I
Siento la obligación moral de despejar esta incógnita, o, para ser más directo, resolver este (falso) dilema.
Desde hace ratos difiero de la calificación "chavismo crítico", que algunos se auto endilgan, y que otros señalan para acusar disidencias. Ambas posiciones son inexactas y manipuladoras.
Además, no aportan nada, no definen nada. Aunque si le han servido al enemigo del chavismo para intrigar. Y han puesto en escena, egos y mediocridades realmente odiosas.
II
La difícil situación socioeconómica y su expresión en la crisis política que vive el país, han provocado recientes conversiones de personas que tienen o tuvieron importantes cuotas de poder en el aparato estatal, las cuales han marcado distancia del presidente Nicolás Maduro, acercándose al enfoque y la acción de los opositores clásicos.
Imposible para alguien que militó en el PRV-RUPTURA no recordar aquel libro tapa negra La Crisis y las Definiciones. O para quienes hemos manoseado la literatura marxista, la máxima de que "las crisis generan las ideas, no las ideas a las crisis". (Otra cosa dirían El Che y Paul Lafargue, pero ese debate es para otra ocasión)
III
Pido permiso para hablar en primera persona.
He sido un crítico permanente de nuestro gobierno en diversas materias, de la conducción partidista por su desprecio hacia la formación ideológica, de las ineficacias u omisiones del Estado, de la falta de fuerza para transformar la cultura burocrática antiética y pequeño burguesa. Todo de cara al sol, públicamente, con ánino constructivo, a veces desesperado, frustrado por falta de oidos, asumiendo los costos integramente, consciente como estoy que a los de mi clase se les aparta y margina, porque el poder burocrático prefiere la lisonja y la adulancia, es su "naturaleza" por herencia colonial no curada.
IV
Ahora recordemos (o descubramos) el concepto de Socialismo que nos legó el gran maracaibero Rafael María Baralt: "el socialismo es la protesta que hacen la libertad política y la igualdad social contra las instituciones y las leyes que ponen obstáculos al ejercicio de la una y al establecimiento de la otra".
Nuestra lucha fundamental no es contra las formas, estilos o prácticas erradas de un gobierno que se precie de revolucionario (aunque pecase de reformista); nuestra verdadera lucha es contra un sistema-mundo opresor, criminal, fanático, injusto y asquerosamente cínico, que es el causante de las peores tragedias que hoy padece la humanidad, incluída la violencia fascista en Venezuela.
Ese sistema hegemónico es quien limita la libertad política de los pueblos y obstaculiza la igualdad social al género humano.
Ese enemigo de todo lo bello y sublime, esa aberración de la contemporaneidad, es el Imperialismo, y a Él sirven las fuerzas activadas para provocar una guerra civil en nuestra Patria.
Y afirmo, como estudioso y defensor de los Derechos Humanos, que en esta coyuntura internacional, el primer y prioritario derecho, sin el cual todos los demás se hacen inviables, es la Soberanía Nacional, ese inconmensurable derecho a tener Patria.
V
Nótese que no entro en valoraciones personales de quienes han optado por voltearse; quisiera si, destacar, que los privilegios alcanzados fueron el resultado de métodos no revolucionarios, esos que permearon las instituciones de arribismos y oportunismos a granel, desde el alud electoral de 1998, hasta el momento que redacto estas reflexiones.
Es decir, sigo en la linea de la crítica y autocrítica que son herramientas típicas de la Revolución, las que no debemos menospreciar ni maquillar.
Entonces no busquen -les hablo a ustedes que nos han traicionado- pretextos leguleyos, ni excusas inexcusables. Sincérense.
Porque no es lo mismo, estar en desacuerdo con Nicolás en determinadas cuestiones, manteniéndose dentro de la causa chavista, que haberse pasado al bando enemigo, olvidando que la última virtud a la que nunca renunciaría un bolivariano, ni en el trance de ofrendar la vida, es a la lealtad.