Hoy amaneció lloviznando y casi me levante contra mi voluntad, todos
los domingos tengo reunión a las 9:30am con familiares de los difuntos
para escuchar sus reclamos, informar avances de gestión, además de
planificar y evaluar de manera colectiva.
Me costó llegar a tiempo pero con cinco minutos de retraso me di
cuenta que solo estaban los protectores y protectoras del cementerio,
la convocatoria fallo por la lluvia, el transporte público se paraliza
automáticamente cada vez que llueve.
Como al inocente lo protege DIOS fue muy oportuno porque la suspensión
de la asamblea me facilitaba reunir al personal para evaluar y
reflexionar con ellos algunas medidas que pondremos en marcha para el
buen funcionamiento administrativo y operativo del cementerio, fue muy
productiva la reunión ya que nos sirve como punto de encuentro para la
formación ideológica, la comunicación y que esta a su vez pueda
generar respeto y confianza para motivar la acción conjunta para la
recuperación y protección de nuestro campo santo, me llamaron la
atención dos situaciones; una señora irrumpió en la reunión y cuando
le dijeron que era una reunión del personal, ella ofreció disculpas y
se despidió diciendo que ella solo quería ver con sus ojos si era
verdad que había un nuevo director, me miro a los ojos y echando
bendiciones se despidió dando gracias a DIOS; la otra situación
ocurrió al finalizar la reunión; una joven mujer llamada; Daily
Salazar acompañada de su tía se me acerco, diciendo; que tenía un gran
problema, se cumplían 29 años del entierro de su padre, Luis Enrique
Salazar.
Me dijo que ella tenía diez años cuando su padre murió y que todos los
años volvía tratando de encontrarlo, tras su búsqueda que se prolongó
en el tiempo y ante la indiferencia de los funcionarios encargados al
no ayudarla, ella había optado por limpiar y llorar cualquier tumba
que se le pareciera a la de su progenitor con la amarga experiencia de
que siempre aparecía otra familia, ella me dijo que estaba segura de
la ubicación y yo la puse a dudar, invite a dos de mis soldados; el
viejo Juvenal y Sangronis, ellos son expertos aunque no estudiaron el
tema, tienen la sabiduría de la experiencia, mientras la joven lloraba
le mire a los ojos y le prometí que encontraríamos los restos de su
padre como sea y comenzamos la búsqueda.
La joven insistía en un área determinada de la supuesta ubicación de
la bóveda y yo le insistí que mirara el asunto desde otra perspectiva
porque no es igual el tamaño de una cosa que le ve un niño a como lo
ve un adulto, para uno es grande y para otro es pequeño, ella
comprendió y comenzó a dudar de ella misma, así ampliamos la búsqueda
más allá del área que ella señalaba como segura y a escasos veinte
metros encontramos la bóveda de su padre.
Esa muchacha lloro en mi pecho de alegría y dolor porque había pasado
más de veinte años buscando la tumba de su padre y al final la
encontramos gracias a DIOS, Chávez, Maduro y Pedro Duarte que me
colocaron al frente de esta misión.
Edwin Martínez Espinoza.
Presidente Fundación Cementerio Municipal de Cabimas.
Teléfono: