La burguesía lleva en sí mismo su contrario

La incapacidad del capitalismo de resolver los problemas más graves de la mayoría de la población mundial, la propia lógica de este sistema criminal puesta al desnudo por Marx y Engels, impiden que bajo el capitalismo se pueda erigir una sociedad de dimensión humana, libre de la explotación del hombre por el hombre, de la discriminación de la mujer, del racismo, de la xenofobia, del fascismo y sus crímenes, de la miseria de miles de millones de personas, como precio para mantener los niveles de vida que se disfrutan los países imperiales a expensa de los países pobres.

El marxismo es una teoría social, un método científico, la teoría más eficaz para estudiar y comprender los fenómenos sociales, económicos y políticos de la historia de la humanidad. El marxismo a través de su método científico para comprender la historia continua siendo la única teoría, que nos permite analizar con objetividad, aprehender e interpretar los cambios estructurales que experimentó el capitalismo a finales del siglo XX, y nos facilita el conocimiento para tomar el pulso de su proyección presente y futuro.

El Che, estudioso del marxismo, no creía que el desarrollo económico fuera un fin en sí mismo: el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar a la persona, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo. El tránsito hacia el reino de la libertad es un viaje del yo al nosotros. Y este viaje no puede realizarlo el socialismo con "las armas melladas que nos legara el capitalismo", porque no se puede avanzar hacia una sociedad más humana si se organiza la vida socialista como una carrera de lobos al igual que en la sociedad capitalista.

Debemos leer, releer y estudiar el Manifiesto Comunista para que entendamos lo que ocurre a nuestro alrededor. El marxismo no es un dogma es una ciencia social liberadora y desalienante.

Hay que asimilar milimétricamente: para que haya justicia social y una justa distribución de las riquezas debemos profundizarse al socialismo, esto comprende que la democracia sustentable y liberadora pende del socialismo. Justamente, Rosa Luxemburgo, escribió que "la suerte del movimiento socialista no depende de la democracia burguesa, sino que es la suerte de la democracia la que depende del movimiento socialista". Ésta afirmación adquiere hoy una renovada causticidad y poder sugestivo. Luego, dijo que "quien abandona la lucha por el socialismo abandona también el movimiento obrero y la democracia".

De los dolores de parto de una Venezuela revolucionaria en transición, la nueva sociedad en formación debe competir sin tregua con el pasado. Las relaciones mercantilistas todavía están impresas en la mente. El Che previó que "la sociedad como un todo tiene que convertirse en una gigantesca escuela"; aquellos que esperan educar deben estar en contacto constante y sensible con los que están aprendiendo: los maestros también deben ser aprendices.

Marx, advirtió que "la burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumento de producción y, con ello, todas las relaciones sociales". Y, en un sistema de relaciones mercantiles donde todas y todos somos asalariados donde hay que venderse gradualmente, estamos expuestos a todas las vicisitudes de la explotación, a todas las fluctuaciones del mercado. E incluso como lo expresó el Che hasta, "se combate la idea de hacer del arte un arma de denuncia".

Podrá comprenderse que la burguesía no puede existir sino a condición de transformar, incesantemente, los instrumentos y las relaciones de producción y, por tanto, las sociales en general. En consecuencia, el curso de los procesos sociales y políticos confirma que la historia de la humanidad sigue siendo la de la lucha entre opresores y oprimidos, enfrentados siempre. Este es el drama histórico de los pueblos explotados. La batalla final no nos vendrá del cielo. Debemos entender nuestro tiempo histórico e ir hacia una política encaminada a superar el principio maquiavélico de divide y vencerás, y a establecer el postulado de unir para vencer.

La historia que antecedió a Marx es un cúmulo de datos no analizados y fragmentados que expusieron algunos aspectos del proceso histórico. El marxismo señaló el camino para una investigación universal y completa del proceso del nacimiento, desarrollo y decadencia de las formaciones sociales y económicas, examinando el conjunto de todas las tendencias contradictorias y concentrándolas en las condiciones, exactamente determinables, de vida y de producción de las distintas clases de la sociedad, eliminando el subjetivismo y la arbitrariedad en la elección de las diversas ideas dominantes y poniendo al descubierto las raíces de todas las ideas y de todas las diversas tendencias manifestadas en el estado de las fuerzas materiales productivas, sin excepción alguna.

Son los hombres y las mujeres los que hacen su propia historia, pero ¿qué determina los móviles de estas personas, y más exactamente, de las masas humanas?, ¿a qué se deben los choques de las ideas y aspiraciones contradictorias?, ¿qué representa el conjunto de todos estos choques que se producen en la masa toda de las sociedades humanas?, ¿cuáles son las condiciones objetivas de producción de la vida material que forma la base de toda la actuación históricas de los hombres y las mujeres?, ¿cuál es la ley que preside el desenvolvimiento de estas condiciones?

Marx se detuvo en todas estas interrogantes y trazó el camino del estudio científico de la historia concebida como un proceso único regido por leyes, pese a toda su impotente complejidad y a todo su carácter contradictorio. El marxismo ofrece el hilo conductor que permite descubrir la existencia de leyes en este andamiaje y caos: la teoría de la lucha de clases.

"La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días, es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales; en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes. La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clases. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de luchas por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clases. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado", escribió Marx.

La lucha de clases es el motor de la historia. Desde que la burguesía conquistó el poder político y estableció sobre las ruinas de la sociedad feudal su modo capitalista de producción, sobre ese modo de producción erigió su Estado, sus leyes, sus ideas e instituciones. Esas instituciones consagraron la existencia de su dominación de clase, y es lo que justamente combaten los revolucionarios. La burguesía lleva en sí mismo su contrario, nosotros, el pueblo.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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