No se requiere ser un politólogo experto, ni uno de esos sesudos analistas que viven en Globovisión, para conseguir enormes coincidencias entre la propuesta de elecciones manuales de la oposición venezolana y la estrategia impulsada por la derecha, en los procesos electorales que este año se han llevado a cabo en Costa Rica, Haití, Perú y México.
La descarada parcialización de los medios de comunicación con el candidato que en cada uno de esos países representó los intereses del gobierno norteamericano, es sin lugar a dudas la primera de esas coincidencias. Todos hemos visto como los candidatos opuestos a los mecanismos de integración regional y a lo que despectivamente denominan populismo, se convirtieron en los mimados de unos medios que a través de una fuerte campaña publicitaria intentaron resaltar como positivo la posición de esos candidatos a favor del Consenso de Washington, de los tratados de libre comercio y de las prácticas neoliberales.
La campaña sucia contra el candidato de la izquierda y el intento por crearle una imagen de autócrata, de posible violador de los derechos humanos, de enemigo de la propiedad privada, y de peligroso comunista que podría arruinar la economía del país, fue otra de la líneas de acción que “coincidencialmente” fue puesta en práctica por la derecha de esos cuatro países; obviamente, con la ayuda incondicional de los medios de comunicación.
Ahora, dentro de esas “coincidencias”, el que los cuatro procesos electorales hayan sido manuales y estuviesen plagados de escándalos, protestas y acusaciones de fraude, es quizás el hecho que más ha llamado la atención a la opinión pública mundial, con la lógica excepción de los medios de comunicación de la oposición venezolana que no parecen darse cuenta de “esos pequeños detalles”.
Sería interesante que algún periodista le preguntara a Marcel Granier, su opinión sobre la actitud de unos medios que en Costa en Rica, al más puro estilo de Fox, veinticuatro horas después de haber finalizado las votaciones, anunciaban que Óscar Arias había logrado el 44% de los votos y su opositor, Ottón Solís, el 31%; cuando la realidad era que la diferencia para ese momento apenas si alcanzaba el 0,22% (menos de tres mil votos).
De igual manera, a muchos nos gustaría conocer lo que pueda decir el bobolongo de El Nacional, sobre la semana en la que el Presidente de Haití (René Preval) tuvo que enfrentar todo tipo de triquiñuelas, para evitar que lo obligaran participar en una segunda vuelta, a pesar de obtener más del 56% de los votos. Créanme que no miento cuando afirmo que me gustaría leer en uno de los editoriales de bobolongo, su opinión sobre aquel conteo manual que parecía no tener fin y abría todas las compuertas de la manipulación a unos medios que pujaban por una segunda vuelta, donde intentarían torcer la voluntad popular.
¿Y en Perú? Con encuestas manipuladas y una campaña sucia de terror, intentó la derecha al servicio de los gringos, convencer al pueblo peruano de que un Alan García con pasado de ladrón y violador de derechos humanos, era la opción menos mala para el país. Al final, después de varios días de incertidumbre, el conteo manual le dio la victoria a García por estrecho margen, no sin antes destruir todas las papeletas y decretar más de un millón de votos como… ¡viva el conteo manual de votos!
El último caso es el de México. Como si estuvieran asesorados por Federico Ravel y Patricia Poleo, los medios hicieron el trabajo sucio contra López Obrador y la campaña para declarar ganador al oficialista Felipe Labrador. El fraude está montado, pero la firme posición del candidato de la izquierda y sus seguidores ha obligado a la autoridad electoral a tratar de ganar tiempo mientras consigue una salida conveniente. Mientras tanto, como por arte de magia aparecieron tres millones de votos que estaban perdidos y la supuesta ventaja de 10% se redujo a 0,5 %.
Todas estas experiencias nos sirven para entender lo que pretenden los medios y los políticos proyankis de la derecha venezolana, con su oposición a las elecciones automatizadas. Lamentablemente, para ellos, esa es historia harto conocida y superada en nuestro país. Por años participamos en procesos electorales donde los votos de la izquierda eran anulados o asignados a Acción Democrática y Copei; todos supimos de cómo le robaron las elecciones presidenciales a Luis Beltrán Prieto Figueroa y a Andrés Velásquez. Lo que si llama nuestra atención, es el descaro de unos medios y una oposición que continúan creyéndonos unos pendejos que permitiremos que en este país se vuelva al pasado de elecciones manuales bajo la filosofía betancourista de acta mata voto.