La construcción mediática con la cual, lo más atrasado de la derecha mundial pretende descalificar al Presidente Maduro tachándolo de dictador, choca contra la realidad concreta que sigue demostrando que la base tangible que sostiene el ideario revolucionario bolivariano, es la democracia participativa y protagónica, en la expresión más pura del ejercicio pleno del sufragio universal directo y secreto para toda la sociedad y de la participación real en la toma de decisiones comunales y partidistas.
En consecuencia, hoy son muchas los gobiernos del planeta, que a pesar de no coincidir en lo ideológico político con la democracia participativa y protagónica antes señalada, ven con asombro, como los encomiados opositores criollos, se han diluido en sus contradicciones internas por hacerse del poder y retrogradado rumbo a su auto destrucción, solo por no aceptar la plena valides del proceso chavista bolivariano que en todo caso, es el plano simbólico sustantivo y concreto, que regula la praxis social democrática en la Venezuela del siglo XXI y con la cual se ha construido el Estado social de justicia y derecho que se deriva de la Constitución de 1999.
No me cansare de repetirlo, pero las intenciones de la oposición son claramente golpistas, extraordinariamente apátridas y absolutamente comprometidas con la acumulación de poder para las minorías dueñas del capital. Por ello, lejos de hacer política de masas, plantear un ideario, una utopía, un camino por donde civilizadamente transitar, se subordina al mandato guerrerista imperial de los EEUU, se pliega a la tentación de asalto de las riquezas naturales y minerales del país y sobre todo, se arrastra ante las órdenes del hegemónico socio cultural y el pensamiento único, inmutable y dogmático del American Way of Life.
Aunque hay que reconocer que a primera vista, cualquiera pudiera pensar que la oposición venezolana teme a las elecciones por no tener un candidato alrededor del cual aglutinar sus fuerzas, pero la verdad es, que el asunto es mucho más profundo que la decisión de participar o no participar en el evento comicial, pues sus objetivos siempre han apuntado al exterminio de la Revolución Bolivariana y por ende, están entrampados, pues si participan validan la institucionalidad Constituyente que les convoca a este proceso político participativo y protagónico tal y como se ha hecho en Venezuela desde la llegada de la revolución, y si no participan, se anulan como fuerza opositora legal cuyo espacio político tienen garantizado en la estructura del Estado.
En ese sentido, hemos visto como esa oposición dogmática, enclavada en lo más profundo prejuicios del capitalismo atrasado y ramplón con pobre discurso devenido del Macarthismo de los años 50, insiste en exacerbar los temores de la auto denominada clase media, analfabetizada, enajenada de sí mismo y sobre todo incapaz de asumirse como fuerza social colectiva, la cual ha hecho suyo los más encomiados odios de clase, a pesar que en las mayoría de los casos, el estrato social originario de sus miembros, es la marginalidad profunda (campesina, rural o urbana) que le es particularmente inherente al capitalismo que defienden.
Adicionalmente, la borrachera neoliberal de la derecha impuesta en el sub continente producida por la llegada al poder de los mansos perritos de la alfombra, si bien le insuflo aliento a la marchita oposición criolla, en cuanto de sus posibilidades de ascender al poder, tal y como sucedió en el 2015 con el triunfo obtenido en la AN, hoy gracias al resultado de sus obras: privatizaciones, aumento de servicios públicos, desempleos, supresión de la inversión social etc, le hace un flaco favor a la cacareada promesa de bienestar, democracia y libertad, con la que la TV de derecha (Globovisión a la cabeza) y los mediatizados dirigentes de la oposición, decoran sus infructuosos discursos proselitista.
Por lo antes expuesto, la oposición huye despavoridos a ocultarse en las faldas del imperio, a la espera de una invasión de tropas multinacionales, que venga a esta tierras a edificarle un tinglado gubernamental, sin pueblo, sin alma, sin fines colectivos, ni proyectos sociales. Cualquier parecido a Iraq y Libia, no es coincidencia, pues la fuente inspiradora es la misma: Minerales, Agua y Energía y los ambiciosos son los mismo, traficantes capaces de vender hasta a sus madres para satisfacer su afán de lucro eterno.
Pobre oposición, se les desbordan las ambiciones de poder, no admite las reglas del juego democrático, se vende cual ramera barata al mejor postor, no consigue como derrocar a la revolución y menos aún como vencer al Presidente Maduro. La razón es una sola, este pueblo bolivariano es sabio y consiente que la situación que padece tiene su origen en la oposición que lo propicia y por eso, nunca jamás volverá. Viva el Presidente Nicolás Maduro.