Comencé a odiar a los gringos desde muy pequeño. Los conozco desde hace tiempo y a pesar de saber de lo que son capaces no les tengo miedo. Los conozco a través de otros que han sufrido en carne propia sus desmanes, sus crímenes, sus traiciones, sus mentiras, sus corruptelas, su amoralidad. Los conozco a través de distintos tipos de literatura: desde libros de análisis políticos, de manuales militares, de novelas, cuentos, poesía toda esta literatura me ha llevado a una rotunda conclusión, son unos grandes hijos de putas. Cuando los independentistas venezolanos fueron a la tierra del tío Sam a solicitarle ayuda, estos malditos se negaron aduciendo que ellos eran neutrales en esa guerra; no obstante, luego el Libertador les decomisó en el río Orinoco dos embarcaciones que iban repletas de pertrechos para los realistas; el pueblo cubano también los conoce al detalle, esos hijo de putas con la excusa de ayudar a la independencia cubana impusieron la enmienda Platt y todavía mantiene oprobiosamente territorio cubano bajo su tutela, Guantánamo; los argentinos, chilenos, paraguayos, bolivianos, peruanos, ecuatorianos, mejicanos, colombianos, panameños, haitianos, dominicanos, salvadoreños, costarricenses, nicaragüenses, guatemaltecos saben de las tropelías de los gringos: recordemos, por ejemplo, el papel Henry Kissinger para imponer la dictadura en Argentina luego de la muerte de Perón que se concreta en marzo de 1976 con el asesino de Jorge Videla; recordemos a Allende y el hijo de puta de Pinochet, recordemos a Nicaragua y el mal parido de Anastasio Somoza, recordemos a Guatemala y el derrocamiento de Jacobo Árbenz, qué decir de Leónidas Trujillo en Dominicana o los Duvlaier en Haití. Todas estas atrocidades la han hecho en nombre de la democracia. Para eso tienen sus manuales para torturar a sus enemigos, los revolucionarios; elaborados y probados por militares formados en la muy ""sofisticada y prestigiosa" Escuela de las Américas; técnicas que aplicaron por ejemplo el tenebroso batallón 316 en Honduras, lo propio hizo el batallón Atlaclatl en El Salvador, o el batallón de inteligencia 601 en la Argentina y qué decir de la DINA de Pinochet. Estas prácticas las conservan casi que intactas los cuerpos represivos de América Latina.
Estos son los gringos, como se acostumbra a decir en el barrio "no juegan carrito". Con todo y eso debo confesar que no les tengo miedo; me he venido preparando para cada enfrentamiento, en cualquier plano hasta ahora los he enfrentado con la ideas y mi accionar desde esta lado de la acera, la acera de la dignidad. Sé de lo que son capaces y por ello los he estudiado para seguir enfrentándolos. Pero debo decir que a esta altura de mi vida 55 primaveras sé que los conozco y por ende sé cómo derrotarlos. Pero los otros; los otros, los del patio, a esos sí les tengo culillo.
Debo confesar que les temo, me dan culillo y es que no he podido estudiarlos por completo, me confunden, dicen que son de izquierda pero batean a la derecha, son socialistas pero se acuestan con los capitalistas, son hijos de Chávez pero le abren las piernas a las transnacionales. Un día le mentan la madre a Trump y como guapetones de barrios se cuadran con los puños en alto, trazan una raya en el piso y lo amenazan que si la pisan le entran a coñazos; coño y yo me alegro y comienzo a hacer abdominales y flexiones de pecho, repaso mentalmente como cargar y descargar un AK y me acuesto haciendo planes. Al otro día leo en los titulares que se le está haciendo una invitación a Trump para conversar amistosamente con él y si quiere le llevan una reina pepeada aunque no tenemos harina de maíz venezolana se la preparamos con harina mejicana; pero que si quiere nosotros vamos pal norte, aunque sea una quimera que atrocidad. Coño y me derrumbo. Qué verga es esta. Estas estrategias no las conocía debo comenzar a estudiarlas. Por eso me dan culillo. Hablan de la guerra económica pero siguen pagando la deuda externa, una deuda externa que además de inmoral como ya hace bastante tiempo lo dijo el Papa Juan Pablo Segundo, es matemáticamente imposible pagarla como lo dijo Fidel; entonces para qué coño sigues dándole dólares, dólares que tú no tienes, a los que supuestamente son tus enemigo y te están haciendo la guerra. Por eso les tengo culillo, no entiendo su estrategia. Me dicen que viva la clase obrera, somos un gobierno obrerista; qué bueno y me alegra y comienzo a cantar la Internacional, pero luego me bonifican el salario del trabajador y no hay incidencia en las prestaciones sociales y luego el bono de la alimentación es mayor que el salario y luego la inflación me saca la lengua y la madre y luego me cobran un impuesto regresivo como el IVA y lo pago igualito que el cabrón de Mendoza que si tiene pa´ pagar, claro cómo no va a tener si recibe dólares preferenciales a cambio de arrimar una que otra miseria de sus artículos a las bolsas del CLAP, mientras lo grueso de su producción incluyendo la cerveza la vende al precio que le da la gana y no pasa nada. Por eso y muchas cosas más, ven a mi casa esta navidad, no, no, no, no quise decir esto último; rectifico, el final de este artículo queda así: por eso a esos tipos les tengo culillo.