El poblamiento del Táchira viene realizándose desde hace 20.000 años. 500 o 1.000 años después que un grupo de mongoles u otros asiáticos cruzaran el Pacifico o por el Estrecho de Bering. Esta certeza de origen se debe a la frecuencia genética de alelos predominantes tales como: Rh positivo, complejo "O" y el factor Diego positivo, el cual caracteriza a nuestras poblaciones Amerindias y asiáticas. En el transcurrir de esos, se originaron en Venezuela una serie de etnias. Llegada la conquista de alemanes y españoles en 1529, los Arauacos dominaban el sur y altas montañas del Táchira, se extendían hasta el valle de San Cristóbal, y Los Caribes por su parte, dominaban hacia el norte, en las mediaciones del Lago de Maracaibo, Cúcuta y Capacho.
Curcio, 2003, nos dice, que la población venezolana es marcadamente mestiza", y aunque varían los porcentajes en cada región, tenemos una proporción de genes: 50% amerindios, 40% europeos y 10% de origen africano. La proporción correspondiente al factor europeo ha aumentado a partir de 1940. Antes de dicha fecha el porcentaje (%) amerindio debió ser significativamente mayor.
Si bien en Venezuela el fenotipo indígena no forma parte de la población general, sus genes sí. Estos son los determinantes y se han transmitido por centenares de años.
Ya no se trata de tener o no la cultura o lenguaje de los indígenas, tenemos otro legado, un legado irrenunciable, el genético.
Veinte o doce mil años de historias separadas, construyeron diferencias profundas en lo cultural y lo genético, entre los amerindios y los europeos. Ello favoreció en lo genético la aparición de alelos particulares que enriquecieron y contrastaron estas dos poblaciones.
Uno de los hechos genéticos verificables diferenciales, entre amerindios y europeos, son las alteraciones genéticas trasmitidas por estas dos poblaciones, las cuales se hacen evidentes en los caseríos y regiones apartadas, en donde se produce un alto cruce entre primos y demás familiares.
Entre las enfermedades genéticas de1 origen amerindio con más frecuencia en nuestro territorio se encuentra (Curcio, 2003).
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El tumor maligno ocular retinoblastoma unilateral o bilateral,
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Con alta frecuencia se observa la glucogenosis, en la que se afecta la degradación del glucógeno hepático, evidenciable especialmente en los niños.
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Mucopolisacaridosis, enfermedad genética de distribución restringida, pero de alta frecuencia en los "focos", llamada también IH, con graves alteraciones esqueléticas y del sistema nervioso central.
EEntre las enfermedades genéticas de origen europeo con más frecuencia en nuestro territorio se encuentra.
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Corea de Hungtinton, o mal de San Vito, es frecuente en poblaciones del estado Zulia. El carácter genético de esta enfermedad se debe a un alelo dominante y su expresión se relaciona con la destrucción de neuronas del sistema nervioso central. Las personas afectadas han heredado el gen defectuoso de un ancestro común que llegó a estas poblaciones hace varios siglos.
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Anemia falciforme, característica de la isla de Toas en el Estado Zulia. Las evidencias permiten concluir que esta mutación forma parte de la estructura genética de los habitantes de esta isla por el cruce reproductivo de personas de origen caucasoide o europeo que representaban en su genotipo esta variante genética. (Pineda, 1985)
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El síndrome de Chediak-Higashi, restringido al área de Pregonero. Es característico de niños y es una enfermedad que tiende a aumentar la susceptibilidad a la infección de bacterias. (Ramírez, 1982).
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Retinitis pigmentaria, caracterizada por pérdida visual a edad adulta. Característico de familias del Páramo del Zumbador, Estado Táchira.
Debido a la escasa migración, el bajo número de habitantes y el cruce entre personas relacionadas genéticamente, hizo que estos morbos genéticos aparecieran de vez en vez, de en cuando en cuando.
Cualquiera fuera el origen genético de nuestra población amerindia, el vínculo social de la región tachirense se caracterizaba por estar constituido por pequeños grupos o etnias, los cuales se distinguían por tener un mismo lenguaje, costumbres, caracteres faciales, misma estatura, coloración de cabello y otras características, que 20 mil años de separación o aislamiento geográfico habían permitido formar filogenéticamente. Al toparse europeos y amerindios, se enfrentaron en la práctica dos especies geográficas, dos cosmovisiones distintas, solo ello puede explicar el genocidio realizado.
Citando a Rodríguez-Laralde (1990) y Castro y col. (1990), los apellidos son los sustantivos que acompañan al nombre de las personas y cumplen una función identificadora. El uso del apellido es casi universal y muy antiguo. Además, independientemente del significado que tengan, son nombres de familia que se heredan. Estas características los han hecho muy útiles en los estudios de poblaciones humanas porque, aparte de ser un hecho socio-cultural, se les puede relacionar fácilmente con variables biológicas.
