Los difíciles momentos que vive nuestra revolución bolivariana, no tienen por qué sorprendernos, porque claros hemos estado siempre que este enemigo acostumbrado por años a mandar y ser obedecidos no se dejaría desalojar tan fácilmente del poder, ya que para ellos ese poder representa riqueza, impunidad, explotación, opulencia, etc, etc ,etc.
Nosotros peleamos por el poder para construir una patria digna y soberana, donde hayan niños con escuelas, campesinos con tierras, jóvenes con universidades, trabajadores al frente de las fábricas, dirigiendo que producir, cuándo, cómo y para quien producir. Obviamente tiene que haber enfrentamiento donde los objetivos y propósitos son tan diferentes; el camino siempre será difícil, pero es por el cual estamos dispuestos a todo, en él vamos con la bandera bolivariana en alto, con una clase obrera, una masa campesina, una juventud y una fuerza armada dispuestos a profundizar la revolución para transformar al Estado venezolano, por difícil que se nos haga, en esta tarea nos anima el saber que estamos construyendo nuestro socialismo bolivariano, para satisfacer las necesidades de un pueblo con el cual estamos comprometidos, atrás quedarán los que no resisten el sacrificio de la lealtad, ni los halagos del contrario, y seguirán apareciendo los y las que durante un tiempo parecían que eran y al final no fueron, ya el tiempo se encargará de lanzar al basurero de la historia a los traidores y traidoras desde donde en medio de su soledad y el repudio colectivo puedan llegar a comprender que en este compromiso no cuentan los cobardes, genuflexos y serviles que se arrodillan ante la iracundia de los amos y terminan por venderse al enemigo que históricamente hemos enfrentado. A nosotros no nos está permitido dudar, el momento histórico no permite medias tintas como tampoco dejarnos intimidar, estamos en esto para hacer una revolución verdadera, esas que se hacen solo con revolucionarios y revolucionarias, de esos para quienes no hay marcha atrás en este proyecto político que claman las calles del pueblo en esta tierra de Bolívar y Chávez. En un proceso como el nuestro, los frágiles se hacen a un lado con sus "justificaciones y argumentos" que a nadie convencen, los consistentes seguimos avanzando, apurando el paso y profundizando la marcha a paso de vencedores, que no va amainar, lo vamos a redoblar con mayor grado de cohesión, de compromiso revolucionario y de conciencia de clase. Así es el camino de un proceso de cambio revolucionario que se va definiendo y va definiendo a sus actores, ubicándose cada quien en el lugar que le corresponde de acuerdo al dictado de su conciencia y los valores que atesoran. En estos 18 años de acción revolucionaria, han sido varios los connotados, famosos y enchufados "revolucionarios" que argumentando "diferencias con el proceso", un buen día se aparecen haciendo malabarismos políticos, ideológicos, jurídicos, etc, para justificar algo que no es sino una vulgar traición a la confianza que el pueblo, el partido y la dirigencia han depositado en ellos y ellas. No debemos negar que estos hechos cusan frustración y mucha decepción, pero dentro de la construcción de una patria nueva- que pasa por un hombre y una mujer nueva- estas situaciones tienen su lado bueno, ya que este proceso necesita de la natural y saludable depuración para ir construyendo con mujeres y hombres consolidados en su fundamentación política e ideológica y en su convicción revolucionaria un verdadero movimiento capaz de lograr el cambio de sociedad que esta revolución tiene planteado. El Ché Guevara sostenía que no se puede hacer la revolución con las mismas armas amelladas del capitalismo, a eso hoy debemos agregarle, tampoco con revolucionarios ambiguos, incoloros e insaboros, que arropados con supuestas "hazañas" del pasado, se aprovechan del presente sin importarles que asesinan al futuro. Este camino es largo y en el vamos a toparnos con mucha miseria humana, ideología mercenaria, mentes débiles y sobretodo acomodaticias, al final de él debemos llegar fortalecidos y blindados con un movimiento revolucionario probado y ganado para un profundo cambio social, por eso es bueno que se vayan definiendo los que aún no se han dado cuenta que lo que buscamos es hacer la revolución en nuestro país y que eso lo vamos a lograr con revolucionarios formados al calor de la lucha, templados en el fragor del combate y probados en la adversidad que esta lucha nos depara. Estamos conscientes que el método escogido para avanzar hacia el cambio se presta para que se infiltren elementos con diferentes visiones y aspiraciones. Bichos de toda pezuña, muchos de los cuales solo buscan un puesto desde donde lucrarse en nombre de la revolución, después de lo cual vendrán las "diferencias". El camino