Aristóbulo ¡Dios mío!

Algún lector o lectora pudiera calcular, que este asunto mío con Aristóbulo es un asunto estrictamente personal. Jamás he visto físicamente a Aristóbulo a ninguna distancia. No he tenido trato –Dios me libre- de ninguna manera con este señor. No lo he visto físicamente ni a 100 metros, ni a 500 ni a un kilómetro.

Puntualizo lo anterior, porque he escrito ya varios artículos sobre este político venezolano, que en lo personal y revolucionario me harta. Fastidia pues.

No discuto con nadie, que Aristóbulo tenga en sus genes como político alguna habilidad para dejarse ver. A decir verdad, no este dejarse ver, como habilidad, una importante cualidad en un político venezolano, sino más bien una lamentable enfermedad endémica de nosotros, que nos impide ver y dejarnos sentir. No sabemos ver y menos, dejarnos sentir.

Si alguien me pidiera un indicador para medir la eficiencia y eficacia de esta "revolución" que yo desearía lo fuera, no tendría dudas en seleccionar uno. Uno nada más: ¡Aristóbulo! A través de este indicador, puedo calcular como esta "revolución" se agota.

Acaba de salir del ministerio de las comunas. ¿Hay algún hecho, dato, situación o evento que pueda guardarlo en mi memoria y recordarlo el año que viene, como prueba que por este ministerio pasó alguna vez Aristóbulo Istúriz? ¿Hay algún hecho que me permita recordarlo como ex ministro de educación o como Vicepresidente Ejecutivo de este país?

Si hay una señal de este tipo, que uno pueda sentirse orgulloso de esta revolución y con el sello de Aristóbulo Istúriz, no la conozco. Asumo sin titubeos mi total ignorancia. Pero espero yo, que alguna otra habilidad deba tener Aristóbulo Istúriz para opacar a cualquier otro docente venezolano militante de la revolución, que bien pudiera ocupar la jefatura del ministerio de educación sin la necesidad de utilizar a este señor por segunda vez y sin ninguna marca o merito que ofrecer.

Como ciudadano que vive –creo- en la Nueva Barcelona del estado Anzoátegui, soy de la idea, que Aristóbulo es una estafa en cualquier responsabilidad en la administración pública.

Estuvo aquí como gobernador y protector. Ni lo uno ni lo otro. Prometió un estado Anzoátegui potencia y de eso no hay ni una sola evidencia. Nada. Prometió un "estado comunal" y un concejal en Puerto la Cruz y Barcelona -por ejemplo-, tiene mucho más poder para imponer sus intereses en una ordenanza de presupuesto que cinco a diez comunas juntas. En su estadía en la gobernación, un Director de Presupuesto tenía mucho más poder o capacidad de decisión para orientar la Ley que pauta el uso de los recursos que recibe la gobernación por concepto de situado y por los aporte de FCI, que veinte o treinta comunas registradas en el estado Anzoátegui.

En una cosa no tan estratégica para el protagonismo democrático, como el presupuesto participativo, no hay un cuentico que echar en Anzoátegui en el cual salga Aristóbulo como personaje principal de este cuento. Alguien pudiera decirme: ¿Y eso de gobierno de calle? Le diría que esa fue una terapia colectiva que se ingenió esta "revolución" para bobos.

No puedo decir con detalles y argumentación, que Aristóbulo se recuerda en Anzoátegui porque apoyó en su desarrollo a una comuna –una solita-, que hoy puede ser reconocida como una semilla de eso que Chávez con desespero y angustia solicitó: Comuna o nada.

No hay en toda la geografía del estado Anzoátegui un proyecto socio productivo –uno nada más- que tenga el sentido de ser un semillero del estado Anzoátegui potencia con la firma de Aristóbulo Istúriz. No hay una escuelita –una sola- que sea un modelo de una escuela en la cual se haga visible el protagonismo del pueblo y la figura de Aristóbulo como maestro. Una escuelita para mostrarla como un dato y que nos recuerde a un Aristóbulo, siendo una vez ministro de educación y gobernador de Anzoátegui, antes de ser nuevamente ministro de educación.



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Claudio Dominguez


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