Se ha encontrado que hay apellidos más frecuentes que otros y la frecuencia de ellos es una medida relativa de localización. De tal manera que pueden existir en la población, apellidos frecuentes, de frecuencia intermedia y raros, pudiéndose estudiar por separado y obtener de ellos información importante sobre migración en una población. Situación que parece ocurrir cuando se estudia cronológicamente la historia de los apellidos de los pueblos del Táchira como La Grita, Lobatera, San Antonio del Táchira y San Cristóbal. La localización de apellidos en los diferentes pueblos del Táchira muestra hasta mediados de mil novecientos (1900) hondas y claras diferencias.
Los apellidos en líneas generales pueden ser análogos a los genes, por transmitirse de una generación a otra.
En el Táchira y toda Venezuela, los apellidos están llenos de ilegitimidad, genocidio, de barbarie, de grama y cafetales, por lo que estos sustantivos no pueden cumplir a cabalidad su función de identificador biológico en estas regiones. Pero nos permite en ciertos momentos capturar parte de esa nuestra historia. Un apelativo, sacado de una costumbre indígena, como es el caso de Carramoños" en Capacho, permitió acercarnos y descubrir el parentesco entre familias. Parentesco que se borraba por sobre posición de apellidos y origen natural.
Los apellidos estudiados en la región tachirense, tienen genética europea y un alto mestizaje indígena, mestizaje que era imposible evitar en pueblos tan deprimidos y alejados de las ciudades. La pureza racial era una posibilidad remota, que negaba la sobrevivencia, no era la mejor estrategia de adaptación.
Disposiciones de los dueños de tierra y encomenderos o posiciones propias de la coyuntura política de un momento histórico, hicieron que muchos apellidos, tuvieran un origen consanguíneo no predecible.
Para el año 1720- 1730, la necesidad de tener control sobre el cobro de los impuestos, control sobre los indios encomendados y lo poco cristiano de esos nombres indígenas, se requería de un apellido. Los sacerdotes controladores de los bienes del rey y de las almas de Dios, requerirían de todo indio un apellido cristiano.
Esta decisión fue acatada a medias por los indios, por rebeldía, por respeto por la vida y la esperanza y muchas veces por el poco interés de algunos blancos por su carácter racista o segregacionista.
Febres (Tomo II), señala que "En Venezuela son notables las Instrucciones que en cuarenta capítulos formuló el Gobernador y Capitán General don Francisco de Berroterán el 20 de febrero de 1694, aprobados por la real cédula de 17 de junio de 1695." pg 147.
Entre la sabia y necesaria "ignorancia" de nuestros indígenas y la lógica política de los blancos, todavía para el año 1800 muchos eran los indígenas que utilizaban solo su nombre. Referente a ello Febres (1960), escribe que para el año 1808, por orden del gobernador de Maracaibo, este reitera……….
"Como por la nueva formación de las matrículas de los Yndios de esta provincia, mandaba a practicar a los subdelegados de real hacienda, se necesita tengan conocimiento de todos los tributarios que puedan estar dispersos o ausentes de sus pueblos…"pg 226.
Esto lo certifica igualmente la fe de Bautismo de los libros de esa época, encontrados en la actual iglesia de Independencia del Estado Táchira, año 2000.
Puede particularizarse allí que para el año 1700, en la fe de Bautismo aparecen varios indígenas del Cedralito con el nombre de pila, ejemplo Julia, Juana, Camilo, indicando que son de los Caciques del Cedral, pero no aparecen sus apellidos.
En el tiempo se confunde esta toponimia y aparecen, por ejemplo, Juana Cacique o Juana Casique. Por otra parte, otros indígenas toman el apellido de los blancos, lo hacen muchas veces con una ortografía equivocada, o a propósito de los propios sacerdotes para que los mismos no fueran a molestar sus apellidos, aún éstos sin tener alguna hidalguía.
En estas tierras apartadas de Dios, el ser de origen español era la mayor base de hidalguía. Ser español era la diferencia entre ser o no ser. Este atavismo a lo español, después de más de doscientos años lo llevamos impreso en nuestra memoria social, a tal magnitud, aunque nuestra piel esté pintada de negro, cobrizo y las facciones nos den el carácter amerindio, osadamente colocamos a nuestros ancestros en lo español.
La variación en la "c" o en la "s" del apellido Cacique o Cacique, para la región del Táchira, puede derivarse de uno de los hechos anteriores, y los que hoy portan en el Táchira ese apellido, ya sea con la variable de la forma con "c" o "s", tienen igual origen genético.
Es humano recordar que apellidos como Velasco, Cárdenas, Moncada, Bonilla, fueron apelativos tomados por indígenas o negros. Pero hubo una realidad de un momento y de ese espacio, que muchos de esos hijos sin padres, eran hijos de sus patrones y sus respectivas esclavas e indígenas, producto de la violación o abuso de poder. Parece estéril y hasta trágico cómico, buscar el origen o linaje de un apellido en una tierra como América, en donde predominó la barbarie sobre la civilidad.
Al igual que en los llanos venezolanos, como lo cita Páez (1980), los pobladores de los andes venezolanos, pretenden descender de la vieja raza castellana, antiguamente dueña del país, pero esta nuestra población, no es otra cosa que una amalgama de las varias razas que componen la actual población de la República.
Se hace interesante hacer una cronología de apellidos, en un pueblo que hora a hora pierde, niega, o trata de blanquear su historia.