Mientras el gobierno revolucionario del Presidente Maduro se destaca por hacer de la paz un acto real de conciencia y desarrollo humano para todos. Sus contrarios reunidos en la MUD, continúan invocando el odio sin sentido como armas para confundir, asustar e incentivar a las minorías reaccionarias de la ultra derecha, enajenada y conservadora que allí se agrupan, a tomar el poder por asalto de cualquier forma y a cualquier costo.
En ese sentido en la vario pinta oposición, destaca la imposibilidad para el dialogo, el acuerdo civilizado y el ejercicio democrático que demanda la constitución del 99 y el nuevo Estado Bolivariano con el cual se inauguró la V República. Al respecto hay que destacar que nuestra propuesta revolucionaria en este particular momento es la expresión más elevada de democracia, real y concreta, participativa y protagónica, ya que en su seno se agrupa un pueblo en la calle, superando barreras y dificultades, ocupando todos los espacios, somos Juan Bimba el traicionado, el obviado, el excluido por su origen de clase, el engañado por los viejos partidos del estatus en la 4ta Republica, entreguistas y apátrida. Un pueblo que toma la batuta y avanza a la conquista de su destino con el poder popular y que si bien tiene críticas sobre su gobierno, no permitirá jamás que los apátridas vuelvan.
Hay que reconocer que por su condición y accionar social, la revolución bolivariana es una manera de vivir la vida a plena conciencia y a contracorriente de aquellos que por patria tienen su ego magnificado gracias a los fetiches impuestos por el imperio y sus cachorros domesticados. La revolución es un estadio de perfectibilidad y avance, cuyo opuesto histórico (el capitalismo) combate a sangre y fuego para exterminarlo.
En ese marco referencial se emprende este dialogo por la paz convocado por el Presidente Maduro. Por un lado la revolución calmada y segura de su verdad y por el otro un coro disonante de voces que gritan y no oyen razones, ni de patria ni de alma, encerrado en sus ambiciones de poder que les carcome el alma apostando al abismo de una guerra fratricida que en nada sirve para la construcción de futuro.
Así comiquitos, saltimbanquis, lechuguinos, petrinetes, traidores y desleales, se suman a las disonancias mientras, el pueblo, el hombre libre y luchador, se planta por la patria y la construcción del socialismo único camino a la vida en paz.
Si el dialogo es paz, entonces es hora que los oposicionistas entiendan que en Venezuela hay un pueblo, un estado, un gobierno, que está decidido a ser libre y no lo asusta ni gritos, ni revuelta.
Nosotros seguiremos avanzando rumbo al socialismo bolivariano y con el Presidente Nicolás Maduro hemos de seguir derrotando a la derecha, sus acólitos y neo asociados de Marea Socialista y otros especímenes reconcomidos y auto excluidos del proceso.