El Presidente Maduro dio sus explicaciones sobre las limitaciones impuestas por Portugal y empresas navieras para permitir la llegada oportuna de pernil para el Pueblo; unas disculpas que carecen de sentido y bien parecen elaboradas por los responsables de gobernar la gestión pública de la agroalimentación, donde el sector militar tiene mucha fuerza política y es capaz de elaborar hipótesis convincentes para un Presidente, pero increíbles para los beneficiarios de las políticas decididas por Maduro. Estas explicaciones coinciden en el tiempo con un excelente artículo del académico portugués Boaventura de Sousa Santos sobre Revolución y Democracia (http://www.other-news.info/noticias/2017/12/revolucion-y-democracia/#more-14352) quien señala "…no es admisible que se sacrifiquen generaciones enteras en nombre de un futuro luminoso que hipotéticamente vendrá. Quienes más necesitan de la revolución son las mayorías empobrecidas excluidas, discriminadas y arrojadas por la sociedad injusta en zonas de sacrificio". Sin querer, describe el drama alimentario de este fin de año, donde los burócratas han abandonado el control de las cadenas priorizadas y de las políticas diseñadas por el Presidente para el bienestar temprano, porque el futuro de esta revolución comenzó hace 18 años.
Las políticas sobre producción de cerdos en Venezuela permitirían pasar de una disponibilidad nacional de 3 a 6 Kg/ persona/año y en los meses de alto consumo de cerdo vendrían importaciones subsidiadas que pudieron haber representado al menos dos Kg adicionales por persona por año. En ese momento los productores de cerdos (no les gusta que le digan a sus animales cochinos) estaban engolosinados con la apertura de Chávez. En un evento en el Hotel Pipo de Maracay, los productores de cochinos le brindaron un aplauso que pudiera decirse que no ha terminado. El resultado fue que en el año 2012 se estimaba que el consumo aparente de carne de cero estaría por los 12 Kg/persona/año, logrado con la producción nacional y con bajas importaciones esporádicas ocasionales, como las decembrinas. Luego, entendemos hubo un enfrentamiento con el liderazgo de los productores, se abortó un plan de producción familiar y campesina de cerdos en sistemas menos exigentes de alimentos balanceados, y seguimos en las mismas. El negocio de importar cualquier cosa es lo que genera esas explicaciones, porque habría de aclararle al país que esas políticas productivas nacionales se detuvieron en beneficio de los intereses publico-privados y cívico-militares de importar carne de cerdos. Allí está la mascada.
Recientemente, una investigadora Premio Nacional de Ciencias, Rita Tamasaukas, alertó en Facebook que la población de hembras reproductoras de cerdos se acerca a la cifra de 45.000 vientres con tendencia a seguir decreciendo, lo que significará menos perniles para el futuro, no por causa de los brasileños ni portugueses, sino por nuestra culpa, nuestra grandísima culpa, por culpa de la gestión que se hace en la producción de proteínas de origen animal.
No convenció el Presidente Maduro a nadie con esa aclaratoria sobre los perniles, en muchas comunidades hay malestar culpa de la pesada burocracia que además desmontó la producción nacional de cerdos. Pero, puede convencer si en este día de los Inocentes sorprende con unas cuantas destituciones y con una auditoría a las importaciones de pernil y otros alimentos ordenadas por su persona para el bienestar del Pueblo, aquellos para los cuales el futuro comenzó con la Revolución Bolivariana Socialista en un modelo de democracia participativa y protagónica.