Isidro Camacho
Uno de los rasgos más emblemático que sedujo a un porcentaje importante de la población, con el ascenso de Chávez al poder, fue la posibilidad de sectores antes invisibilisados por la democracia participativa y liberal de la llamada cuarta república del ejercicio directo del poder. Nos referimos a la involucración directa de dirigentes de barrios, de mujeres, sexos diversos, de campesinos, de obreros, de intelectuales, de militares, de sacerdotes, de pastores, entre otros en la planificación, discusión, proposición y puesta en marcha de políticas sociales que significaban el mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales que redundaran en un posicionamiento efectivo del poder desde abajo hacia arriba; que significaba una toma de conciencia que privilegiaba las discusión desde una óptica horizontal de ese ejercicio del poder.
Los primeros pasos del proceso de esa construcción fueron, qué duda cabe, los más enriquecedores en cuanto al crecimiento de un nuevo tipo de ejercicio del poder en la era de Chávez. Fue una disputa que se libró en el terreno geográfico y comunicacional. Fueron apareciendo experiencias novedosas, se potenciaron otras que aunque ye existían venían siendo golpeadas y por ende neutralizadas por el aparato burgués. Este aparato burgués utilizó para esto en la cuarta república dos vías: por un lado, la invisibilidad de esas experiencias y con ello sus deslegitimación; y por el otro, la represión; represión que se hizo por dos vías: la primera a través del ahogamiento económico y la segunda a través de la represión física directa. Con la llegada de Chávez al poder las experiencias existentes y las nuevas configuraciones recibieron de parte del gobierno apoyo económico pero además la posibilidad de participar sin ser reprimidos.
Este hermoso proceso que puso en su máxima expresión los poderes creadores del pueblo poco a poco y luego de manera brutal fue minimizado y llevado a su expresión más reducida. La pregunta que cabría hacerse es: ¿Por qué ocurrió esto? Y derivada de esta surge esta otra: ¿cómo hacer para volver a los orígenes del proceso iniciado por Chávez?
Intentando responder a la primera indagatoria, tendríamos que decir, que si bien es cierto, el aparato burgués, con el ascenso de Chávez, se resintió. No significó sin embargo, que no pudiera recomponerse. En efecto, el liderazgo telúrico del líder, su magnetismo espiritual que lograra seducir e incluso imponer por encima del resto del liderazgo político no solamente de sus opositores naturales, sino inclusive de sus propios correligionarios no fue suficiente para agotar una maquinaria que tiene siglos de experiencia opresora. El intento de construcción de un nuevo tipo de sociedad que rompiera con el paradigma capitalista del neoliberalismo y su expresión globalizadora necesitaba además de un liderazgo carismático un proyecto claramente definido. Dicho proyecto aunque se vino esbozando y expresando en la práctica no tuvo tiempo de consolidarse. Varias razones apuntan, o hicieron posible esta debilidad. La falta de una organización política, entiéndase en este aparatado, partido político; que orientaran y, dirigiera de manera colectiva el aparato del Estado. Esta debilidad entre otras cosas produjo una enorme confusión entre elementos y/o procesos que aunque intrínsecamente involucrados representan ámbitos diferentes: partido, gobierno, Estado. Debido a ello no hubo una estrategia clara para permitir ir construyendo un proceso de transición que consintiera diseñar una política a corto, mediano y largo plazo para la construcción de un nuevo tipo de sociedad distinta a la que sustenta los valores de la sociedad capitalista.
Esto fue el marco para que los nuevos liderazgos y movimientos que fueron surgiendo de manera espontánea fuesen paulatinamente y luego brutalmente castrados. De este modo se institucionalizó una élite (militar-cívica) burocrática, ineficiente, incapaz y corrupta que de manera tímida y últimamente de manera agresiva torció el rumbo. Aquí el liderazgo revolucionario mostró su cara más débil: su falta de clara ideológica y como consecuencia su traición al proceso que inició. No podemos ser ingenuos para pretender pensar que esto sucedió de manera espontánea en una especie de sopa de Oparin. No que va. La vaina fue planificada desde afuera y desde adentro. Como ya lo hemos señalado, si bien se logró golpear a la maquinaria del sistema capitalista esta siguió funcionando e hizo su reacomodo. No vamos a insistir sobre el asesinato de Chávez ya que dado el deterioro del proceso revolucionario y su involución esto cada vez es más evidente; quiénes participaron en ello se deduce sabiendo quiénes vienen beneficiándose por ello. Hasta aquí dejamos este tema con la intencionalidad de auspiciar el debate y la confrontación; confrontación que ubica dos aceras; por un lado, a quienes creemos en una sociedad distinta a la capitalista y por el otro, a quienes la defienden.
Intentando nuevamente responder a la segunda interrogante debemos ser tajantes en decir que: lo primero es la reconstrucción de un liderazgo colectivo en igualdad de condiciones: ni hijos de Chávez, ni dirigentes históricos. No se trata de ese maniqueísmo. Se trata de la reconstrucción de un liderazgo en igualdad de condiciones que permita el protagonismo del pueblo venezolano. Un liderazgo horizontal de coprotagonismo, que permita discutir, consensuar y avanzar de manera colectiva; no un liderazgo, como el de ahora caracterizado por un férrea imposición verticalísima de un mande y obedezca de focas que embrutece y decepciona. De lo que se trata es de rescatar la toma de decisiones desde las comunidades de base y sus liderazgos naturales no los artificiales o cooptados; se trata, de poner coto al nepotismo y despotismo de liderazgos consanguíneos que bajo la consigna de tenemos patria lo que han hecho es manosearla y se han repartido el país por regiones geográficas y por sectores de la economía.
Así las cosas se desprenden dos iniciativas concretas para recuperar la democracia protagónica y participativa del pueblo: en primer lugar, seguir estudiando, seguir leyendo, seguir analizando, seguir denunciando, seguir agitando. Lo que se evidencia en la actualidad, con las excepciones del caso, es que existe un falso liderazgo que ha venido copando la escena política que entre otras cosas no lee, es mediocre y por añadidura es ineficiente, ineficaz y corrupto. En segundo lugar, seguir accionando desde los espacios naturales de los liderazgos y contribuir a crear redes que nos permite articular y hacernos fuertes bajo una sola consigna: SOLO LOS PENDEJOS SOMOS CHÁVEZ, NO ELLOS.
isidrocamacho@hotmail.com