Uno de los principales aspectos distintivos del pensamiento revolucionario consiste en su clara definición clasista, es decir, el carácter obrero de la revolución socialista.
Y este rasgo es fundamental para ubicar a los movimientos políticos como reales movimientos revolucionarios, pues sin el contenido histórico de la conciencia obrera se corre el riesgo de ubicarse en anacronismos o desubicación histórica pues es a partir de la concepción materialista de la historia que interpretación de la historia y el devenir de la misma es concebida científicamente como "el proceso dialéctico de la lucha de clases" ya que con la advenimiento del capitalismo, las contradicciones históricas se sintetizan como concreción histórica en los enfrentamientos antitéticos de la burguesía contra el proletariado, de la clase obrera contra la clase burguesa, explotadores contra explotados.
Esta afirmación que pareciera ser una propuesta determinista y sectaria no es más que la síntesis del aporte que hicieran Marx y Engels para la interpretación de la historia y surge como el resultado de la madurez política de los movimientos obreros en el Siglo XIX a raíz de las discusiones teóricas de las tendencias que participaron en la Comuna de París, y que debatieron en la Primera Internacional tales como el determinismo obrerista, los sindicalistas de clara concepción economicista, el voluntarismo anarquista representado por Bakunin, los socialistas utópicos, los vanguardistas como Blanqui y los partidarios del materialismo histórico con Marx a la cabeza, entre otros.
La concepción materialista de la histórica es la superación dialéctica entre las tesis de la lucha de clases contra el individualismo, de la organización de los obreros en partido contra la tesis de la vanguardia, de la necesidad histórica y la organización en partido contra el espontaneísmo.
El materialismo histórico sostiene que deben darse condiciones necesarias y objetivas para alcanzar la madurez política en las clases sociales a fin de construir un movimiento suficientemente organizado, fuerte en principios políticos, formas de lucha, con un programa claro y científicamente concebido que permita establecer los objetivos, tácticas, estrategias y mecanismos de organización a fin de lograr el éxito en sus propósitos inmediatos, mediatos y a largo plazo la toma del poder y la construcción del socialismo.
Para el materialismo histórico la conciencia de clases se puede presentar de dos formas o maneras: como conciencia en sí, es decir, conciencia de su existencia como explotado, es decir, clase que produce el capital y del cual no disfruta; y conciencia para sí, es decir, consciente de la necesidad de transformar la sociedad, de lograr el poder para cambiar el orden social, para lograr el socialismo como forma de sociedad justa, incluyente. Como conciencia en sí la clase obrera cataliza las contradicciones y provoca los cambios, como clase para sí la clase obrera le da el contenido político a los movimientos, organiza las formas de lucha, direcciona los cambios, provoca el salto de lo cuantitativo a lo cualitativo, de movimientos economicistas a movimientos políticos-históricos.
Durante la Revolución Bolchevique aparecen nuevas formas organizativas de la clase obrera y se organizó en soviets o consejos obreros. Los Consejos Obreros son estructuras dinámicas que permiten la organización, planificación, distribución y comercialización de la producción de las fábricas, comunidades organizadas, naciones. Los sindicatos fueron sustituidos por los Consejos Obreros ya que éstos constituyen la forma más avanzada de organización social de la clase trabajadora.
La experiencia de los consejos obreros enriqueció la conciencia política de la clase obrera y constituye el modelo de organización y producción propio de la sociedad sin clases que transforma radicalmente, revolucionariamente el modelo capitalista.
Como el capitalismo es una sociedad perversa las organizaciones proletarias fueron contaminadas por las dádivas a través de las cuales lograron la compra de conciencia de los trabajadores, tanto individual como organizativamente. En el caso de la Venezuela, gracias el rentismo petrolero la burguesía compró, desde sus inicios, a las organizaciones sindicales que a principio de siglo aparecieron para luchar por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores petroleros. Durante los gobiernos de Acción Democrática y Copey hubo persecuciones, prisión, chantaje y corrupción convirtiendo al movimiento obrero emergente en un parasito al servicio de la burguesía naciente. Debido a esta situación, a lo largo del siglo XX (y perdura en el siglo XIX) los sindicatos se mantienen como agencias de empleo, rémoras del estado y las empresas que, a cambio de dinero y dádivas, violan la ley del trabajo, la normativa vigente y enriquecen a una casta de bandidos que, abrogándose el derecho de organización de los trabajadores, se apropiaron de las organizaciones y centrales sindicales, pero que además, con la defensa de los bandidos que cometen infracciones dentro de sus centros de trabajo enajenan la moral y la ética de los trabajadores consolidando una clase obrera sin moral, sin principios de clase. Ese es el caso de la CTV, CODESA, CBTTV y la mayoría de los sindicatos que agrupan así como los Gremios de Profesionales (FMV, CPV, FAPUV, etc.) que al igual que los anteriores participan en el botín de las prebendas empresariales y del estado viviendo a costilla de acuerdos federativos, de la corrupción y de los aportes de los agremiados. Pero que además participaron en los Golpes de Estado y el Paro Petrolero, tal como ocurrió en el año 2002 contra el Presidente Chávez y las instituciones del país, de la misma forma como apoyaron a los crímenes y corrupción de los gobiernos adecos y copeyanos durante la IV República.
Tal es el grado de inconsistencia en su ética revolucionaria y su pobreza en la concepción de lo que son las luchas obreras, que en una nota de prensa, un alto dirigente del sindicato de CORPOELEC tuvo la cachaza de afirmar que "…los trabajadores….no tienen nada que celebrar este 1° de Mayo "porque continúan los salarios de hambre en CORPOELEC".
En primer lugar es cierto que no tenemos nada que celebrar. El asesinato de 6 trabajadores a mano de la policía de Chicago por las protestas de los trabajadores para reducir a 8 horas la jornada de trabajo realizada el 1° de mayo de 1886, y la posterior sentencia a muerte por ahorcamiento a otros 5 no es un acto para ser celebrado, pero si conmemorado por ser un acontecimiento histórico que coloca la lucha de los trabajadores por sus reivindicaciones como un acto digno de ser emulado y además, significa la lucha por la emancipación de la clase obrera. Pero pareciera que la pobreza intelectual de los dirigentes sindicales los hace incapaces de distinguir las acciones trascendentales de la lucha de clases de aquellas jornadas reivindicativistas como las luchas por aumento de salarios, que aunque importantes son el día a día en el capitalismo.
Pero no solamente esto, sino que además instigan a los trabajadores a incorporarse a la agenda desestabilizadora organizada por la derecha nacional y auspiciada, financiada y dirigida por el imperio norteamericano que incluye el llamado a quemar las calles participando en trancas de vías de comunicación, guarimbas, sabotaje, incumplimiento de sus obligaciones con el fin de sabotear el proceso eleccionario del próximo 20 de presente mes y permitir con ello la intervención militar, el derrocamiento del gobierno nacional y la derrota del proyecto socialista bolivariano.
La situación arriba planteada nos evidencia la necesidad de un salto cualitativo en el movimiento obrero venezolano. Obliga a la revisión total de las organizaciones de clase por parte del proletariado, de la clase obrera. La presencia de reformistas, traidores a la revolución en las instancias de luchas del proletariado hacen retroceder los logros obtenidos por las presiones históricas de los trabajadores a nivel internacional. Pero la vanguardia de los obreros debe sanear instituciones y librarse de aquellos que reivindican el inmediatismo, el infantilismo.
Las jornadas de 40 horas semanales, el decreto del sábado como día libre, la ampliación de los reposos pre y posnatales para la madre así como la inamovilidad laboral del padre durante los primeros meses del nacimiento de sus hijos, el pago de la bono de alimentación como parte del salario integral entre otros derechos fueron un logro que se consiguió en revolución. No son una dádiva del capitalismo.
Un retroceso, una vuelta a la sociedad de mercado implica la derogación de dichos beneficios tal como está ocurriendo en Argentina, Brasil, Honduras.
Si en Chicago el 1° de mayo de 1886 asesinaron a 6 trabajadores y 5 fueron ahorcados, hoy la defensa por los derechos en peligro de ser conculcados por el capitalismo internacional, en caso de un retorno a la democracia representativa, costaría la vida a centenares de trabajadores, decenas de mujeres, centenas de hombres, a miles de venezolanos, más aún si somos intervenidos, invadidos y gobernados por un gorila representativo de la derecha nacional impuesto por el imperio, tal como ocurrió durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez y en los gobiernos de la democracia puntofijista.
Las cartas están echadas y ya las caretas están quitadas.
Ud. decide señor sindicalista.
Hasta la victoria siempre. Venceremos
La lucha sigue siendo larga. Profundicemos nuestros triunfos
carrodcas@gmail.com