J.V. Gómez 1913-Maduro 2016

En 1913, Juan Vicente Gómez, alegando que el país se enfrentaba a una amenaza de invasión de su compadre Castro, asumió funciones que fueron consideradas inconstitucionales. En octubre de 2106, Maduro, emulando más a Gómez que a Chávez, invoca la guerra económica para saltarse disposiciones constitucionales como la de negarse al ejercicio del derecho al revocatorio que tiene los ciudadanos que le adversan y, por si fuera poco, su partido rechaza convocar a las elecciones de gobernadores alegando la crisis económica. Esta actitud de violar la constitución, o al menos ponerle obstáculos para su cumplimiento (caso revocatorio) no solo evidencia el poco talante democrático de los secuestradores del legado del Comandante Chávez, sino que se complementa tal actitud despreciativa hacia la carta magna con la exhibida por la MUD desde la Asamblea Nacional al desacatar al TSJ en el caso de los diputados de Amazonas. Como dijo una vez Teodoro Petkoff, si lo que dice AD de COPEI es verdad y lo que dice COPEI de AD también es verdad, ninguno de los dos tiene autoridad para gobernar al país.

Hoy cada vez es más evidente que ni el PSUV ni la MUD tienen ni la capacidad ni el apoyo sustantivo para gobernar. Volvamos al pasado para encontrar algunas claves de la tragedia actual. Mientras J.V. Gómez combinó el apoyo de una corte de intelectuales de reconocido prestigio con la creación de un ejército que le era leal, al Presidente Maduro se le hace difícil contar con el apoyo de una intelectualidad que le ayude a manejar la compleja y critica que le toca atender y tan solo descansa su menguante poder en el apoyo de unas fuerzas armadas que cada día se colocan en el dilema de presionar por un cambio pacífico y cumpliendo con la constitución, o terminar de copar todas las instancias del Ejecutivo. Mientras la oposición siga demostrando más odio hacia el pueblo chavista que voluntad y capacidad organizativa para liderar un cambio pacífico, Gómez, digo, Maduro, seguirá gobernando y lo que es peor dando pena ajena como la aberración lingüística esa de los “adolescentes”.

La tragedia actual del país es que de lado y lado lo que hay es una inmensa obscuridad acerca de las soluciones que precisa el país en su coyuntura actual creada por la combinación letal del colapso del rentismo con la ausencia de una elite intelectual más o menos culta.

Dirán lo que dirán de Gómez pero cómo nos hace falta hoy un Gumersindo Torres para que ponga en cintura a las trasnacionales que se están apoderando del Arco Minero del Orinoco. Cómo añoramos tener en la oposición a un Pocaterra o a un Mariano Picón Salas para que ilustren el debate.

Al igual que en 1913, el contexto internacional sigue plagado de conflictos bélicos, esta vez más extendidos que los focalizados conflictos de la Europa previa a la I Guerra Mundial.

El petróleo en 1913 empezaba a entrometerse en la vida venezolana, creando trabajo directa e indirectamente y, sobretodo, aportando dinero para modernizar a los militares choperos y educarlos en Chorrillos o en Panamá, convirtiendo al ejército en el garante del orden, y en particular, de la seguridad de las inversiones de las trasnacionales.

En 2016, el petróleo está en retirada calamitosa y desordenada de la vida venezolana, despertando el país del largo periodo de anestesia que significó el petróleo, tocándole al mismo ejercito fundado por Gómez salvarle las castañas del fuego a un gobierno que no da pie con bola ante el colapso del rentismo petrolero.

Con el próximo show ya en curso, el del Presupuesto 2017, veremos uno de dos escenarios extremos. O sigue sin pasar nada como hasta ahora, con la cohabitación a trompadas verbales de los distintos poderes, en medio de una guerra mediática condimentada con un torneo de insultos y estupideces, o, en el otro extremo, se produce una ruptura constitucional nada extraña en los anales de la historia nacional. Esperemos que el escenario real se dé entre estos dos extremos y surja la sensatez y sobre todo ideas constructivas para salir de este laberinto histórico.

La dependencia del petróleo es tal que todos, aun con los precios bajos, apuestan a que el petróleo suba de los treinta dólares que se colocó como referencia presupuestaria para el 2017. Se anuncia que más del ochenta por ciento provendrá de los impuestos y como estos en su inmensa mayoría los cobra el gobierno nacional, los sueldos de los diputados y buena parte de los recursos de las gobernaciones y alcaldías se alimentan de los trámites que haga la tesorería nacional. ¿Podrán resistir los alzados contra el gobierno y el TSJ la mengua de las transferencias y el situado constitucional? Por lo menos las Alcaldías tienen competencias, que le vienen desde la Colonia, para cobrar impuestos. Esto ya se está viendo en algunos municipios y están subiendo grotescamente las tarifas de varios servicios municipales. Tal tendencia, más allá de la coyuntura presupuestaria, es una señal más del colapso del rentismo petrolero que producirá malestar en la ciudadanía, similar a las molestias, con dolor incluido, que aquejan a los pacientes que despiertan de la anestesia que le aplicaron ante una intervención quirúrgica.

Hoy los venezolanos estamos despertando a la anestesia que significó la inyección de petróleo que nos aplicaron J.V. Gómez, Medina Angarita, Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera y el mismísimo Chávez, cada uno invocando el decreto de octubre de 1829 de El Libertador: las minas (petróleo, oro, coltan) son propiedad de la Nación, es decir de todos los venezolanos, sepan leer o no, sean aristócratas o pata en el suelo.

Ahora, en 2016, tenemos que empezar a pagar impuestos para tener un Estado, que sostenga, entre otros poderes, al militar, pues sin este no hay Estado. Al pagar impuestos nos tornamos más beligerantes y nos sentimos con autoridad moral y política para exigir no solo resultados cónsonos con los impuestos, sino también cuentas claras de lo entregado al erario público.

Lo bueno de eso es que ahora cada vez toleraremos menos como un recién clase media baja o incluso excluido del sistema crediticio, por decir algo, de la noche a la mañana sale construyendo un bunker dentro o fuera del país o accediendo a un crédito para comprar unas miles de hectáreas, sea militar o civil.

A esta inexorable realidad que acompañara el colapso del rentismo petrolero es a lo que le tienen terror los corruptos de lado y lado y por eso se aferran a ver cómo se salvan y hasta que no sientan como lograran este salvoconducto no se van a sentar a negociar. Así que aún falta por ver tanto mediocre hablando o escribiendo tantas pendejadas y soñando con pajaritos preñados.


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Ramón Rosales Linares

Ex Ministro de Producción y Comercio del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías

 rrosaleslinares@gmail.com

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