En el mundo científico i médico, cuando se adoptó el concepto de “muerte cerebral” para el progreso legal i humano de la ciencia médica que permitiera los transplantes i diera fundamento para estudiar, serenamente, no solamente la eutanasia pasiva, sino la eutanasia activa que es más humanitaria i menos cruel que la pasiva admitida por la iglesia i una serie de instituciones que ignoran otras ciencias, como la psicología, la sociología i sobre todo la filosofía, se estableció definitivamente también que, la muerte cerebral es al mismo tiempo la muerte de la personalidad, tema que estudié, traté i dicté docencia por años de mI vida en la Cátedra de ÉTICA MÉDICA, que fundé en la Escuela de Medicina de L.U.Z. Tema, igualmente que tratan los políticos i abogados con desconocimiento casi total de lo tratado, i con dogmatismo i estupidez por los hombres de las religiones, especialmente la medieval iglesia católica. La muerte del cerebro, es pues, la muerte de la personalidad, porque en este sitio maravilloso i misterioso, hasta con mapa de sus rincones, pese a los grandes descubrimientos contemporáneos, sólo muestra sus frutos intelectuales por el hacer o actuar de los seres humanos. I entre esas cualidades que “encontramos en él”, como la prodigiosa conciencia o los sentimientos puros i nobles que dan forma a la personalidad, está la dignidad entre otros valores en el sentido filosófico del término. I lo que ha hecho diferir siempre i el límite creo que nunca se superará, es que el disco duro de una computadora, una especie de cerebro artificial caracterizado por fidelidad de datos i rapidez en las respuestas, trabaja programado, o mejor, en base al programa que le asignemos, en distintas parcelas del conocimiento, siendo fundamentalmente deductivas i mui poco inductivas, porque no tienen la creatividad infinita del cerebro del hombre que, precisamente las fabrica a ellas. Este breve recuento es necesario, para quien le gusta razonar sus argumentos, porque el cerebro humano también se viene programando a medida que crecemos, nos desarrollamos i vamos colocando en mente, todo lo que pasa a través de los cinco sentidos, lo que destacó John Locke, cuando se dice que estableció los límites de la experiencia i que, ofendió tanto a los dogmáticos e irracionales de la Iglesia, cuando en algún tiempo ya superado, quisieron establecer que Dios era una idea innata.
Ahora para hacerme un poco más comprensible, diciendo que nuestro intelecto tiene esta “historia” natural, llegamos a un convencimiento que nos lo destacó Carlos Marx, cuando expresó que “no es la conciencia del hombre la que forma a ser social”, sino que “es la vida social la que conforma la conciencia del hombre” porque lo apriorístico (lo independiente de la experiencia) ni en las matemáticas han podido probar que es lo que vale en el conocimiento; son una herramienta portentosa de ayuda, pero hasta está demostrado por un Teorema de Gödel su incompletitud; por lo cual lo independiente de la experiencia, la Razón Pura kantiana, cuando vamos a la acción, a la vida cotidiana del hombre, es más Razón Práctica o ética (que viene del ethós griego, costumbre) ya le había atribuido ese origen en un librito que la precedió i sobre el cual mi primera esposa i yo, hicimos un trabajo ético en torno a: La Metafísica de las Costumbres. Por eso, tal como la experiencia práctica, los juicios sintéticos más que los analíticos, nos van educando el cerebro i forjando valores que, arropados de dignidad, que fundamentalmente es el respeto a sí mismo, por lo que vale la pena hasta morir, pues bien decía Voltaire, que si solamente tuviésemos que vivir dos días, no vale la pena pasarlos arrastrándose ante despreciables bribones. I eso es también la personalidad, la cual debe solamente perderse con la muerte.
Por ello, cuando veo tanto periodista escuálido, mediocre, bribón i vendido por billetes verdes, a los bribones de un Imperio capitalista, inhumano, terrorista, invasor i cuanta atribución maligna pueda señalársele, estimo que son casos psiquiátricamente perdidos. Ya no hai vuelta atrás; sus cerebros están programados hace muchos años (algunos desde niños) i en consecuencia con una personalidad mui pobre o una conciencia sumisa, dogmática i sin libre albedrío, aunque fingiendo una personalidad o mostrando a veces una dignidad ofendida, lo que trae a la memoria la frase de José Ingenieros: “Nadie puede ser ofendido en su dignidad, si antes no se ha ofendido a sí mismo”. Esto nos llevaría por un extenso camino psicológico, sociológico i filosófico. Por eso paso a lo de cobarde.
¿Quién es una persona cobarde? En realidad la palabra tiene sinónimos mui comunes como medroso, encogido, gallina, miedoso, pusilánime, tímido, etc., que pueden denotar escalas de miedos o temores que se aplican a veces a personas reservadas o con pocos arrestos que el famoso médico español Gregorio Marañón, ha descrito como temperamento de hombre tímido; pero en realidad pueden confundirse todos estos adjetivos como dice J.M.Zainqui “con una cierta anormalidad o desequilibrio psicológico, si bien su comportamiento social o manifestación externa, produce efectos contrarios”. O en otras palabras, aparenta a veces otra cosa, finge, i por eso este autor define COBARDE como “talante del hombre o de su acción que carece de valor y brío y con aviesa intención”. De este modo, sabemos que muchos de los que son de los más “echones” como dice el pueblo, en el fondo son los más cobardes, tienen la conciencia más sucia, arrastran su dignidad i pueden llegar a extremos como traidores a la patria; en el caso de la política, ejemplos sobran en esta triste oposición. Por eso es que considero primero que todo cobardes, a hombres que nunca han pensado en la patria, una extensión, un espacio entre tierra i cielo donde vivieron, trabajaron i lucharon por la vida nuestros antepasados; libertada por la heroica i hasta bella gesta de Independencia, con unos héroes que lo sacrificaron todo, por dejarnos este suelo hermoso, soleado i noble, para crear el sueño pasajero de la vida de todos. Para que cada día sea más grato i acogedor a nuestros hijos, nietos i todas las generaciones por venir; para que cada día la hagamos más grande i feliz i sea tomada en cuenta en la hermandad de repúblicas buenas cuya sublime aspiración es la paz, la armonía i el amor.
Así en los suelos, las montañas, los ríos, los lagos i el mar que nos rodea, son propiedades comunes de todos los que soñamos con las mismas cosas, porque la vida es breve i pasa sin percatarnos del tiempo i el espacio consumidos. Es el mismo globo terráqueo como diminuta nave espacial de la que nadie puede bajar i que su destino i su cuido es de todos. En consecuencia resulta inconcebible que, la conciencia sucia, la indignidad i la cobardía, puedan ser motivos para destruirlo todo, para venderse al mejor postor, traicionar la vida, la historia i a sus compatriotas, por la sola, vanidosa i pervertida voluntad de poder. Llegar al poder para seguir siendo poderosos i ricos, mientras la gran mayoría sufre i se empobrece, i con el gesto más ridículo de la cobardía extrema: creerse hijos de dios i dueños de todo. Por eso tal vez expresara F. Bacon: “Más vale no hacerse idea alguna de Dios que hacerla indigna de Él”. Llegar al poder para entregarlo todo al extranjero a costa de unas encomiendas o migajas; llegar al poder para hacer patente una cobardía patológica; una conciencia irreparable, una personalidad degradante, es enfermedad mental. Eso son los contrarrevolucionarios a quien no ofende sólo la revolución, ofende el legajo intelectual i político de nuestro Libertador...ofende Sucre; ofende Urdaneta, ofende Simón Rodríguez; ofende Miranda, en fin, ofende la Virtud, la Verdad i la Justicia.
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