En el año 1948, el mismo Pérez Jiménez toma detenido al Presidente Medina, el cual es llevado a la Escuela Militar y recluido con los demás presos. A Isaías le acompañaba la comodidad que le había dado el régimen militar en todos sus años de vida, no iba a complicarla ahora con más muertos; por cierto, no era él quien había iniciado esa matanza. Su vida había sido muy cómoda, jamás había estado en una batalla y era mejor ser un Presidente huido que un Presidente muerto. Cuando el General Eleazar López Contreras, le preguntó a Isaías, que qué había pasado, lo único que éste le respondió, fue: Ahí afuera se están peleando, viendo quien se queda con el rancho.¨. "Pero hay tiros afuera, gente a favor del gobierno". Le replicó López Contreras. Medina mirándolo de reojo: Sí, matándose entre ellos y matando pendejos, ya que tienen tanto miedo, que en todos lados y en todas las esquinas ven enemigos y a todos lados echan plomo. Eleazar, sentándose y estirando sus largas piernas le achacó: Yo le insistí a usted que no legalizara los comunistas; con esa vaina te echaste los curas en contra y a otros. Y, pa´más, estableciste relaciones con China y ahora, zanjas relaciones diplomáticas con la Unión Soviética; usted sí que está loco. Medina, sólo refunfuño: Ujuu... Para sus adentros pensó: La ignorancia es horizontal, no salva, a Curas, Universitarios, Gobernadores, Generales ni a Presidentes". En todo este embrollo de muerte y traición, en los días siguientes sólo hubo un preso, el Teniente Rufo Rosales, el cual fue acusado de asesinato de unos civiles a sangre fría; la red se rompía por la parte más débil. Sin embargo, el uso disparejo y origen de las armas de guerra, jamás fue discutido. Los dos mil muertos del golpe del 18 de octubre del 45, jamás han sido considerados como parte de la violencia creada y promovida por los Estados Unidos en esta América. Estos muertos quedan sólo en nuestras conciencias, ya que para los gringos califican sólo quienes están con ellos. Algunas listas quedan, que debemos recordar, insinuó Buenaventura y mostrando una vieja caja, hizo sacar unos viejos papeles y el libro de Oldman Botello "La revolución de Octubre en Maracay". Tomando el libro, empezó a deletrear nombres: Cesar Betancourt, José Betancourt, Pablo Monsalve, José Pérez Urbina, José Antonio Castillo, Pedro Alcántara Andrade, Tomas Escobar, Pedro Rodríguez, Martin Villegas, Francisco Castillo, Jesús Peña, Anibal Paradisi, Juan Bautista Rodríguez, Andrónico Rojas, Álvarez de Lugo, Juan Leonardo Agreda, José Anselmi, Expedito García, Ramos de Jesús Dávila, Vladimir Killinger, Amado Sequera Amundaray, Evelio Cubillan, Ruperto Doguiz (Doguini), Antonio Ramón González, Fernando Álvarez, José de Rosa, Pablo Manosalva, Carlos Navarro, Luis Martínez, Pedro Rojas, Andrés Anzoátegui, Elpidio Herrera, Juan Camacaro, Federico Daza, Francisco Yépez, Simón Hernández, Ramón García, Ernesto del Vechio, Melesio Sánchez Bello, José María Sánchez, Víctor Núñez. Domingo Campos, Luis Carrillo, Alberto Tovar Pérez y deje de contar; debemos tener cuidado, ya que la historia parece ser cíclica e inmutable.
