Después de la victoria de nuestra joven revolución, en la batalla del 3 de Diciembre.
Me embriagaré de nostalgia con el vino de la alegría...
Me recostaré en mi lecho y le daré rienda suelta al sentimiento.
Antes de que el sueño me venza...
Rogaré a la vida... que me conceda el deseo de dirigir mi sueño...
Como Bee thoven a una orquesta sinfónica. (No lo olviden, es mi sueño).
Será sólo por esta noche... ¡daría mi vida en ello!
Volaré por toda la América, cual pájaro que se libra del cautiverio.
No seré el Turpial, tampoco seré el hornero... seré el ave desconocida...
Si me preguntan por los colores de mi plumaje o mi forma de volar...
Sólo les puedo contar, que ha nacido el ave de la Patria Grande...
Que llegó de un lugar que se llama Libertad.
Que posee la magia de volar en el tiempo.
Gracias a ello, me posaré en la noche en la guitarra de Alí Primera...
Para que esta noche el cantautor cante como en el cielo.
Continuaré mi vuelo y me dejaré acariciar por las manos de Guaicaipuro...
cuando era sólo un niño.
Volaré hasta el monasterio de San Jacinto, para buscar a la negra Hipólita...
Para agradecer con mi trinar, su cariño por Don Simón.
Poder llegar a la barca de Miranda, para con mis alas... acariciar a la bandera.
Que Don Francisco, al oír mi melodía, comprenda que la patria lo espera.
Volaría para pedir ayuda, a todas las aves de nuestra América...
Para que todas juntas eliminemos las fronteras.
Traer en mi pico una carta de Látigo Chávez...
Donde le dice a nuestro Comandante un secreto bien guardado:
“Hugo...yo sabia que tu naciste para salvar a la patria...¡¡La Patria Grande muchacho!! Poder quedarme para siempre en mi sueño... para decir adiós a la vida. Para poder ver a mi tataranieto decirle a su madre:
“Mamá, mamá... el abuelo de mi abuelo... acarició un día la Utopía”
