En Venezuela, patria de Bolívar y Chávez, confluyen en la actualidad varios fenómenos socio- político-culturales que configuran una crisis cargada de grandes incertidumbres.
La contradicción fundamental es la que genera la sostenida embestida imperialista-derechista contra la soberanía que rescató del coloniaje el proceso de reformas estructurales con impronta revolucionaria liderado por Chávez. Una contradicción realmente decisiva para su próximo destino.
Si se anula soberanía… si retoman el poder por cualquier vía las derechas sociales y políticas mafiosas y lacayas (una parte importante de ellas de convicciones neofascista)… si se restaura el proceso de recolonización… si EEUU re-instala su reinado en Venezuela y retoma su petróleo y sus enormes riquezas naturales… los cambios serán para peor y las confrontaciones probablemente se tornarán más violentas.
La soberanía sigue siendo la conquista más importante del denominado chavismo.
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Relación entre degradación y contra-revolución.
Eso ha sido facilitado por lo que yo llamo el estancamiento, los retrocesos y la degradación del proceso bolivariano.
Fenómeno agravado luego de la muerte del comandante Chávez, para mi inducida por la CÍA con métodos sofisticados que en encubren el magnicidio.
La degradación fue un fenómeno denunciado y tratado autocríticamente por el propio Chávez* en tanto la corrupción estatal, la burocratización, las trabas institucionales, la coexistencia de las reformas con una gran fuerza del capital privado que las pervierte, el "rentismo" petrolero, la dependencia de las importaciones, la apropiación del Estado por una capas medias civiles y militares trepadoras, la inaplicación de las leyes que avalaban la construcción de poder popular y de un Estado Comunal, el miedo a pasar de las críticas al capitalismo y de la retorica de neo-socialista a una real abolición de la cultura y de las relaciones de producción e intercambio capitalista y a una inequívoca transición al socialismo… determinaron un sostenido descenso del apoyo popular al proceso y, por tanto, una pérdida progresiva de su legitimidad.
Los herederos de Chávez, y en especial el presidente Maduro, no se llevaron de esas pautas, lo que ha impedido combatir eficazmente los efectos perturbadores de la manipulación imperial de los precios del petróleo (en baja constante), el sabotaje económico, la especulación comercial, el desabastecimiento de mercancías sensibles inducido por el gran capital, el sabotaje, la fuga de divisas, las mentiras mediáticas, el auge de la delincuencia y todas las modalidades perversas de una persistente y ascendente sedición local y transnacional inéditas en la historia reciente.
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Opciones desperdiciadas.
En lugar de rectificar se optó por reincidir y pactar con quienes se han propuesto desestabilizar, mostrando reiteradas incongruencias y vacilaciones.
En lugar de profundizar el proceso, se optó por social-democratizarlo y contaminarlo de neoliberalismo.
En lugar de exhibir una moral y una ética impactante, se asumió una permisibilidad desgastante frente a la corrupción de Estado y privada.
En lugar de ampliar las significativas conquistas sociales motorizadas por el empleo parcial de la renta petrolero sin paralelo en la historia venezolana, se permitió erosionar una parte de ellas al tiempo que las ganancias del capital financiero privado, del gran comercio interno y del comercio importador se multiplicaban.
En lugar de promover la cultura de la solidaridad humana, del bienestar colectivo, del combate permanente a los antivalores capitalistas… se le siguió abriendo cancha al consumismo, al facilismo, al egoísmo y a todas las modalidades y banalidades culturales del capitalismo de estos tiempos, y a las ambiciones de una pequeña burguesía veleidosa e inconsecuente.
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Rehabilitación y renovación de las derechas.
En los hechos, la cuestionada gestión Estatal y el mal proceder del partido de gobierno (PSUV), ayudaron a la rehabilitación electoral y renovación política de las derechas sociales, políticas y culturales, inicialmente aisladas y debilitadas. La toma electoral de la ASAMBLEA LESGILATIVA y de otros espacios importantes de la gestión estatal y municipal por las derechas pro-imperialistas, así como el incremento de su poder de convocatoria y movilización sediciosa, son productos nefastos de reiterados errores.
Las inconsecuencias del gobierno y de las instancias bajo control de la cúpula del PSUV han contribuido a potenciar las fuerzas de las contra-reformas y la contra-revolución, que siguen erosionando un poder proclamadamente chavista que en buena medida se ha distanciado de sus iniciales esencias transformadoras; sin que esa sea la situación de una parte importante del pueblo chavista y de las fuerzas armadas bolivarianas, que aunque se ve obligada a defender la permanencia de un gobierno bastante degradado, desgastado y cuestionado, podría ser proclive a emprender una respuesta revolucionaria y radical ante cualquier retroceso inminente o consumado.