"Eran más de las nueve de la noche de ese 18 de octubre de 1945, en Maracay, el Cuartel Bolívar, era el último foco de resistencia del gobierno de Medina, estaban rodeados por los carros de combate y los exploradores blindados de la milicia opositora. La aviación había hecho pases sobre el cuartel y lo ametrallaba. Se abrió juego contra la prevención, el soldado-ametrallador fue muerto y el arma silenciada. Continuaban las descargas contra la artillería y ésta no se rendía, permanecía atrincherada en su cuartel. El subteniente Álvarez de Lugo, comprometido con la oposición, se fue con su sección a tomar el comando de la zona militar, entrando por la calle posterior situada en la calle Miranda. Entrando el subteniente, recibió un tiro en la columna vertebral y observando que quedaba inútil sin siquiera poder enderezarse, se remató disparándose un tiro en la sien. Allí adentro, con su secretario privado, murió el Dr. Iban Paradisi, Presidente del Estado Aragua. Fueron varios los muertos en el interior de aquel Cuartel. Juan de Dios Moncada Vidal, luego de rendidos los del gobierno, logra sobrepasar el pasillo de entrada y era tanta la sangre que había esparcida por el suelo lustroso, que se resbalaba en ella. Asustados los del norte, porque Isaías Medina había dado legalidad al Partido Comunista de Venezuela, habían sembrado ese día, en esta región del sur, la muerte. Para ello, jamás se abrirá una Comisión de la Verdad; es obligante, describir estos hechos en forma detallada, ya que cuando se abre la guerra, no existen balas ni bombas inteligentes que diferencien los amigos de los enemigos: Concluyó Buenaventura.
En el fondo de la celda, con serenidad permanente, Arturo Uslar Pietri, reflexionó pa´calmar a los dos, ahora ex presidentes: ¨El fantasma del comunismo es el telón que estos colocan para blindar sus negocios. Y en estos países sin conciencia, sobra el pendejo que lo cree y los defiende ¨. Isaías mirándolo: Ala, este momento no es hora ni lugar para hablar huevo nadas, ya tendrás lugar, por ahora sólo somos unos presos. El día 19 de octubre del 45 a las ocho de la noche, una nueva junta de gobierno se reunía en el despacho del Palacio de Miraflores de Caracas. El Capitán Mario Vargas manda a buscar al Presidente de la Junta, al Bachiller Rómulo Betancourt, el cual vivía en la Urbanización El Conde. La búsqueda tardó un poco, ya que había mucha bala perdida por la ciudad. Más tarde llegaba Rómulo Betancourt escoltado de varios de los oficiales graduados en el curso de blindados en Fort Knox, Kentucky. Adentro esperaban; Luis Beltrán Prieto Figueroa, Leonardo Ruiz Pineda, Gonzalo Barrios, Raúl Leoni, Edmundo Fernández, Eligio Anzola Anzola, Luis Troconis Guerrero, el Mayor Julio César Vargas, Mayor Celestino Velasco, Capitán R Vargas, Teniente Horacio León Cárdenas, Alférez de Navío Luis J. Ramírez y el Mayor Carlos Delgado Chalbaud, graduado éste último, en Saint-Cyr, hacía pocos meses atrás, en un curso de Estado Mayor. La junta de gobierno quedó conformada en su mayoría por civiles, aunque más tarde se lavarían las manos diciendo que desconocían de ese funesto golpe. Por su parte, los graduados en las bases militares de los Estados Unidos, armaban su próximo avance. Por fuera dejaban a Marcos Pérez Jiménez, pero, más temprano que tarde, pasaría factura, con su primer desenlace el 24 de noviembre de 1948 y el otro, el trece de noviembre de 1950. El Embajador Corregan mostraba preocupación, pero mostró su sonrisa, la cual muy pronto los adecos le borrarían.
Días antes del golpe, Betancourt, echó su perolata, en su discurso incrustaba razones suficientes para tumbar a Isaías Medina Angarita y a López Contreras; era el mismo discurso de los gringos y de su embajador: "este gobierno es el continuismo del gomecismo, la corrupción, de un país en donde la no alfabetización alcanza el 80 %, un entreguismo a las potencias extranjeras que nos hace parecer un Puerto Rico y un militarismo que raya en el deshonor, por ello estamos aquí," indicaban.
