Los títulos adquiridos por ósmosis

En este país, más que en otros que conozco o he vivido, existe una especie de compulsión, de envidia, de deseo desenfrenado por exhibir un título de doctor, así no se posea, de tal modo que ya es tradición que médicos i abogados, así como algunos ingenieros, ya usan un /Dr./ automáticamente al salir de la Universidad. Sin embargo nuestras universidades tiene ese título adicional, académico u honorífico que tiene sus exigencias, entre ellas la principal una Tesis Doctoral más otros requisitos. Por eso algunos de mis compañeros, desde décadas atrás tuvimos ese cuidado de adquirirlo i somos Doctores en Ciencias Médicas, como hai Doctores en Derecho o en Ingeniería u Odontología. Aunque es de aclararar que, hasta por los años del 40 al 50 del siglo pasado, las dos universidades existentes, Central de Venezuela i la de los Andes o Mérida, daban un solo título de doctor en medicina o en derecho. Esto es historia pasada; empero la transculturación imperial ha cambiado i deformado el idioma i me tocó una vez hacerle el prólogo a una obra de Don Tito Balza Santaella, sobre el lenguaje de las computadoras i la siembra de términos alocados i verbos deformes que nos ha introducido la informática, además de tanto disparate desde los tiempos del Padre Bartola, cuando ya se empezó a consagrar “chévere” i luego “chamo”. Lo de los títulos en cambio siguió igual i en las universidades en vez de estimularlos, los fueron escondiendo i empezaron por no exigirlo para ser Decanos i terminamos por las máximas autoridades, de manera que hoi tenemos en L.U.Z. unas autoridades rectorales que, ninguno es doctor. En una ocasión un periodista soberbio i pedante, me dijo en condición de amigo todavía: me gradué de abogado por una sola cosa; por tener el /Dr./ delante de mi nombre, pero yo de esto no sé un co…no sur, ni me interesa, a menos que sea para optar por un cargo político. Lo cierto es que mucho profesional que no sirve para ejercer la profesión que escogió, se mete a político de partido, unos como incapaces inofensivos, otros según la doctrina adeca: póngame donde “haiga”, esa contribución idiomática de Alfaro Ucero. Son pocas las excepciones.

De todos modos esos eran títulos que otorgaba la universidad i en español; ahora han surgido los “magíster” i otros tomados del inglés, pero además los más notorios: los que se adjudican ellos mismos “analistas políticos”; “analistas de sistemas”, “analistas electorales” i sobre todo, los pomposos i extraordinarios “internacionalistas”, porque si de algo parecido se hace un curso o cursillo, no es justificación para un título con el cual quieren “pontificar”, verbo este en descrédito. Ahora todos los periodistas de las televisoras, se consideran “analistas políticos” i apenas informan tergiversando las noticias, i luego viene la arremetida del comentario destructivo si es contra el gobierno. Se olvidan de varias cosas; los antecedentes; son recientes aparecidos, la cara de pícaros i embusteros los denuncia, la petulancia los hace repugnantes, la mirada de odio concentrado los dibuja como iguanas de Las Galápagos (aún siendo mujeres, como esa Bicha que ha aparecido secundando a Granielito, Martha Colomina, Ibéyse Pacheco, Marianela Salazar, Maqui Arenas, i otras a quienes, aun que el físico por ser más jóvenes las perdona un poco, tienen todo el veneno en la boca. ¿De dónde se saca, con cuáles credenciales, Juan Carlos Fernández, Roberto Giusti, Argenis D’Arienzo, Kiko, Granielito Rodríguez, Fausto Massó i muchos otros que olvido, son analistas políticos, hombres de opinión calificada o historiadores, economistas, viajeros conocedores del mundo, i muchas otras pretensiones que quieren exhibir. ¿Cuándo graban, no ven al otro día las estupideces que dicen por salir de Chávez i adorar a Bush? ¿Valen más los dólares i la vida lujosa que hipotecar la conciencia? ¿En la ONU, se sienten mejor con Bush i su imperio infame, que con su país Venezuela? ¿Vale más la doctrina pasajera i perniciosa de Rumfelds i la Negrita Rice, que lo que fundamos en la doctrina de Bolívar o Simón Rodríguez? Sin embargo, no piensen que he olvidado quizá al más nefasto de estos señores, como lo es el “INTERCIONALISTA” Julio César Pineda ¿Dónde están sus credenciales para creerse un sabelotodo internacional, cuando es pura apariencia de pelos en la cara i de malas ideas en el cerebro? Las he buscado en Internet, en revistas i en libros, i no encuentro a un genio de su magnitud. Para este señor el gobierno venezolano, pese a las estadísticas i las concesiones que le dan los organismos internacionales en cifras i en logros, nada sirve. Casi rebuzna lo mismo que el “general” Carratú i el retrasado Bobolongo de El Nazional: la única obra de este gobierno es la Trocha. Ni como chiste es bueno. Para hacer buenos chistes hai que tener ingenio i creatividad; ni eso saben hacer cuando el odio ahoga. Por qué estos señores, acostumbrados a una calidad de vida excelente, a una vida intelectual de estudios i experimentos, con una dedicación esplendorosa para las letras i a un conocimiento político como para hacer ellos solos, una enciclopedia ¿No se van a los Estados Unidos a vivir por siempre? A los 12 ó 14 millones de hispanos que tienen allá (hasta con hijos i nietos) los quieren sacar como basura i les están construyendo un bello muro…pero ¿En Interné me sale siempre una invitación para residenciarme en ese paraíso, con sueldo, vivienda, etc., i con todos los documentos posibles. ¿Por qué no traslada Bobolongo El Nazional a Miami i Julio César, con emperador por su nombre no se residencia en Washington para que ilustre a aquella pobre gente que sólo sabe de guerras i de invasiones i genocidios? Allá tendrán grandes amigos i hasta podrán rescatar el talento de grandes venezolanos de ambos sexos, como Patricia Poleo i Orlando Urdaneta de modo que al morir, quizá pasarán a descansar en el Panteón Nacional, suelo de la patria bendita i en compañía de héroes i grandes hombres. I algún día, un internacionalista también.








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Roberto Jiménez Maggiolo


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