El raro duelo post-electoral.

Antes de las elecciones, escuché muchas expresiones en la calle y entre conocidos. La verdad es que últimamente discuto muy poco de política. Prefiero escuchar, ver qué sentido le da la gente a los hechos y situaciones que viven. Dialogar sobre eso, si se puede. Pero de las frases que escuché, hubo dos que me quedaron especialmente grabadas: La primera: "En estas elecciones ya sabemos quién será el ganador. Las elecciones se harán pa’ saber con cuanto perderán los demás"; la segunda un poco más radical: "lo único que se elige en estas elecciones, es con qué tipo de garrote nos vienen los coñazos".

Luego de las elecciones, no hubo un real ganador. No hubo sabor de victoria, ni clima de dignidad ni poder popular conquistado. No había imaginado yo que la sensación general fuera que nadie ganó nada. Esto me sorprendió. Obviamente con sus salvedades, pues si hubo algunas alegrías, celebraciones, y sobretodo alivios, pero no fue una emoción general.

En lo particular, yo no salí a votar. Por varias razones (que no tienen que ver con la convocatoria de la MUD ninguna). Sin embargo, aunque me vi reflejado en el resultado general de las elecciones (histórico 56% de abstención), me quedó una sensación de duelo electoral, o post-electoral. Entonces, por consecuencia, me vino la pregunta ¿cuál es este raro duelo que tengo?

  1. Venezuela en la incomodidad de Occidente.

Distintas razones se pregonaban para motivar el voto "madurista". Una de las más sonadas entre personas con característica más "militante" era "frente a la amenaza imperialista, por la soberanía, nosotros mismo debemos resolver nuestros problemas". Otras razones, entre personas con características más naturales: "para no perder los beneficios, para seguir estudiando en la misión, para mantener la caja y el bono".

Evidentemente, Venezuela ha sido una incomodidad para el orden occidental y sus dominios en la región suramericana. Hoy Venezuela es uno de los epicentros de la repartición del mundo entre las grandes potencias y trasnacionales. Son grandes intereses que nos acechan, y nos van devorando. Pero ni EEUU ni la UE con su "preocupación por la democracia y la libertad", ni Rusia ni China con su "preocupación por la soberanía del pueblo venezolano". Allí lo que hay es pragmatismo geopolítico. Ninguno de esos países y gobiernos representan solidaridad ni utopía alguna. Más bien incredulidad y escepticismo por sobre grandes sueños. Son puros intereses económicos y poderosos, a los que el gobierno venezolano viene cediendo consecuentemente, además.

Ser epicentro de una nueva repartición del mundo nos ha costado ya el 12% del territorio nacional: con la agenda del Arco Minero, la Faja Petrolífera del Orinoco y las Zonas Económicas Especiales. Hemos cedido derechos sobre nuestro territorio y recursos, dándole carácter de socios a trasnacionales gringas, inglesas, rusas, chinas, coreanas. Y esto ha sido vía decretos presidenciales (en el marco de la Emergencia Económica y Estado de Excepción), y vía decretos constituyentes (Ley de Protección a la Inversión Extranjera). Esto está más que documentado y denunciado en otros trabajos. Pero está poco asumido por la población venezolana, y en particular por la militancia chavista.

Esta ha sido una de las maneras de actuar del gobierno de Maduro, en su búsqueda por mantenerse en el poder.

  1. Pugna de cúpulas.

La mayoría de la gente no encontró razones para ir a votar. Ninguno de los bloques políticos oficiales de hoy genera una militancia en función de un proyecto de sociedad, país y soberanía. No invitan a nada en ese sentido.

La "militancia" o activismo que promueve el PSUV, es el funcionariado de instituciones públicas y servicios; y/o el trabajador comunitario, en funciones de organizar los censos de "benefactores" de programas de repartición de comida, dinero o medicinas, carnets, y otros "beneficios". Esto en cualquiera de sus formas: UBCH, CLAP, Brigadas "Fulano", "Somos Muchos", etc.

La MUD, luego de las movilizaciones y las guarimbas, no ha ofrecido ningún modelo de militancia o activismo. Ningún modelo de lucha, resistencia, y mucho menos proyecto de país.

Las élites que hoy representan la clase política, no ofrecen ninguna perspectiva real para la gente, de asumir su vida y construir autonomía. De volverse poder colectivo transformador y creador frente a sus dificultades diarias. No hay ningún modelo de acompañamiento y promoción de militancia en función de construirnos como localidades, comunidades, sectores obreros o populares, que definan o transformen su realidad, a través de un qué-hacer politizado y empoderado.

Los comportamientos de las élites políticas, se reducen a maniobras para mantenerse en el poder, o para usurparlo. Más nada. Están quedando en la nada, en cascarón vacío. La expresión más concentrada de estos malabarismos fue el diálogo de cúpulas en República Dominicana. Reuniones donde negociaban condiciones para pugnar cuotas de poder. Diálogo que no dejó nada frente a las necesidades reales de los venezolanos, ni nada significó.

