La dirigencia opositora y sus amigos ex
Chavista
anarquizados, escuálidos y derrotados
se miran el ombligo y
sigue menospreciando al Poder Popular.
Pensamiento del Autor
Ayer, simulando como votar, derrotamos a la autoridad de la iglesia católica, atrasada y excluyente. Derrotamos a los laboratorios de guerra sucia y sus complejos bélicos. Derrotamos las infamias de los idiotas de oficio disfrazados de intelecto.
Conjuramos a los demonios advenidos en expresidentes desprestigiados ante sus pueblos, que como zombis deambularon por las calles de una Venezuela viva, pujante y en revolución. Derrotamos a los gritos de los enajenados, la muerte y las incoherencias de una dirigencia opositora comprometida con la ultra derecha lechuguina y recalcitrante cuyo proyecto político se arrodilla en culto a la ambición. Derrotamos a los inseguros y escurridizos tránsfugas de su historia, ex empleados de la revolucion, que viven en la frontera entre la traición y la ambición desmedida.
Derrotamos a la guerra y certificamos que la salida es la Constituyente.
Ahora nos queda, ganar las elecciones, construir la paz, recomponer y avanzar junto al pueblo todo, con el pueblo todo, en el pueblo todo.
Como dijo el comandante eterno: El que quiera patria venga con nosotros.
Lo lamentable es que esa dirigencia de la oposición no aprende, no quieren aprender y menos aceptar que esta derrotados por ellos mismos. Por sus odios, por su arrogancia, por sus egos anquilosados en los siglos del oscurantismo cuando ricos y poderosos pisoteaban a los pobres.
Opositor que me lees, el Presidente Nicolás Maduro sigue con la mano extendida. Ya basta de violencia, denle un chance a la vida. Vamos a Constituyente.