A Aristóbulo, en reconocimiento a su capacidad de diálogo.
En marzo de 2014 se celebró la “La conferencia nacional de paz” auspiciada y convocada por el Presidente Nicolás Maduro. Fue un encuentro donde participaron empresarios, gobernadores, alcaldes, periodistas y dirigentes políticos de la oposición agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática –MUD-. Se redujo a un dialogo entre fuerzas antagónicas que no tuvo ningún resultado para el país. Hoy, se pretende repetir la misma experiencia con nuevos condicionamientos, los mismos protagonistas, renovadas expectativas y el riesgo de caer en los mismos errores porque se trata de un dialogo condicionado, ajeno al país.
En esta oportunidad ese dialogo se presenta como una salida forzada ante una difícil coyuntura económica y política. Se ha recurrido o se ha compartido la intromisión de factores externos para facilitar el encuentro del gobierno y la oposición. Organismos multilaterales y ex presidentes de distintos países aparecen como fieles intérpretes de nuestra realidad sin considerar el papel protagónico de las fuerzas sociales del país. Lo cual le quita a los factores nacionales (partidos políticos, movimientos sociales, empresarios, organizaciones comunitarias y sociales) su papel protagónico para la intermediación social configurándose un nuevo y sublime modelo de injerencia e intervención que suprime de manera casi definitiva el papel del poder popular y nos deja a merced de jugadas políticas de todo signo.
Reconocemos que en política, el dialogo supone un espacio de encuentro para el debate y libre confrontación de ideas para el diseño de políticas públicas y debería conducir a una “negociación” en el sentido más profundo de la acepción. Consideramos que, en este momento que vive el país, el dialogo expresa una necesidad política y social impostergable. El dialogo, en estas circunstancias, no admite condicionamientos, ni reduccionismos que cierren las posibilidades de construir salidas a la grave situación nacional.
Desde esta perspectiva, cualquier espacio para el dialogo nacional no se puede reducir al encuentro forzado o armonioso entre factores antagónicos pues sólo serviría para reforzar la polarización política y profundizar las contradicciones. El diálogo nacional que hoy necesitamos debería representar el encuentro entre todas las fuerzas sociales y políticas con el ánimo de construir alternativas de solución a los problemas económicos y sociales del país. Ese debe ser el acuerdo preliminar que abra el camino para el debate de los grandes temas del país y la defensa de la Soberanía Nacional.
En este momento, no tiene ningún sentido crear falsas expectativas con un dialogo entre el Gobierno Nacional y la Mesa de la Unidad Democrática –MUD- aunque esté auspiciado por connotadas y respetables figuras internacionales. Necesitamos una Mesa Nacional de Dialogo que convoque el país y pueda definir nuevos consensos sociales para reconstruir la Unidad Nacional. Allí, deben expresarse todos los sectores sociales del país incluyendo los empresarios y emprendedores comprometidos con la reactivación de nuestras fuerzas productivas en el marco de unas nuevas relaciones sociales de producción.
Una Mesa Nacional de Dialogo requiere una Agenda Nacional de Dialogo que contemple como prioridad indiscutible los grandes temas económicos del país donde los acuerdos y decisiones comprometan su ejecución por parte de los órganos competentes. Esos temas deberían incluir el contenido de la nueva Agenda Económica Bolivariana y al mismo tiempo abordar 2 “temas puntuales” como: 1.- Políticas de abastecimiento, producción y precios. 2.- Política cambiaria y financiera para la defensa del BOLIVAR como moneda nacional y el poder adquisitivo de la población. Eso significa volver la cara al debate sobre la Soberanía Alimentaria y la Autonomía Financiera.
El dialogo nacional debe incluir a distintos factores políticos. La MUD no representa al país, tampoco lo puede hacer el PSUV, ni siquiera el Gran Polo Patriótico. Es necesario ampliar ese abanico político y social. Si es posible “dialogar” con Ramos Allup, con Jesús Torrealba o Lorenzo Mendoza por qué no hacerlo con el “chavismo critico” y hasta con factores disidentes que pueden brindar aportes para retomar el camino. El dialogo nacional debe servir para reunificar las fuerzas comprometidas en la construcción de la Patria Nueva. El dialogo bilateral con la MUD corre el riesgo de quedarse en una simple negociación política sin trascendencia social.
Una Mesa Nacional de Dialogo debe comprender que el momento histórico exige que todos hablemos en serio y honestamente, dejar a un lado las distracciones pequeñas para asumir el compromiso de construir una Patria donde todos podamos vivir con dignidad.
Si no hay convocatoria amplia a una Mesa Nacional de Dialogo, quedará la sensación colectiva de una negociación tras bastidores… ¿palaciega?... entre cúpulas… ¿podridas?... y el Plan de la Patria quedará como un borroso recuerdo… tiene la palabra el compañero Presidente…
Darío Morandy
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