“El ex ministro de la Defensa y actual embajador de Colombia ante la OEA, Camilo Ospina, aseguró que Venezuela tiene dos fábricas que sirven como fachada para extraer uranio de dos minas.”, según lo informa hoy Aporrea.
Sumamente sospechosas las declaraciones del embajador de Colombia ante el Organismo Regional, Camilo Ospina, quien ha sido recientemente designado en dicho cargo luego de haber desempeñado el Ministerio de la Defensa, precisamente en momentos en que se produjo en Venezuela la detención de un grupo de cien paramilitares que venían a asesinar al Presidente y el secuestro por autoridades colombianas en territorio venezolano del Rodrigo Grande, lo que -obviamente- las convierte en un dardo bien venenoso contra Venezuela, tanto porque es una reiteración de lo que afirmó dicho funcionario en semanas pasados, lo cual fue rechazado por las autoridades venezolanas, como porque en los próximos días llegará al país en visita oficial el presidente de Irán, país ese que mantiene una postura soberana en su decisión de enriquecer uranio para fines pacíficos, frente a la decisión de los Estados Unidos y la Unión Europea de impedírselo, saltándose éstos países desarrollados a la torera los convenios internacionales que sí lo permiten.
El alto funcionario uribista Camilo Ospina, aseguró que Venezuela tiene dos fábricas: "…una de bicicletas y otra de motocicletas. Esas dos fábricas son una fachada para una excavación de uranio". Agregó, además, que: “Venezuela no tiene como enriquecer uranio, pero Irán sí. Si eso llega a pasar tenemos un problema de verdad". Queda bien clara la intencionalidad de tal denuncia y no por casualidad ha estado difundiéndose desde hace algunas semanas a través de grupos de la extrema derecha venezolana radicada en Miami.
Ciertamente que detrás de esta persistencia del funcionario colombiano sobre un tema tan delicado y que en buena medida abona las acusaciones recientes de voceros del gobierno yanqui de que Venezuela le da refugio a terroristas no solamente en la zonas fronterizas colombo venezolanas, sino en la Isla de Margarita, tiene que haber una deliberada política del gobierno de Uribe de contribuir a potenciar esa matriz de opinión de que nuestro país es un santuario del terrorismo internacional, pues no debemos olvidar que los embajadores no tienen voz propia y menos para temas de tal envergadura. Ellos son la voz única y exclusiva de lo que en materia internacional sostengan sus respectivos presidentes. En el desempeño de sus funciones diplomáticas no hay cabida para que expresen sus puntos de vista personales.
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