Nos llama asesinos, la oligarquía asesina, torturadora y practicante de las desapariciones forzadas y el lanzamiento desde helicópteros de personas vivas, cuando ejercían el poder del Estado. Nos llaman asesinos los que implementaron la política de "peinilla por esas nalgas" y "disparen primero y averigüen después", cuya máxima expresión fue la masacre de febrero y marzo de 1989.
La oligarquía criminal siempre nos ha llamado asesinos a los revolucionarios y revolucionarias, mientras nos torturaban, masacraban y desaparecían. Por eso no es raro que hoy nos sigan criminalizando.
Los "dirigentes" de la MUD, que han promovido el odio social, diseñado y ejecutado el plan violento que tanto daño, dolor y muerte ha ocasionado a nuestro pueblo en los últimos 60 días, nos endosan sus crímenes, mientras:
· Utilizan francotiradores para ajusticiar a miembros de los cuerpos de seguridad y a militantes del chavismo.
· Promueven el saqueo y la destrucción de Centros de Salud y de Educación, aterrorizando a pacientes y escolares.
· Se reúnen con los altos mandos militares de Estados Unidos y de Colombia para convencerlos de una invasión destructiva de nuestra Patria, como ocurrió en Libia.
· Reclutan, entrenan y arman personas para conformar un aparato de terrorismo, la mayoría de los reclutados son menores de 18 años, a los cuales se les paga con drogas y dinero.
· Utilizan a estos niños y jóvenes, contraviniendo todas las leyes y convenios internacionales al amparo de la mirada cómplice de la Fiscal General de la República, para matar y morir dentro de la estrategia de caotización de la sociedad.
· Utilizan sus medios y las redes para asesinar la verdad, cuando las cosa les salen mal y presumen un alto costo político, creando una grave y peligrosa ruptura espiritual en la sociedad venezolana que nos puede llevar a una guerra fratricida.
Entre tanto la dirigencia revolucionaria, encabezada por el Compañero Presidente Nicolás Maduro, que le toca, ahora desde el Estado, enfrentar con métodos democráticos la misma violencia fascista que nos ha tocado soportar toda nuestra vida, antes en la forma de "Terrorismo de Estado", ahora en el modo de "Fuerza Paramilitar", estamos sentenciados por los asesinos y sus tribunales mediáticos y virtuales como "asesinos".
Nosotros, como antes, sabremos defender nuestro honor como revolucionarios y revolucionarias, porque no hemos mandado a matar a nadie, ni a torturar a ningún venezolano o venezolana; porque no hemos mandado a "desaparecer" a ningún dirigente de la contrarrevolución; porque prohibimos el uso de la peinilla y de armas de fuego en el control de manifestaciones públicas, y cuando un funcionario ha violado esta norma lo hemos puesto de inmediato a la orden del sistema de justicia; porque hemos derrotado, durante 18 años, a la violencia y al golpismo fascista, implementando una doctrina democrática de orden interno y sin suspender garantías constitucionales.
Sabremos defender nuestro honor con valentía, asumiendo la responsabilidad histórica de haber iniciado una revolución profunda para transformar la estructura de la dominación oligárquica que permitió devolverle a nuestra Nación, buena parte de los ingresos, recursos y activos que le habían sido despojados y a nuestro pueblo sus derechos económicos, sociales, la identidad cultural y el poder político que les habían sido arrebatados.
Llegará el juicio de la historia, el que harán las futuras generaciones, y confiamos en que la que conciencia popular sabrá asignar con justicia las responsabilidades que corresponden a cada quien, en este tiempo doloroso de la Patria.
Mientras tanto, hay un pueblo que espera por una Fiscal General de la República, que en vez de tomar partido político contra la convocatoria constitucional a la Asamblea Nacional Constituyente, asuma la responsabilidad, que tanto reclama, de iniciar las averiguaciones penales a quien corresponda, al menos por el uso de niños, niñas y jóvenes en actos de violencia, hecho inédito en la historia política venezolana.
Más allá hay un Dios, que habrá de juzgar a los vivos y a los muertos, a Él nos encomendamos. Sigamos juntos luchando por la paz y la vida de la Patria, es decir nuestra propia vida.