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El funesto papel de la OEA y Almagro.
El carácter imperialista del arreciamiento de la embestida contra el Gobierno de Maduro se presenta en forma descarada con el uso que se le está dando a una OEA -Ministerio de Colonias siempre y nueva vez- dirigida por un ser realmente siniestro que responde al apellido de Almagro y destila hiel contra la soberanía venezolana y los avances en la materia a escala continental.
Una OEA que ha silenciado los golpes mafiosos en Argentina, Brasil, Honduras y Paraguay; le importa la existencia de la dictadura morada y su control corrupto y corruptor de todos los poderes del Estado aquí; santifica el poder criminal imperante el México de Peña Nieto, se metió la lengua en el trasero ante las masacres en Colombia y se apresta a erosionar todo lo que sea soberanía nacional en Cuba, El Salvador y Nicaragua, independientementes de las características de sus gobiernos.
A esa basura institucional, que hace tiempo debió disolverse, no debe reconocérsele autoridad alguna para actuar contra el régimen venezolano, por más críticas razonables que puedan hacérsele al mismo.
La OEA Y su cáfila de Estados podridos y subordinados a EEUU, con la complacencia de otros dotados de un cretinismo liberal, gritan frente a la anulación de la ASAMBLEA NACIONAL de Venezuela por su Tribunal Constitucional; pero no lo han hecho las veces que esa Asamblea ha intentado anular al Presidente Maduro y auspiciar ciertas variantes de los llamados golpes congresuales.
Y no es que la anulación del poder legislativo y su traspaso al Tribunal Constitucional sea una medida certera, independientemente de que esté controlada por esa escoria sediciosa.
No lo es.
No es inteligente a mí entender. Más bien me luce torpe, ineficaz y vulnerable.
De ese mecanismo no emana democracia, pero su anulación no puede ser defendida como un acto democrático.
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En lugar de anular la Asamblea Nacional, expropiar el gran capital.
Ese paso daña más la imagen de Maduro, de su gobierno, de quienes auspicien y defiendan esa medida. Incluso le viene muy bien a los sub-vertidores del poder chavista, padrinos del Norte incluidos.
Pero además –y esto es lo decisivo- esa medida no va a la raíz de la subversión derechista-imperialista: no golpea donde le duele a la clase capitalista, a sus corporaciones, a sus bancos, a sus grandes propiedades, a sus empresas importadoras, a sus centros distribuidores, a sus medios de comunicación, a sus fortunas, a sus agencias de inteligencia, a sus grupos paramilitares y militares… quienes siguen impunes y prosiguen con sus enormes recursos y programas desestabilizadores.
Los gobernantes venezolanos no optan por expropiar y socializar el gran capital subversivo, crear poder popular real, transformar ese Estado burocrático, desmontar la corrupción que lo corroe y emprender nuevos cambios democratizadores; no se deciden a abrirles paso a las comunas, renovar liderazgos, apelar en grande al pueblo trabajador y a la pobrecía contra las elites capitalistas; no recurren al internacionalismo revolucionaria anticapitalista en el Continente y en el mundo, a los pueblos hermanos, más allá del respaldo de los Estados amigos. Y esto aumenta su debilidad.
En un caso así la posibilidad de frustrar la feroz contra-ofensiva imperialista-derechista descansa fundamentalmente en la decisión del pueblo chavistas, sus movimientos sociales y políticos sociales combativos, la izquierda revolucionaria que permanece en el PSUV y la que tiene otras expresiones políticas, de optar por reforzar su autonomía y diferenciarse-sin hacerle el juego a las derechas- de los cogollos burocráticos para emprender una línea de resistencia y ofensiva contra los siniestros planes retardatarios, creando desde ya nuevos referentes y liderazgos abrazados al GOLPE DE TIMÓN por el socialismo.
Y si de todas maneras se consuma el zarpazo -como pasó en Argentina, Brasil, Paraguay, Honduras- vale auspiciar una línea de rebeldías ascendentes que impidan la estabilidad del retroceso y posibilite luchas y alternativas mucho más profundas y radicales que las conformaron la ola progresista que declina; confirmado entonces el dicho de que las revoluciones o son verdaderas o no son. Las que se quedan a medias generalmente sucumben presas de la reacción. En Venezuela, sin embargo, existen muchas potencialidades para convertir cualquier revés en victoria, no importa los plazos.