Escribió Arévalo González, a finales del siglo XIX en el marco del intercambio epistolar entre el citado Arévalo González y Romerogarcia, para convencer al primero con respecto al castrismo: "Déjame persistir en mi creencia de que no basta derribar el ídolo, si los sacerdotes quedan. El jefe de un pueblo que no quiere vivir en tinieblas debe pulsar perennemente la opinión pública por medio de la prensa libre: deja pues que mi ingenuidad sea la arteria donde pueda contar el General Cipriano Castro las pulsaciones de esa querida enferma que se llama Venezuela".
Viendo a la distancia, notamos el inmenso poder que tiene la información veraz, bien comunicada, pero sobre todo ejercida ésta función pedagógica, por todos los sectores que hacen vida en la Patria Venezuela, sobretodo los sectores que sustentan la vida de los pueblos, pero, que injustamente, no se le reconoce: los pobres. Ello, de haber sucedido, habría coadyuvado en el logro de una auténtica identidad con la Patria y por ende la existencia permanente de una Patria venezolana..
Se infiere, en lo expresado por Arévalo González, que la opinión en ese tiempo, igual que hoy, por lo general, la fijaban siempre los sectores hegemónicos, según sus intereses. Tales como la oligarquía, con la ayuda de la pluma de una intelectualidad oscilatoria entre los giros de las apetencias e intereses de la oligarquía. Por eso, él se resiste a apoyar a Castro irrestrictamente, y más bien se ofrece para ser el medio de comunicación que conecte al Presidente Castro con el pueblo, contrarrestando a esa casta de intelectuales mercenarios que a principios del siglo XX, al igual que en la actualidad, demostraban una flexibilidad acomodaticia.
Hoy, gracias a la revolución bolivariana y socialista la clase pobre, tiene la posibilidad de fijar opinión, y es ese factor el que con toda seguridad a detenido en gran parte la tradicional fortaleza de la oligarquía para marcar la ruta del país. De no haber sucedido así, ya la derecha habría derrotado la revolución. Ello nos obliga a redoblar esfuerzos y seguir luchando para avanzar en el logro de la sublime Justicia social y no retroceder de lo alcanzado.
Los triunfos ante tan descomunales como crueles ataques, estimulan al pueblo a persistir en su apoyo a la revolución bolivariana. Ciertamente el imperio ha intentado derrumbar esa identificación entre el mayoritario pueblo revolucionario, bolivariano y chavista, y su Gobierno revolucionario y socialista. Pero, siempre ha topado con la auténtica resistencia del pueblo, manifestada en el ejercicio de la CNRBV y la férrea voluntad de no pedir ni dar cuartel en la guerra planteada por el imperio agresor.
Igualmente hoy, viendo a la distancia, podemos advertir, otra situación, que aunque oculta en las brumas de los archivos. Nos muestran su vigencia casi milagrosa, y es la actitud desmemoriada del pueblo que no llegó nunca a adquirir una identidad con la Patria, o se podría decir, nunca existió la patria, "solo fue un sitio donde nací, y que nunca me terminó de gustar porque siempre me trataron muy mal, peor que a un extraño". Eso sucedía entre las mayorías excluidas, abusadas, explotadas, etc. Mientras, que entre los oligarcas primaba la percepción que Venezuela era solo un pedazo de tierra negociable, al mejor postor.
Muestra de ello, un hecho sucedido en 1861 cuando unos oligarcas, ancestros de la actual caterva opositora, perpetrando su tradicional afición al poder extranjero. Ofrecieron el 70% del territorio venezolano al Reino Unido, a cambio de obtener la participación de Inglaterra en la guerra Federal, para evitar que el populacho, asumiera el Poder. Hecho que hoy replican los líderes opositores herederos de la satrapa oligarquía goda, que no dudó en regalar, tajadas de la Patria para conservar un poder hipotecado y sin soberanía. Pero ésta vez, la potencia destinataria de la entrega de la Patria, su independencia, soberanía y la vida de los venezolanos, es el imperio gringo. Es lo que han consumado los líderes opositores al solicitar miserablemente, el asesinato del pueblo venezolano, mediante el bloqueo, comercial y financiero al cual no somete el imperio con las sanciones que nos han aplicado ilegalmente, en delictual violación de nuestros ddhh.
Concluimos, que el pueblo venezolano debe adquirir una firme y auténtica identidad con la Patria, condición necesaria para que la Patria venezolana exista.
Lo aquí descrito, nos revela que nada de lo que nos sucede como pueblo, es nuevo. Ese acontecer cíclico: acciones, reacciones y vuelta a suceder, significa que no logramos vencer porque no tenemos identidad con la Patria. En consecuencia no tenemos ninguna Patria que defender. De allí, que se hace pertinente formarse una Conciencia patriótica firme, ante los embates de los prevaricadores y nuestra propia indiferencia e irresponsabilidad.
¡Independencia y Patria soberana y Socialista!
¡Chávez vive!
¡La Patria sigue!
¡Viviremos y venceremos!
William Castillo Pérez (el indio)