Se nos podrá engañar, se nos podrá mentir o manipular a través de la malicia informativa, pero esa malignidad siempre tendrá su muro de contención en la historia la cual nadie ni nada conseguirá torcer. Es el único testigo de excepción con que cuentan los pueblos.
Por eso, afirmamos aquí que democracia en el sentido real está soportada en la participación y el protagonismo del pueblo en el sentido real de la justicia social. Tras ésta fórmula como un hecho singular en la historia de Venezuela, este pueblo ha castigado a sus verdugos. Un pueblo que ha decidido cumplir con su deber frente a todas las campañas de calumnia; un pueblo que está aplicando el castigo que merecen los que sin piedad lo ultrajaron y lo despojaron. Un pueblo que le ha costado más el castigo de sus verdugos, que el trabajo que les ha costado a los verdugos ensangrentarlo durante siglos. Y a veces estamos dados a dejarnos engañar como tantas veces, a dejarnos confundir como tantas veces, a dejarnos arrastrar por falsos sentimentalismos, que no hicieron gala de presencia cuando de verdad pudieron salvar vidas inocentes, cuando de verdad pudieron salvar vidas de hombres indefensos, cuando de verdad pudieron salvar mujeres del ultraje, jóvenes de la muerte, hombres de la destrucción, a un pueblo entero de todos los dolores que instauró el binomio adeco-copeyano, de todas las amarguras, humillaciones y sufrimientos que la violación de los derechos de un pueblo entraña. Cuándo pudieron esos sentimentalismos de que hoy hacen gala ayudar a nuestro pueblo sufrido, no se escucho una voz.
La Revolución ni asesina ni ha asesinado a nadie, sino que castiga los culpables. Y hoy se conoce la Revolución Bolivariana en el ámbito internacional porque está muy convencida de la limpieza y la justicia de sus actos y no los oculta, como lo ocultan los vulgares criminales, porque tenemos nuestra frente alta y limpia y no tenemos que ocultar al mundo las noticias, y porque no hay censura para nadie, ni aun para nuestros peores enemigos. Por eso, día a día se sabe lo que pasa en Venezuela; pero se sabe manipulando la mayor de las veces. Avancemos creciendo. Unámonos cada vez más tras las faenas constructivas, unamos a nuestros pueblos en el esfuerzo creador.
No hay que buscar pretexto en las ambiciones de los demás, en los maltratos que nos han hecho y nos hemos dejado hacer, sino de los que dicen qué debemos hacer para dejar de ser maltratados, qué debemos hacer para dejar de ser débiles, qué debemos hacer para dejar de ser impotentes, qué debemos hacer para ser libres económicamente, sin lo cual no hay libertad política posible. Y eso sólo con esfuerzo y perseverancia lo lograremos, sólo sembrando verdades, sólo uniendo sentimientos, sólo uniendo al pueblo, cada cual en sus fuerzas modestas. No con un egoísmo nacional, sino con un amor por todos los que son iguales que nosotros, por todos los que en Nuestraamérica podemos llamarnos hermanos, por todos los que tienen nuestra propia sangre, por todos los que sienten igual que nosotros, y sin egoísmo ni ambiciones personales. Sólo los ambiciosos, o los que tienen la mente viciada por la vanidad, por la soberbia absurda, sacrifican ideas grandes a ambiciones pequeñas, sacrifican sueños elevados, grandes anhelos, a egoísmos pequeños.
Servidores de estas ideas somos, servidores humildes, servidores honrados, servidores limpios, uniendo y no dividiendo, sembrando más que destruyendo, construyendo con la ayuda de todos juntos, porque hay una verdad irrebatible: sólo unidos lograremos los grandes sueños de Nuestraamérica; sólo unidos los pueblos dentro de cada nación y sólo unidas las naciones entre sí, creando esa conciencia, podremos llevar adelante los propósitos y aspiraciones de los pueblos de América Latina y el Caribe.