Hace poco me referí a la urgente necesidad de desdolarizar el pensamiento del pueblo venezolano. Se trata de asumir un proceso de desalienación, de liberación de la esclavitud que ha logrado incoarse en nuestras mentes produciendo una gran dependencia y otros graves daños.
En la misma línea y de manera simultánea, es muy importante comenzar el proceso a la inversa, al cual denominamos Petroización ya que lo basaremos en la nueva cultura que comienza a asomar su amanecer a partir de la referencia monetaria Petro y del contraataque lanzado hacia el capitalismo, desde la Revolución Bolivariana y Chavista.
Si bien el capital financiero mundial ha impuesto, desde hace mucho tiempo, al dólar como moneda patrón de referencia frente a todas las monedas nacionales, hay países o grupos de países (como la comunidad Europea) que, por diferentes razones, han logrado desprenderse de esa imposición y demostrar que el dólar no es intocable.
Para las venezolanas y venezolanos, ese desprendimiento es un asunto de identidad, es un tema cultural asociado políticamente con nuestra soberanía y la lucha por la definitiva independencia, en vía hacia la construcción del socialismo.
Padecer de un pensamiento dolarizado es ser víctimas de un coloniaje en el que las armas de la explotación capitalista apuntan sobre nuestras cabezas y atacan de manera cruenta. Pero también es ser víctimas de una religión alienante cuyo Dios es el dólar y al que los pueblos del mundo parecen obligados a rendirle reverencias.
El dólar como dramática expresión de las relaciones mercantiles en el capitalismo, más que un «neutro» patrón de referencia monetaria es un fetiche que moldea la conciencia de la clase trabajadora, ideologizando su pensamiento o haciéndola falsa y alienante para que aquella rinda culto y reproduzca la dominación de quienes le explotan y obligan a vivir en permanente injusticia, desigualdad y dependencia.
Tenemos hoy la oportunidad de descolonizar nuestro pensamiento y la subcultura que se nos ha impuesto y padecemos. La coyuntura socioeconómica que ahora tenemos en Venezuela, si bien nos ha obligado a transitar por tortuosos caminos de miseria, hiperinflación y hambre, también nos ha permitido encontrar respuestas de independencia. Respuestas como el cuerpo de medidas para la recuperación de la economía y la confianza del pueblo es sus propias fuerzas y en las orientaciones del Gobierno Bolivariano y Chavista que nos guía.
Y una de esas respuestas aludidas está en el Petro, criptomoneda venezolana con soporte real en nuestras reservas petroleras (por cierto las más grandes del mundo), destinada a dar la batalla y a vencer al dólar en los campos de guerra donde libramos nuestra nueva y definitiva independencia.
Petroizar el pensamiento es librar la lucha de clases en el campo de las ideas, con armas y estrategias propias, nacidas en Venezuela.
Petroizar el pensamiento es confiar en nuestras propias y proletarias fuerzas. Es acrecentar nuestra dignidad, nuestra identidad y nuestra soberanía patria.
Petroizar el pensamiento es unirnos como pueblo, es afianzar nuestra conciencia, es luchar y vencer al burgués hasta en las batallas más pequeñas, contra distribuidores y comerciantes escrupulosos, contrabandistas y bachaqueros que han querido acabar con nuestras búsquedas y transformaciones hacia la sociedad donde todas y todos podamos vivir viviendo.
En resumen, cuando enfrentamos a la guerra económica, debemos convencernos del papel primordial que en esta lucha tiene el fortalecimiento de la conciencia, la petroización del pensamiento.