Si la Revolución Bolivariana muere, lo cual parece ser el caso, eso realmente no importa

Antes de empezar quiero decir que este artículo trata, entre otras cosas, sobre la muerte verdadera --- versus la muerte ideológica, o conceptual, o imaginaria --- entonces para los lectores a quienes no les gusta hablar de la muerte, tal vez sería mejor no seguir leyendo.

Me desperté esta mañana con un nuevo dicho en la cabeza (ver más abajo), y pensé en nuestra Revolución Bolivariana, la cual parece estar disolviéndose en nuestro entorno, como cuando uno disuelve una cucharadita de azúcar en un litro de agua.

Cuando uno prueba la azúcar antes de mezclarla con el agua, sabe sabrosa, atractiva, fuerte, aun adictiva, y tiene una consistencia robusta, pero después de añadirla a tanta agua, la azúcar pierde su potencia, su importancia, su sabor.

Bueno, eso dicho, no sé si han pensado mucho en al muerte.

Yo sí.

Porque he estado muy cerca de la muerte muchas veces.

Mi vida ha sido como una increíble telenovela …

Fui arrollado por un carro cuando tenía 8 años de edad, y casi me mató. Tuve una sobredosis de tranquilizante de caballos que casi me mató a los 15 años de edad, y entre los 17 y 25 años de edad, durante mis aventuras en lugares no muy seguros, fui atacado por un lobo, fui atracado y atacado físicamente varias veces por seres humanos, y entre esos ataques casi me mataron 6 veces, una vez con un cuchillo, dos veces con pistolas, una vez con una ametralladora, una vez a golpes, y otra vez con una llave de plomería.

También fui seriamente envenenado por una carabela portuguesa (agua mala muy peligrosa) en el mar Caribe que me dejó paralizado y ciego sin poder respirar hasta que por suerte me salvaron la vida.

A los 28 años de edad traté de suicidarme, y casi me morí, pero por alguna extraña razón que nunca entendí, sobreviví, aunque había perdido más de la mitad de mi sangre. En otra ocasión, a los 30 años de edad, cuando practicaba el paracaidismo, mi paracaídas se torció durante el descenso, y de no haber tenido la suerte de que se me desenredara el paracaídas a tiempo hubiera quedado aplastado contra el suelo, muerto por supuesto, y en pedazos.

Durante los siguientes años, trabajando en la logística de guerra como contratista civil, fui infectado (1992) por el gobierno de EEUU (sufro del Síndrome del Golfo), estuve presente en el ataque terrorista de Al Khobar (1996), que dejó 19 muertos y 498 heridos, pero por suerte, cuando esto ocurrió estábamos en la pista aérea cercana. También estuve presente en 3 golpes de estado armados, dos en Haití y uno en el Sudan, donde dos veces fuimos rodeados por tanques de guerra.

Fui amenazado de muerte con una pistola por un agente de la Mossad que estaba totalmente loco, fui secuestrado en Arabia Saudita durante 30 días, y uno de nuestros aviones (747-100) fue escoltado por dos F-16 estadounidenses sobre un territorio en guerra, sin que sepamos si en algún momento nos iban a derribar.

Dos veces se nos apagaron dos de los cuatro motores de los 747-100 que volábamos, una vez sobre la cordillera de Canadá (los Rockies), donde casi nos estrellamos, y otra vez se nos incendió un motor en Paris. Dos veces tuvimos que botar el combustible en vuelo justo después del despegue para enseguida hacer aterrizajes de urgencia.

Muchos años después, en el 2010, por estar donde no debía estar en ese momento, alguien trató de matarme en Naiquatá (costa central de Venezuela).

Cuando me desperté, quedé con 28 heridas en la piel, algunas infectadas y de color verde, una contusión cerebral grave, perdí la memoria durante alrededor de un mes, y tres costillas rotas, pero sobreviví.

En el 2015, fui muy violentamente secuestrado aquí en Venezuela, y casi me mataron, pero pude escaparme porque al joven que dejaron para asesinarme le dio miedo y él mismo se escapó de la escena porque sabía que si intentaba matarme --- con mi propio cuchillo de pesca --- también yo lo iba a matar, o por lo menos lo iba a dejar severamente herido porque yo no me iba a dejar acuchillar tan fácilmente.

En el 2016 aquí donde se encuentra mi taller en la frontera con Colombia, una rata --- o más bien un ratoncito cobarde --- relacionado con los paramilitares colombianos que han invadido nuestro territorio, quiso hacerse el fantástico conmigo al amenazar de atacarme, robarme, y enseguida matarme, pero poco después de eso, a él lo asesinaron. A otra rata lo asesinaron en la casa al lado de mi taller (pero yo no estaba allí en ese momento), y por causalidad vi cuando unos sicarios que mataron a otra rata vecina, con siete tiros, se de iban corriendo del lugar.

Ellos me vieron también, pero no me mataron, tuve suerte.

Hoy, en vez de estar trabajando en la costa venezolana donde había empezado un proyecto, me encuentro en mi taller en la frontera otra vez porque algunas otras ratas que siguen vivas por aquí se metieron a robarme mientras que no estaba, entonces tuve que regresar para lidiar con este problema. Al respecto, hasta ahora he descubierto que el líder de la banda de ratas relacionada con los paramilitares colombianos ha estado diciendo que me va a joder y que me va a matar para robarme dólares (que no tengo)…

A ver qué pasa …

Bueno, como pueden ver, la muerte me ha acompañado de manera bastante regular casi toda mi vida, entonces por esa razón puedo hablar de ella sin temerla demasiado, tengo una muy buena idea de cómo y a qué se siente interiormente estar muy cerca de la muerte, y de su olor (tiene un olor), de estar muriendo, y de encontrarme casi muerto.

