El madurismo ante la debilidad que presenta con el rechazo mayoritario de la población en el plano interno, más allá que tenga en puertas un proceso electoral manipulado, aunado con el desconocimiento que tendrá por parte de muchas naciones importantes, posterior al 20 de mayo, juega entonces a la radicalización del neototalitarismo.
En tal sentido, no quedan dudas sobre la malignidad de la geopolítica madurista que se disfraza en el ambiguo concepto de "democracia", conforme las acciones estén en consonancia con sus intereses. Así por ejemplo, vemos como la ilegal e ilegítima "constituyente" o los voceros de la cúpula del gobierno de Maduro, condenan que Lula Da Silva sea llevado a prisión por presuntos hechos de corrupción, a partir de millones de dólares que la empresa brasileña Odebrecht, habría pagado a ramificaciones estatales en tiempos en que el líder del partido de los trabajadores fue presidente, pero mientras ese mismo madurismo habla que lo que sucedido con Lula es parte de un "plan imperial", festeja que esas mismas causas generadas por el ciclón de la corrupción de Odebrecht hayan llevado a la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski de la presidencia del Perú, sólo que en este caso, esa acción no es producto de los agentes de Donald Trump, sino por las consecuencias de un "gobierno corrupto".
El madurismo entra en permanente afasia sobre las acciones de secuestro y probables asesinatos de trabajadores de prensa ecuatorianos, que según pronunciamientos oficiales del gobierno de Lenin Moreno, habrían sido cometidos por residuos de la narcoguerrilla de las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a través de los grupos terroristas que controlaría alias "Gaucho" entre las fronteras de Ecuador y el país neogranadino.
¿Y por qué calla el madurismo ante tan deplorables y condenables hechos, mientras se interesa por otros que están muy lejos de su condición geográfica? Es simple. Porque su geopolítica es aquella que condensa no el bienestar de los pueblos o de la gente, sino sus principios totalitarios sobre el poder. En otras palabras, resulta evidente que el madurismo con su silencio, apoya que el periodista, reportero gráfico, y chófer del diario El Comercio de Ecuador puedan ser secuestrados y asesinados, si tales hechos desestabilizan los gobiernos de Lenin Moreno y Juan Manuel Santos, sin importar quienes hagan tan macabra acción, mientras también vemos como esos mismos voceros del "gobierno venezolano" que se muestran afásicos con semejante situación en Ecuador, se apresuran para llamar "Estado fallido" a México o al propio Brasil, cuando profesionales de la comunicación o figuras políticas son asesinados en tales países, porque en tales hechos se ven perjudicados los gobiernos de esas naciones que no le son afectas en lo ideológico ni en sus políticas económicas.
Igualmente, hemos visto como el madurismo, apenas Estados Unidos o la política guerrerista de Trump jerarquiza sus posiciones en conflictos como los de Siria o Palestina, o lleva su flota de buques o portaaviones hasta aguas internacionales cercanas a Corea del Norte, inmediatamente salen a hablar en contra de la "hegemonía imperial", pero cuando el líder de la nación comunista que se encuentra al norte del paralelo 38, se le ocurre hacer ensayos con armas nucleares sin importar que pueda derivarse de un hecho de tal magnitud, para el madurismo eso resulta parte de la "soberanía y autodeterminación de los pueblos" ¡Vaya manera de establecer una geopolítica por la "paz mundial"
La geopolítica del madurismo sólo está inmersa entre el neototalitarismo y los residuos de la narcoguerrilla de las FARC. Para ellos cualquier país que no siga los preceptos de lo que ellos entienden por "dignidad" es un vendido ante los intereses "imperiales", pero si por el contrario, ese país, aunque nunca realice elecciones, o exista la tendencia hegemónica de un partido único, curiosamente eso es una "democracia", como el caso de Corea del Norte, China o Cuba.
En el medio de todo este contexto de alteraciones geopolíticas que se están viviendo en los últimos tiempos, en donde por cierto hasta Rusia realiza advertencias de guerra contra Estados Unidos, si éste decide actuar de manera más contundente sobre Siria, también vemos como hasta la palabra "diálogo" desaparece del vocabulario madurista. O sea, si la palabra guerra aparece dentro del léxico político de Donald Trump es porque estamos en presencia de un auténtico conflicto bélico, pero si esa palabra es pronunciada desde los aposentos del Kremlin en boca de su presidente, es porque está en búsqueda de la "paz" ¡Hipocresía del poder!
La geopolítica del madurismo en esta etapa de nuestra historia contemporánea busca pescar en río revuelto. Conoce muy bien sus debilidades internas, y trata de materializar espacios de posicionamiento en la diplomacia jíride de otros gobiernos o "grupos", con tal de encontrar aunque sea escasas voces totalitarias o de grupos guerrilleros que apoyen su nefasta y empobrecedora revolución. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea