Primeramente, me permito desearles a todos mis lectores y lectoras que tengan un feliz año 2019, lleno de dicha y felicidad en compañía de los suyos, y que este año nos depare un destino y futuro mejores, pese a los señalamientos de algunos que pretenden sumirnos en la desesperanza y el pesimismo.
Evidentemente este artículo lo iniciamos con nuestras primeras apreciaciones sobre la coyuntura que comenzamos a afrontar desde bien temprano durante este año 2019.
Desde hace varias semanas, los partidos, grupos, alianzas, movimientos y personalidades, que detentan la franquicia de la oposición en Venezuela, impulsada por la mayoría de los medios de comunicación y por el mismo gobierno, han venido señalando la aparición de unos escenarios particulares a partir de dos eventos constitucionales, que deben producirse a comienzos del año nuevo. Se trata, por una parte, de la instalación de la Asamblea Nacional (AN) para el desempeño de su tercer año de actividades, lo que conlleva a la elección y toma de posesión de las nuevas autoridades del Poder Legislativo venezolano el venidero 5 de enero. Por otra parte, cinco días después, debe producirse la toma de posesión de Nicolás Maduro, para su segundo mandato como Presidente de la República, luego de haber sido electo el 20 de mayo del año en curso.
Dos hechos de importancia real, que deberían ser cotidianos en cualquier régimen democrático, son presentados, por una mayoría de los operadores políticos, como situaciones coyunturales definitorias de lo que será la suerte del país en el futuro inmediato y mediato. Las causas de este fenómeno radican, por un lado, en que la presidencia de la AN debería ser ocupada por un dirigente de Voluntad Popular (VP), según un acuerdo efectuado hace tres años entre los partidos integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática, alianza opositora actualmente inexistente dada la disgregación ocurrida entre sus integrantes. Colocar a VP a la cabeza de la AN pareciera presagiar la continuidad y profundización de las acciones extremistas de la misma; sería como volver a enero de 2015 y repetir todo el fracasado proceso habido. Este escenario de confrontación planteado, nos preocuparía sobremanera.
A ello no hay que descuidar el escenario planteado a finales de año, que producto de la falta de entrega de perniles y otras promesas incumplidas, y utilizando como fachada el descontento social que hay en la población, ya ha habido algunos ensayos de nuevas acciones terroristas o guarimbas, algunas llegando muy cerca del propio Palacio de Miraflores. Todo ello para medir y evaluar la capacidad de respuesta de las fuerzas bolivarianas.
Evidentemente, el guión que cumplirá Juan Guaidó una vez asuma la presidencia del actual parlamento en desacato será la de desconocer a Nicolás Maduro como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, , y en el marco del retiro de embajadores de gobiernos de países del denominado Grupo de Lima, por lo que procederán a encargar de la Presidencia de la República a Guaidó por ser el titular del Poder Legislativo y procediendo a la convocatoria de elecciones presidenciales el 10FEB2019, todo ello a través de una interpretación sesgada y tergiversada del artículo 233 del texto constitucional, pese a que ya hay jurisprudencia pacífica y reiterada que ha dirimido dicha controversia. La apertura de un Gobierno de transición de estas características sería reconocido por la administración Trump y países aliados de EEUU.
Los escenarios de potenciales amenazas pasan desde el fenómeno del enjambre sísmico que ha venido ocurriendo en los últimos días en la región central del país, y que tal situación que pudiera devenir en la ocurrencia de desastres naturales, hasta el impulso de campañas mediáticas tendientes a favorecer un clima de violencia y reactivación de toda una agenda de conflictividad social cuyo desenlace sea el derrocamiento del actual Gobierno y Revolución Bolivariana. Todo ello conduciría a la generación de condiciones para la justificación de una eventual intervención militar extranjera de tipo "humanitaria" sobre Venezuela.
Estamos en horas cruciales, donde hay elementos que cocinan la salida del actual Gobierno por cualquier vía.
La ofensiva del imperialismo en estos comienzos del año 2019 será con todo. Si el Presidente Maduro no genera cambios radicales en su entorno o equipo político, los van a joder, y con él a todos nosotros y nosotras. Muchas personas de su entorno cercano están robando parejo y traicionándolo, contribuyendo a la destrucción del legado de Chávez, a fin de mantener sus grandes fortunas amasadas y poder disfrutarlas, por lo que un escenario de entrega de la Revolución no estaría descartado. Mirémonos en el espejo de Brasil, Lula preso pagando las corruptelas de su entorno y Dilma totalmente disminuida. El PT en Brasil fue decapitado prácticamente, y si no se toman los correctivos a tiempo, así joderán al PSUV.
No obstante, Maduro tiene varias cartas bajo la manga por jugar, por lo que aún mantenemos la esperanza en su sabia conducción y liderazgo, el cual le ha tocado realizar en tiempos particularmente complejos y de tormenta. A su debido momento las iremos develando.
Así iniciamos este año 2019.
Bolívar y Chávez viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen.
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
¡Hasta la Victoria Siempre!