De pequeño se forma imitando personajes de ficción, idolatrando el
mercado sin tener los medios de pago, como estudiante es incapaz de
asimilar la clase y solo supera el grado inmediato por otros medios
extra académicos.
Así pudiera ser el origen de una clase de personas cosificadas,
enajenadas, quienes sin formación de valores éticos, ideológicos o
religioso escalan posiciones pasando por encima y por debajo de lo que
sea y de quien sea.
No tienen prejuicios para el uso de cualquier método que les permita
lograr su objetivo, tienen la costumbre de ganar indulgencia con
escapulario ajeno, son rastreros y jalabolas por naturaleza, aplauden
los chistes malos del jefe y cuando este cae en dificultades, no lo
piensan dos veces para cambiar de bando.
Su posición es preservada con el arma poderosa del chisme y la adulación.
Cuando llegan a posiciones importantes, dejan de "ser políticos y se
convierten en técnicos", se arropan en la cobija del protocolo y
cambian su modo de vestir, hablar y hasta de caminar.
Pero su naturaleza mas genuina es la negación de su clase, su
inestabilidad emocional y afectiva.
El traidor puede comer en tu mesa como Judas comió con Cristo, el
traidor sabe camuflajeár sus verdaderos intereses y cuando los ve
amenazados, no lo piensa dos veces para asumir la posición de víctima
para justificar lo injustificable de sus propios errores.
En todas partes hay un traidor; "por sus frutos los conoceréis"...