA INTRIGA DE ANTESALA” i cuando se preguntaba ¿Quién soy?, sufría de un espejismo glorioso, pues “LLEGAN A CREERSE, POR LO GENERAL, QUE ELLOS MISMOS SON MUCHO MÁS GRANDES DE LO QUE SON EN REALIDAD”. Domingo Alberto debe haber leído alguna biografía resumida para niños, i lo demás lo ha inventado él. Fijémonos por ejemplo; dice que “FRANCISCO DE MIRANTDA ES HIJO DE VENEZUELA EN LO PERSONAL, PERO ES HECHURA DE FRANCIA EN LO ESPIRITUAL”, olvidando haber afirmado que era una “ficha” de Inglaterra pero comenzando el capítulo (o el aparte, pues no usa capítulos) con estas consideraciones, cuyos rasgos lógicos del lenguaje son contradictorios. “LOS RASGOS FUNDAMENTALES DE LA PERSONALIDAD DE MIRANDA, AUDACIA TÁCTICA Y MODERACIÓN IDEOLÓGICA, RESALTARÁN EN LOS DÍAS DE SU ESTADÍA EN PARÍS, LOS MÁS GRANDIOSOS DE SU VIDA”. Ha “biografiado” a Miranda como un aventurero, sin ideología, sin metas, con estrategia de intriga de antesala, con pasión de carbonario, como conspirador (i hasta sicario) i luego pone la audacia de aventurero como “audacia táctica”, con moderación “ideológica” i resalta los días en París, como los MAS GRANDIOSOS, mientras ha estado de vago leyendo i yendo a la Cámara de los Comunes a buscar noticias o a jalar bolas. No participó en nada con las verduleras, prostitutas i porteras, en esa Revolución de la Chusma. Realmente DAR está loco, como Miranda es un girondino loco para quien hasta la gesta libertadora i sus héroes son un mito. Miranda i Bolivar son dos mitos "que sirven para construir patria” o también, “dos mitos que han mantenido la arquitectura política de Venezuela”. Sin embargo esto no basta, Miranda es en realidad una paradoja, aunque confieso que no sé lo que quiere decir con esto, o si Domingo Alberto ha leído alguna vez algo sobre las paradojas. Eso lo dice porque, “VIÓ EL DÍA EN UNA CIUDAD DE LA ZONA TÓRRIDA, PERO HA VIVIDO EL GRUESO DE SUS AÑOS EN LAS ZONAS TEMPLADAS DEL ORBE. VUELVE A SUS PAGOS (¿?) NO COMO PEREGRINO QUE RENUNCIA A LOS VIAJES, SINO COMO INVASOR. MAÑANA PODRÍA ABRIRSE UN HUECO DONDE CAIGAN SUS RESTOS” (¡!) Los hombres que habían acompañado a Miranda el invasor, eran sencillamente una gentuza casi criminal i por ello los corianos i otros lugareños huyeron espantados. Sus acompañantes en la empresa eran principalmente holgazanes del puerto de Nueva York, caudillos de bares i pocos muchachos buenos i su comandante un aventurero invasor. ¡Jamás nadie se había atrevido a conceptuar así, al Precursor Francisco de Miranda! Por eso expone que, ya desde el viaje en alta mar, Miranda había experimentado los temores del fracaso. Por eso mismo, el autor iconoclasta de oficio, se pregunta ¿ADONDE VA QUIÉN COMO ÉL NO TIENE PATRIA, SI JUSTAMENTE LA FAENA DE SU VIDA ES CREAR UNA? Fijémoslo en lo contradictorio de esto; se trata de un aventurero sin rumbo durante más de treinta años fuera del terruño que lo vio nacer, no tiene patria, pero “la faena de su vida es crear una”. La vida de Miranda es la aventura de un “dandy” oportunista i aprovechador, cuya “obra maestra es la intriga de antesala”, mas la “faena de su vida” es construir una patria. Esto me recuerda esta sentencia de Shakespeare: “El loco se cree cuerdo, mientras el cuerdo reconoce que no es sino un loco”.
Para rematar estas ideas contra Miranda, el “historiador” o escritor político, asume que el personaje no sería acogido con benevolencia en muchos otros países, agregando líneas después, “QUE DETRÁS DEL PERSEGUIDO SE VE A UN CONSPIRADOR CONSUETUDINARIO O A UN AMOTINADOR YA CONSUMADO”. Comete su obra hasta errores de imprenta, cuando repiten algunas páginas, pero los produce también el escritor cuando quiere adornar como metáforas sin sentido (porque aunque sea metáfora, exige acuerdo con la realidad) i el aventurero, que tiene carisma, virtudes, defectos e ilusiones, “en el mástil más alto aterrizan las gaviotas y en la quilla juguetean las olas”.
Empero, es tanto el rencor que DAR tiene contra el precursor Miranda que, hasta el idioma critica. Sin son ni ton, pone al aventurero mirando con el catalejo a las costas i dice en francés “Saint-Dominique…” i luego continuar:”SOBRE EL VIEJO CASTELLANO DE SUS PADRES HA DESLIZADO ESTA LENGUA POSTIZA”. Entonces considera que “el que ha musitado esas palabras ¿NO HA PASADO TREINTA AÑOS DE SU VIDA EN PAÍSES DONDE SE HABLA EL FRANCÉS Y EL INGLÉS? A lo cual replico: ¿I es que quiere que no hablara esos idiomas? Parece que no, porque cree que las lenguas como el traje, cambian según las circunstancias. Luego, i finalizo aquí esta parte, apunta: “HA LLEGADO LA HORA CON LA CUAL SOÑÓ DURANTE DECENIOS”. (Otra conceptuación contradictoria) “ALLÁ, EN AQUELLA CEJA DE PLAYA, ESTÁ TU AMÉRICA, LA QUE REZA A JESUCRISTO, CONSULTA A LOS ASTROS Y HABLA ESPAÑOL” como diría un poeta que tu no conocerás. Obviamente en este rincón “literario” hai errores como el “tu” que subrayo que debería ser “su” i del poeta que no conocerá Miranda, “PERO COMO TÚ SE FORMARÁ EN PARÍS, AUNQUE NO ARRIESGARÁ COMO TÚ, LA VIDA”. Son mezclas de ideas o palabras, de errores neuronales por la edad, que no le impide pretender, seguir siendo “un joven iconoclasta” que nos asombre o nos alarme.
(Continuará)