Otras expresiones de comportamiento de poder por el poder:

  • Los viajes de la MUD por el mundo occidental, pidiendo presión frente al gobierno venezolano, mientras abandonan la construcción con la gente en su propio país. Llevan a cabo una parafernalia, que no es producto ni reflejo de ningún proceso o movimiento popular que estén construyendo en Venezuela.

  • Las ofertas de Maduro a poderosos: un día ofrece diálogo a los EEUU, al día siguiente mete preso a tres comuneros de El Maizal; un día ofrece gobierno de calle, al día siguiente sabotean las candidaturas autónomas de izquierda; un día ofrece diálogo para los "empresarios patriotas", al día siguiente declara una Zona Económica Especial (ZEE) en Aragua (es decir, una zona donde se flexibiliza los derechos laborales y las leyes que regulan el trabajo, donde la inversión extranjera es más jugosa que la nacional, donde hay régimen de control militar, entre otros elementos) (Sobre en qué consisten las ZEE hay hartos trabajos de registro y denuncia, aquí sólo enuncio pinceladas).

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Guayasamín, pintor cubano.

  1. La abstención no pone ni quita presidentes.

Bajo este panorama, podemos preguntarnos ¿dónde estamos la militancia popular, obrera y revolucionaria de nuestro país? ¿A qué nos estamos dedicando? ¿Por qué no huelen ni hieden?

Este año comenzó con una serie de reacciones y expresiones populares de denuncia y reclamo. Han habido, aunque silenciadas y aplacadas, diversidad de protestas, trancas de calles y autopistas, por la luz, el agua, el gas, por la falta de transporte. Miles de personas caminando por las vías para poder llevar a cabo sus rutinas. También ha habido pérdida de temor por denunciar. El chantaje moral de "no denunciar para no dar argumentos a la derecha" es cada vez más desatinado. Marcha de trabajadores en Valencia, a la que la policía le cayó a palos. Comunicados y denuncias de trabajadores en empresas estatales. Marchas en zonas industriales, que también han reprimido. Asambleas comunitarias por el transporte y otros servicios. Espacios de discusión autónoma de trabajadores que se retoman y se comienzan a potenciar.

Todas reacciones han sido parte de la espontaneidad actual de la clase trabajadora y popular, en la lucha por sus condiciones de vida y su dignidad humana. Pero con ausencia de militantes comprometidos con la causa, de un partido que acompañe, de organizaciones consecuentes y resueltas en su vocación obrera y popular. No hay izquierda para esas expresiones y esa espontaneidad, más bien, está en su mayoría preocupada con su antiimperialismo de cajita infeliz de VTV.

Es así, como la siguiente expresión grande y desgarradora de espontaneidad popular, fue la abstención del 20M. Nadie la contuvo, nadie la calculó, nadie la comandó. Fue expresión popular de cabo a rabo, de rechazo a una clase política que gobierna, o pretende hacerlo. De rechazo al cinismo y el chuleo que los marca, y que derrochan. De hastío por esa élite política engañosa y traicionera.

Y es así como llegué a la respuesta de mi pregunta inicial. Mi real duelo electoral, fue por asumir el evidente pero velado hecho, que la política formal actual es una caja donde el pueblo ya no resuena. Esto trae, por consecuencia, el riesgo de una nueva cultura política sumisa. Pero a la vez es una esperanza. Me explico.

En la década del 2000 se había recuperado una efervescencia popular de participación. Se había remontado un promedio de abstención que en los 90’ fue del 40%, reduciéndolo a menos de 20%. Si hubo un frenesí de participación e integración del pueblo a la política durante la década pasada, nos acercamos a un cierre de esta década por demás nefasto.

El pueblo sabe que no es parte de la política formal. Sabe que le caen a mentiras y engaños. Sabe que los discursos y promesas de quienes gobiernan, o pretenden hacerlo, son paja sin cagajón. El pueblo fue fiel a sí mismo, en tanto no expresó su confianza a cúpulas chulas. Se desentendió.

Uno de los riesgos actuales es que esta reacción espontánea popular, se convierta en nueva cultura política. Pues sin acción, en unos años podemos vernos en el espejo de Chile o Colombia, donde la participación política está más que estropeada. La abstención no pone ni quita presidentes. En esos países las élites logran mantenerse gobernando, bajo un sistema "democrático" donde el pueblo está sumiso y no se expresa. Es un nuevo riesgo para Venezuela.

Sin embargo, esta expresión de auto-fidelidad popular, deja las puertas abiertas. Expresa una potencial disposición. Abiertas a las posibilidad de construir con autonomía, desechando chantajes y engaños. Esa fidelidad y posibilidad de autonomía propia, es la que debe llamarnos a los que nos decimos militantes populares y obreros, patriotas, revolucionarios. Las puertas están abiertas, las cartas echadas y el drama en transcurso. Nos toca asumir la perspectiva de base, locales, en el barrio, en las empresas. De retomar un sentido colectivo y de solidaridad de clase, una visión popular y proletaria de la sociedad. Una cultura obrera. Hora de ser de nuevo fermento en la masa. Es la hora de la clase trabajadora. ¡Es una nueva hora de ir a la carga!

Alejandro Rodríguez

V-19.693.564

Joven trabajador, militante de la Revolución.

unjovenobrero@gmail.com



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