El conocimiento de la historia y de todo aquello que acontezca en nuestra realidad nos permitirá conocer lo que se sucede en América Latina y en el mundo. Nos permitirá entender desde una perspectiva real que en Venezuela, por ejemplo, en relación a los demás países hermanos, y a pesar del boicot y la guerra económica, la situación de muchos pueblos es agobiante para sus moradores. Allí está el ejemplo de Brasil, Argentina, Chile, entre otros en el que los niveles de pobreza crítica cada vez son más insoportables. En necesario entender que históricamente el capitalismo salvaje ya está desfasado y ya no da más para satisfacer las necesidades de los pueblos y tampoco es un sistema de llevar justicia social a los necesitados que cada vez se multiplican más. El mundo no puede estar en manos de las oligarquías, los monopolios, oligopolios, apátridas y paremos de contar.
Nadie nos puede hacer creer que la humanidad pueda preservarse bajos las normas que hoy prevalecen en la economía mundial. El futuro de la Tierra depende de un compromiso global. El camino es largo y duro y el tiempo se está agotando para hacer el recorrido. Justamente, Obama, advirtió que "reconocemos que la amenaza contra el planeta es seria y creciente", tras puntualizar sobre el calentamiento global que "las naciones desarrolladas han causado la mayor parte del daño y debe asumir su responsabilidad". EEUU con el 4% de la población mundial, consume alrededor del 25% de la energía fósil y es el mayor emisor de gases contaminantes del mundo. Entre tanto, las naciones en desarrollo insisten en que la mayor parte de los gases que producen el efecto invernadero provienen del mundo industrializado.
Todavía hay factores poblacionales que no están convencidos de que se trata de una emergencia real e inequívoca. Con el mal llamado progreso del capitalismo salvaje se inició la aniquilación de todas las formas de culturas de los pueblos y se convertiría en factores determinante de todos los desarrollos futuros. La diferencia entre el hombre de Neanderthal o Víctor Hugo (con Los Miserables), o Rómulo Gallegos (con Doña Bárbara), o Gabriel García Márquez (en 100 años de soledad), es la prueba más sencilla de cómo ha evolucionado la humanidad, encasillada en el modelo capitalista. Los cálculos económicos tratan el consumo de los recursos renovables y no renovables como si fueran ingresos y contribuciones al crecimiento. El crecimiento, a su vez, es considerado sinónimo de bienestar económico. El aire, el agua y el suelo se consideran bienes gratuitos, o casi gratuitos, no se reconoce ni se calcula su valor en función de su escasez.
La economía está contenida en un mundo físico y finito. La realidad de la biosfera es dado, sus recursos no se pueden ampliar, su capacidad de absorción no se pueden aumentar y una vez dañada no vuelve a las condiciones iníciales. Ya existe una presión extrema sobre los límites de la biosfera e incluso sobre la capacidad del planeta para sostener la vida. Los umbrales son muchos, la desaparición de la capa de ozono, el cambio climático, entre otros fenómenos naturales, sobre los cuales el capitalismo salvaje se hace la vista gorda.
Hemos insistido, la humanidad (y así lo revela la historia) está seriamente amenazada, está en peligro toda forma de vida sobre la faz de nuestra hermosa Tierra y ese proceso de descomposición es irreversible, pues el mundo no es infinito, es finito y conclusivo, de allí que el único plan b con que cuenta la humanidad es el Socialismo. Este mensaje debe entenderse porque está soportado y avalado en la realidad.