Han pasado 200 años desde aquel día, donde se consumó de manera fatal el primer gran parricidio de nuestra historia republicana, el cual había comenzado en 1812 cuando Sebastián Francisco de Miranda fue entregado al Reino de España.
Miranda cometió el pecado de soñar en grande Nuestra América, de creer que era posible construir republicas entre hombres iguales y por tanto libres. Miranda apostó a la unión para ser fuertes a favor de la causa humana. Miranda se topó no solo con la Corona y su Santa Inquisición, él y su pensamiento elevado se chocaron con la banalidad y la vacilación de la mayoría del mantuanaje caraqueño que no quería Patria, sólo quería el poder económico, aun a costa de la subordinación política a la metrópolis española.
La decisión de Francisco de Miranda de impulsar una Independencia plena y una sociedad sin castas lo llevó a La Carraca, esa misma decisión condujo a Bolívar, 14 años después de la muerte del Precursor, al destierro en Santa Marta.
Sebastián Francisco concibió y defendió una iidea, por eso nunca se rindió ante propios y extraños, por no renunciar a esa idea es que hoy tenemos República en toda nuestra América. Nuestro continente es el único en este planeta que no tiene gobiernos monárquicos y ese es el legado de un venezolano: Miranda.
Hoy frente a las dificultades que atravesamos, por haber tomado el camino difícil de retomar el proyecto mirandino y bolivariano, que desde siempre ha irritado a los imperios, debemos sacar fuerzas del espíritu rebelde de nuestros padres libertadores, expresada en este pensamiento de Miranda:
¡Amais a vuestra patria! Acariciad este sentimiento constantemente, fortificadlo por todos los medios posibles, porque sólo a su durahación y a su energía deberéis hacer el bien. Los obstáculos para servir a vuestro país son tan numerosos, tan formidables, tan invencibles, llegaré a decir, que sólo el amor por vuestra patria podrá sosteneros en vuestro esfuerzo por su felicidad"
Palabras de advertencia al entrar en el mundo de la política
Un breviario para el joven Bernardo O’Higgins
Londres, 1799
Hoy vacilar antes las dificultades es perdernos, los débiles de siempre comienzan a clamar por una nueva rendición para compartir el poder. A esta altura de nuestra historia, deberían saber que los imperios y el mantuanaje criollo no cumplen los pactos con los pueblos libres. Nos toca, a los bolivarianos y bolivarianas de este tiempo, a los y las chavistas pues, abrazarnos a la idea justa que defendemos: Patria Independiente, para lograr la victoria de la paz y la prosperidad. La Carraca: ¡Nunca más!