Aunque la publicación de un artículo con la firma de Manuel Isidro Molina, se produjo hace un par de días, su contenido reclama una reflexión. En lo concreto, comparto casi todo el contenido de este artículo que tiene por título "Sube la Temperatura".
Dice Manuel Isidro Molina:
"El gobierno y la MUD han hecho todo se le ha ocurrido para colocarnos en la orilla de un enorme despeñadero [y] sus dirigentes no se reconocen responsables de nada"[i].
Totalmente acuerdo. El asunto espinoso aquí es el tiempo y que estando a la "orilla de un enorme despeñadero"; el único que tiene reales posibilidades de estar en la jugada es la derecha, que junto al PSUV no han llevado a esta orilla.
Desde los centros de poder internacional e interno; el consenso se centra en la derecha. Si la salida viene por una salida no constitucional, estos centros de poder seguro que no tienen interés de tener cerca un tufito de izquierda.
La violencia ya está instalada como estrategia para no caer en el enorme despeñadero e irnos a la otra orilla para estar en el mismo despeñadero pero desde la otra orilla.
Si la "confrontación irracional e irresponsable, apuntan a un incremento sostenido de la violencia hasta los límites de una guerra civil"; el tiempo no parece ser propicio para "fortaleceremos [y elevar] nuestra exigente voz por la paz, el civismo y la reconstrucción integral, progresista y solidaria de la patria". Es muy ingenuo pensar que la derecha está en esto por la paz y el civismo.
El tiempo, como lo decía Einstein, es la manera como la naturaleza evita que todo ocurra en un mismo momento. Nos atrapó el hirpeliderzago de Chávez y dimos una extensión a ese fenómeno, permitiendo entregar nuestro derecho a elegir. Nos conculcaron ese derecho en las filas del proceso y hoy pagamos duro este silencio, porque se consumieron la herencia.
Hay que reconocer que se concedió mucho tiempo y es el que hoy no se tiene. Independientemente de lo que suceda, el punto es construir una fuerza casi desde la nada, porque hay voces pero sin fuerza. El escenario más visible es que una de las minorías se impondrá. Es casi una ilusión, que "la mayoría decide [y] siempre termina imponiéndose con un sentido humanista". Es más; el problema no es la mayoría. El punto crítico es la ausencia de una fuerza humanista y revolucionaria, que le salga a la cacería que la derecha tiene montada.