que siguieron quienes han mostrado estas "diferencias", nos dice que fue bueno el paso dado, ellos no caben aquí, porque cambiar la sociedad pasa por cambiar nosotros y nosotras mismos, cambiar como seres humanos, como ciudadanos, como funcionarios, como trabajador y finalmente, como militantes de una causa que no admite ambigüedades, tecnicismos ni confundidos. No obstante, estas negativas experiencias, debemos reconocer que también han abrazado este proyecto hombres y mujeres honestos y valiosos, contribuyendo con sus aportes al fortalecimiento y consolidación política del proceso de cambio en que hoy nos encontramos inmersos los venezolanos, afortunadamente éstos han sido mayoría que los Miquilena, Alfredo Peña, los Baduel, Salazar, Rosendo, las Luisa Ortega, así como jueces y Magistrados muchos de los cuales son producto de los "tales acuerdos políticos", que a estas alturas no entendemos como se siguen dando, cuando la derecha ha dejado bien claro con su conducta en que anda y lo que busca. ¿Cómo es que después de un golpe de Estado, un paro petrolero, guarimbas, campañas internacionales de descrédito, confabulación mediática, etc, etc, sigamos creyendo en esta fauna politiquera, entregada a intereses extranjeros?. Ya basta de ingenuidades y en política los errores se pagan caros, en esta guerra la lucha está presente en todos los terrenos, y por la patria, por Chávez y el futuro estamos obligados a ganarla. A esta oposición hay que derrotarla, no hay otra salida. Tenemos que estar claros y muy conscientes que esta es una pelea entre dos proyectos políticos bastante antagónicos- socialismo contra el capitalismo- y que el proyecto que encarnamos nosotros es el que se corresponde con la necesidad de construir un mundo para la vida, la paz y el bienestar general de los seres humanos; por ello, quienes estamos comprometidos con este cambio no dudamos, no titubeamos ni flaqueamos, llegaremos hasta el final y nada ni nadie nos hará torcer el rumbo. Traidores y traidoras jamás podrán detener esta marcha por la justicia social, los que se van representan una necesaria y saludable depuración, son igual a aquello que desecha el cuerpo humano como una necesidad, ya que de no hacerlo se contamina, produciéndole malestar y trastorno en la salud, de allí que por la salud de la revolución que se vayan, aquí no caben, no los necesitamos, posiblemente no lo entiendan, pero le hacen un gran favor a la revolución bolivariana; lo que hayan podido haber sido o hecho ayer, eso quedará sepultado en el lodazal de la traición y la abyecta deslealtad. El pueblo los recordará solo como inconsistentes, vulnerables, frágiles, falsos y traidores a la revolución, porque la patria revolucionaria se construye con gente consecuente y curtida en el combate diario, con esos de los que hablaba Bertol Brecht, los que luchan todos los días, los que son siempre y no los que fueron una vez, y pretenden usar ese pedacito de historia como credencial per-se, y el día menos pensado le ponen precio a su pasado vendiéndolo al mejor postor. La tarea que nos hemos planteado no es para burócratas ni teóricos, desfasados y desarticulados de los procesos reales, anclados en el pasado y que oportunistas al fin, le toman buen gusto a la comodidad de los altos cargos, pero que cuando las contradicciones de clase se agudizan y se profundiza la lucha ideológica se comportan como ratas que abandonan el barco, temerosas de un hundimiento, la diferencia está en que nuestro barco lejos de hundirse, viene definiendo claramente el rumbo hacia el puerto seguro, que no es otro que el socialismo revolucionario, por un mundo mejor para las nuevas generaciones. Estemos claros que será nuestra orientación política la que a lo interno irá moldeando y edificando este proceso revolucionario, no podrá ser de otra forma, pues el legado de Chávez no debe salir de las instituciones del Estado, sino de su histórica conducta política, humana, nacionalista, militar, de su postura honesta y humilde, de su amor y vínculo con el pueblo, el pueblo que no duda, que no guabinea, por eso, ¿los otros?, que se vayan, el cambio social, la sociedad socialista la lograremos desde las entrañas de ese pueblo, desde el barrio, el callejón, desde el campo, el caserío, desde el peñero, el autobús, desde la aldea indígena y los cuarteles. Será desde allí desde donde se irá construyendo la patria buena, con gente honesta, consecuente y sacrificada por su pueblo pobre, por todas esas cosas hermosas, por las que siempre seremos soldados del ejército de los humildes, por los venezolanos de hoy y del mañana, que habrán de continuar esta gesta libertaria por Bolívar, por Chávez, por Venezuela y la América Latina que el comandante eterno despertó y echó a andar.
Ramón Blasco (Guameño).
Junio 2017