Tal vez por eso esta mañana me llegó a la cabeza el siguiente dicho:

"La muerte no me preocupa ya que después de morir no tendré ninguna memoria de haber vivido o de haber muerto."

Me parece que esta idea derive también del hecho de que soy ateo y no creo que exista después de la muerte otra vida donde estaríamos claramente conscientes de la vida anterior, es decir, no recordaríamos absolutamente nada.

Es más, en base a lo que las religiones judeocristianas promulgan como ideas, me parece que si uno es cristiano, y si va al Cielo, entonces Dios les borraría, antes de ingresar al Cielo, todas las memorias del dolor psicológico y físico de su vida y de los momentos de vida justo antes de su muerte ya que seria prácticamente imposible vivir en paz, felicidad, y tranquilidad en el Cielo con estas memorias durante una eternidad.

Bajo esta ideología, me imagino que las únicas personas que tendrían memorias del sufrimiento de su vida y muerte serian las personas que irían al Infierno, donde posiblemente vivirían, día tras día, por el resto de la eternidad, reviviendo solamente los eventos de sus vidas (y de sus muertes) que les hubieran causado mucho sufrimiento, o algo así.

¡Eso sí sería un verdadero infierno!

¿Imagínense repetir una experiencia dolorosa y trágica una y otra vez durante miles de millones de años sin poder suicidarse porque uno ya está muerto?

Bueno, en base a estas cosas, y sin tomar en cuenta aquellos y aquellas que irán al infierno, si suponemos que todos los creyentes buenos irán al Cielo, y los ateos a la nada, como yo, o a alguna otra vida sin memoria de la anterior, entonces esto significa que para la gran mayoría de la población, el proceso que llevó a la muerte de la vida anterior no existe, es decir, es totalmente irrelevante ya que no existe ninguna memoria al respecto.

No hay manera de saber qué o quienes éramos antes, ni cuánto pudiéramos haber sufrido, ni por qué, ni cómo, ni nada.

Es más, uno no sabe si aprendió algo de sus errores en alguna vida anterior, entonces, para todos, o para casi todos, esta vida que estamos viviendo actualmente es la primera y la única. Existe una próxima vida, pero no una anterior, y en consecuencia, no existen actualmente antecedentes que nos guíen en la vida que surjan desde nuestro interior en base a algún pasado ya vivido conscientemente.

O, en otras palabras, las razones, y la manera en la cual uno muere, es básicamente totalmente irrelevante.

Igualmente, la manera en la cual uno vive tampoco tiene gran relevancia para su propio futuro personal si el futuro significa que tendremos otra vida después de la muerte.

Debe ser por esta razón, viéndolo en un sentido paralelo, que las sociedades viven y reviven las mismas cosas, una y otra vez, en ciclos de vida y muerte, donde repiten los mismos errores que se repitieron en los ciclos anteriores.

Creo que eso es precisamente lo que está ocurriendo con nuestra Revolución Bolivariana.

La vida de su estructura política-social está viviendo hoy el proceso de su muerte inminente, y eso, en base al hecho de que como sociedad en general no tenemos memoria de la vida política-social anterior (la cuarta república), no realmente.

No nos recordamos realmente (como conjunto social) qué o cómo o por qué vivimos o morimos en la cuarta república, no estamos realmente conscientes de lo que ocurrió, entonces en la Revolución Bolivariana andamos como en la cuarta república, por el mismo camino de los ciclos de vida y muerte, sin memoria, y nada más.

Podemos leer libros sobre Carlos Andrés Pérez y la cuarta república, así como uno puede leer sobre Moisés en la Biblia, o podemos escuchar cuentos al respecto, y ver documentales, pero todo eso es como ver un video sobre las antiguas civilizaciones egipcias en National Geographic o Discovery Channel, es decir, no son realmente reales para nosotros como sociedad, no son muy relevantes.

Son como pocas cucharadas de azúcar en muchos litros de agua, tienen poco impacto.

Y por eso repetimos tantas veces los mismos errores.

Por eso Brasil, Argentina, y Chile, entre otros países, están pasando por ciclos políticos-sociales alternando entre gobiernos de izquierda y derecha, en ciclos de poco progreso social a largo plazo, con gobiernos de poca visión, donde se destruyen y se deshacen las cosas, y donde después se rehacen otra vez, para enseguida ser destruidas otra vez, en vez de construir cada vez más sobre lo que ya se había construido.

No existe la suficiente memoria real de los ciclos anteriores para construir en vez de destruir.

Y pronto nos tocará a nosotros.

Bueno, así me pareció el asunto cuando me desperté esta mañana.

En el caso de Venezuela, la Revolución Humanista Universal se montó sobre el caballo de la Revolución Bolivariana, y allí hizo vida, y creció, pero ahora el caballo está muriendo, y aunque creo que la Revolución Bolivariana ha sido uno de los vehículos más importantes y fundamentales en la historia de la humanidad para la preservación y continuación de la Revolución Humanista Universal, no es, no fue, ni será el único método de transporte.

Es como el asunto de la religión y del ser bueno.

Si uno es bueno, o si quiere ser bueno, uno puede unirse a alguna secta religiosa, pero si esa secta muere, eso no significa que uno dejará de ser bueno, o que morirá también.

Entonces, básicamente, si la Revolución Bolivariana muere, lo cual parece ser el caso, eso realmente no importa, lo que importa es que la Revolución Humanista Universal siga viva.


 



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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