Del latín conscientem, conscientia (com-con y scire-saber), con conocimiento. En una traducción literal "que se da cuenta de su existencia, sus sensaciones, sus pensamientos y su ambiente".El Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora nos dice que la palabra consciencia tiene definición en muchos sentidos: tautológico, metafísico y místico.
En la primera acepción: "Consciencia es darse cuenta de las cosas", por ejemplo, formarse una idea objetiva de lo que ocurre en su comunidad, a través de la información diversa que recibe; en el segundo caso, la interpretación se refiere a: "La autopresencia del sujeto", es decir, saber quién se es y su ubicación en tiempo y espacio; en el sentido místico: "Consciencia es la voz íntima del ser" o la voz de la conciencia, un hombre de conciencia recta no comete actos reprobables.
Una acepción más es la fisiológica, cuando se relaciona el estar consciente como el estado de vigilia o simplemente despierto, una persona cloroformizada recobra la consciencia al cesar los efectos del anestésico, o cuando despierta cada mañana después de dormir durante la noche.
Pero el término consciencia no se agota aquí, también tiene abordaje desde la epistemología, la psicología cognitiva o la sociología del conocimiento.
La consciencia entonces, tiene que ver con el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno. En las personas, la consciencia implica múltiples procesos cognitivos interrelacionados. Es el saber de sí mismo, el conocimiento interior, profundo, más allá de lo mental, que espiritualmente tenemos de nuestra propia existencia, estados o actos. La consciencia tiene que ver por supuesto con lo ético es decir, los juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones.
La consciencia puede también ser definida como el estado cognitivo no-abstracto que permite la inter actuación, interpretación y asociación con los estímulos externos denominados realidad. La consciencia requiere del uso de los sentidos como medio de conectividad entre los estímulos externos y sus asociaciones.
El término consciencia que nos ocupa es una forma superior de comprensión, propia tan sólo del hombre, del reflejo de la realidad objetiva. La conciencia constituye un conjunto de procesos psíquicos activos que conduce al hombre a comprender el mundo objetivo y su ser personal. Surge en relación con la actividad del hombre, en la esfera de lo social y se halla indisolublemente vinculada a la aparición del lenguaje, que es tan antiguo como la conciencia. El lenguaje ha ejercido una influencia enorme sobre el desarrollo de la conciencia, sobre la formación del pensar lógico y abstracto.
Únicamente en el proceso de las relaciones sociales que los hombres establecen entre sí, llegan éstos a hacerse cargo de las propiedades de los objetos, a descubrirlas, a darse cuenta de su propia relación con el medio circundante, a destacarse de este último, a organizar una acción orientada sobre la naturaleza con el fin de subordinarla a las propias necesidades.
La consciencia es un producto del desarrollo social y no puede existir al margen de la sociedad. El pensamiento abstracto y lógico, vinculado al lenguaje, no sólo permite reflejar el perfil externo, sensorial, de los objetos y fenómenos, sino además, comprender su alcance, sus funciones y su esencia.
Sin la comprensión y sin el saber que están unidos a la actividad histórico–social y al lenguaje humano, no hay consciencia.
Cualquier imagen sensorial del objeto, cualquier sensación o representación forman parte de la consciencia en la medida en que poseen un determinado sentido en el sistema de conocimientos adquiridos a través de la actividad social.
La consciencia también es un complejo de vivencias emocionales basadas en la comprensión que el hombre tiene de la responsabilidad moral por su conducta en la sociedad, estimación que hace el individuo de sus propios actos y de su comportamiento.
La consciencia no es una cualidad innata, está determinada por la posición del hombre en la sociedad, por sus condiciones de vida, su educación y se halla estrechamente vinculada al deber. El deber cumplido produce la impresión de "consciencia limpia"; la infracción del deber va acompañada de "remordimientos de consciencia". La consciencia, como activa reacción del hombre en respuesta a las exigencias de la sociedad, constituye una poderosa fuerza interna de perfeccionamiento moral del ser humano.
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Lee que algo podría quedar:
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https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/musicoterapia-632/consciencia-13141
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https://revistas.upr.edu/index.php/dialogos/article/view/13159