El programa de Acción Democrática con algunos mezcles, hablaba de nuevas libertades, reforma agraria y ello parecía bueno, pero el pueblo tenía era hambre. Para asegurar el poder Acción Democrática implementó un principio Leninista: "Quien no sea adeco no tiene trabajo". Luis, para chocar el comunista que el viejo tenía por dentro, le imprecó. "Ahora es igual, el que no sea del partido, no tiene trabajo; sea éste, gobierno local o nacional". El viejo continuó, sin turbarse. El carnet y la lista del partido empezó a ser el aval para cualquier puesto, el país se dividió en adecos y no adecos, copeyanos o no copeyanos, quien no fuera del partido comía mierda; para concretar esto, se ponía en practica el carnet del partido. El carnet era tan importante para ese entonces, como las listas que por ahí usan en el presente; tan así, que se cuenta, que un día en una aldea aledaña a San Cristóbal, un burro le comió el carnet de partido a su dueño y éste se sintió tan desamparado por la vida, que de la arrechera y desespero que le dio, mató al pobre e indefenso animal, para luego de las tripas, sacar el ensangrentado carnet; el hacer político en Venezuela se explicaba y hoy se reduce a la fabula de un burro.
Las cosas para el final del cuarenta y cinco, cambiaba de colores para Acción Democrática. Betancourt, un hombre con olfato de comerciante, negocia con Rafael Caldera, para bajar la temperatura política que se elevaba. Están aquellos, que creen que el primer trato fue el "punto fijismo", pero parece que ese trato histórico "para defender la Institucionalidad democrática" o para guardar la institucionalidad, es histórico. Los militares veían perder sus privilegios, Acción Democrática había remplazado a los Presidentes de Estado, viejos militares andinos, conversos a caraqueños, por Gobernadores todos civiles, eso sí, ahora ya no gochos, sino todos ellos adecos. El concepto que manejaban los militares "que todo civil huele a mierda", estaba bien arraigado en sus corazones, estos hechos les arrechaba porque les alejaba del botín, hasta que aprendieron otras mañas y, cambiaron las gobernaciones por direcciones políticas, puertos, fronteras o rancho.
El colar a Caldera dentro del gobierno, no había gustado a algunos militares, pero calmaba el poder mediático. El protegido de los dueños de los periódicos, era ese joven con voz chillona y melancólica. Sin querer o por carambola los godos se hacían de parte del poder. A Caldera le acusaban de complaciente de Isaías Medina y de haber quemado el semanario Fantoches, diario de la izquierda venezolana. Sucedió que un día, se le dio a éste, junto con un grupo de estudiantes de la UNE, asaltar uno de los pocos periódicos disidentes del país. La quemada del diario, era hasta pasable, pero no el engavillamiento y la acción sin misericordia, golpes, patadas, y palo propinado a sus empleados y dueño del periódico Leoncio Martínez, un hombre antigomecista y luchador democrático. Fue un 9 de octubre de 1937, cuando un grupo de la organización de derecha Unión Nacional Estudiantil (UNE), asaltó la sede del semanario humorista Fantoches, en Caracas, destrozó la redacción y propinó una golpiza a su director Leoncio Martínez, "Leo". En el grupo estudiantil se encontraban, entre otros, Rafael Caldera, quien después sería presidente de la República, Pedro José Lara Peña, Tomás Enrique Castillo Batalla, y Lorenzo Fernández, de posterior destacada figuración política. El origen del asalto y la golpiza se atribuyó a las caricaturas de "Leo" con relación al apoyo de jerarcas de la Iglesia católica a la sublevación fascista contra la República Española. Años después producto de esta golpiza moriría uno de los grandes humoristas, caricaturistas, poeta y periodista de este país. La piedra, la quemadera de cauchos y los golpes siempre han caracterizado el fascismo. De ese mundo político, lúgubre, frío y triste, nació el carnet y sus partidos. Los nuevos tiempos dibujan nuevas formas, nuevos colores, pero guardan la misma génesis, ya que todos aplicamos la fabula del burro.