¡Que bonito!

En los últimos meses, el gobierno nacional ha diseñado un carnavalesco escenario de campañas electorales, basado, por un lado, en la persecución política sistemática, así como en la inhabilitación de potenciales o reales candidatos y partidos políticos, y, por otro, en el monumental despliegue de una política de repartición de bonos de todo tipo. ¿Pero de dónde saca el gobierno tanto billete? Del presupuesto nacional, por supuesto. Nicolás lo dijo él mismo en cadena nacional: el pago de los bonos del Niño Jesús, de los Reyes, de las "barrigonas", de Carnaval, de "guerra económica" y cuanto bono se le ocurra, proviene de la recaudación de impuestos. ¿Pero es acaso la finalidad de esta política de la piñata la de "proteger al pueblo" contra el lobo maluco que promueve "la guerra económica", o la de proteger el voto? En tal caso, salta a la vista, para aquellos que no somos economistas, lo incongruente de esta hemorrágica regaladera.

Efectivamente, ¿no se supone que el presupuesto nacional y la recaudación de impuestos deberían servir, por ejemplo, para el desarrollo industrial y agropecuario del país, única garantía para reducir nuestro nivel de dependencia en relación con las importaciones? ¿O para iniciar un verdadero proceso de soberanía económica y dejar atrás el modelo rentista tan vituperado por el gobierno? ¿O para reconstruir la red de más de quinientas empresas públicas, la mayoría quebradas? ¿O para salvar, por ejemplo, empresas nacionalizadas tan emblemáticas como Lácteos Los Andes, Aceites Diana, Fama de América, SIDOR, Cementos de Venezuela o Agropatria, desmanteladas por la ineficiencia de la burocracia roja? ¿O para reconstruir el Metro de Caracas, hoy en día a punto de llegar a un paro técnico? ¿O para levantar la red hospitalaria y reconstruir las escuelas, muchas de las cuales fueron saqueadas en los últimos años con la complicidad de FEDE (ente adscrito al Ministerio de Educación)? ¿O para pagarle sus cesta-tickets a los pensionados, que hoy en día apenas alcanzan a pagar un kilo de queso con su mísera pensión de trescientos cincuenta mil bolívares mensuales? ¿O para terminar la red ferroviaria, paralizada desde hace años y diseñada por el Presidente Chávez como garantía de desarrollo industrial y agrícola del país? ¿O para reconstruir y ampliar la infraestructura de procesamiento, distribución y comercialización de alimentos de primera necesidad, como las empresas CASA, Mercal, PDVAL y Abastos Bicentenario, también desmantelada por la misma burocracia roja que trata de tapar su colosal ineficiencia agitando el espantapájaros de las Empresas Polar? ¿O para sanear las empresas públicas como CANTV y Corpoelec, en vez de dejarlas a la deriva para luego probablemente venderlas al capital privado a precio de vacas flacas, receta clásica del tan satanizado neo-liberalismo? ¿En fin, para permitir que nuestro tan golpeado pueblo regrese a un nivel mínimo de normalidad? Por lo visto, la corporación PSUV-Gobierno está más interesada en proseguir indefinidamente su política rentista y clientelar de la piñata que en darle un mínimo de bienestar al pueblo. ¡Que siga, pues, el carnaval macabro!...



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Samuel Bravo

Artista plástico, vocero del Consejo Comunal Madre Tierra (parroquia La Pastora, Caracas) y miembro del Colectivo Cultural Toromayma

 yekuanabravo@gmail.com

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