Desempeño ético y técnico en el nuevo gobierno de Maduro

Ya Maduro asumió su segundo período, atrás quedaron las reprobaciones a tal acto, internas y externas, así como quedaron atrás los otros tantos "maduro vete ya" aupados a partir aquel diciembre de 2015 cuando la oposición ganó las elecciones a la AN y prometió sacarlo de la presidencia en seis meses, todo es pasado.

A estas alturas, tirios y troyanos, lo que debemos desear es que el período presidencial iniciado tenga más luz que oscuridad, luz que se evidencie en el ejercicio de una gestión pública eficiente, eficaz y menos señalada por vicios de corrupción. Eso debemos anhelar. Una gestión pública que vitalice el funcionamiento de la sociedad, que la exhiba límpida, vivible y siempre apetecible para propios y extraños, que dé cuenta de lo que podemos o no podemos lograr. Ella debe ser la mejor expresión del ejercicio de la política.

La administración pública que tenemos, en sus prácticas en gran medida no ha dejado de ser la de antes, de hace veinte años atrás pese a las muchas buenas intenciones para mejorarla. Se crearon ministerios, nuevas empresas del Estado, se cambiaron denominaciones a instituciones, se hicieron leyes, se crearon cooperativas, y las misiones, instancia principal que cabalgaría por encima de la institucionalidad casi necropsiada e incidir en la eficiencia de la gestión del gobierno, pero con la proporción de todo el esfuerzo invertido en ello, se logró muy poco. Resultados que tienen que ver con la indebida atención a lo medular del sistema de gestión: la formación permanente de todo el caudal humano que alberga las instituciones públicas, una de la más grande de América Latina. Una formación dirigida al Desempeño Ético y Técnico. Eso no pasó, por lo cual las prácticas viejas solaparon el ejercicio de los nuevos jefes o de los sencillos funcionarios y funcionarias en todos los niveles. No se qué hicieron los planificadores en esa materia, pero nada se vio, tal vez algunos en esa área, a juzgar por lo que si se vio, pensaron erróneamente que con las consignas se hacía gestión, por ejemplo se pretendió crear sentido de pertenencia con "PDVSA ahora es de todos", en tanto los grandes jefes horadaban las arcas de la empresa, así como otras frases célebres, por ejemplo: "socialismo es eficiencia"; está se repitió y en diferentes niveles de gobierno a lo largo del país, muy distante de las practicas reales de quienes la promocionaban. Contradicciones inexcusables en revolución.

Eso es lo que tenemos para construir el socialismo, después de quince años de que Chávez lo señalara como el camino.

Con ese panorama, y puesto en marcha el programa de recuperación, crecimiento y prosperidad ¿Podrán mejorarse los entuertos de la administración pública para que tribute a los fines del mismo?

Para meterme en esa arena movediza, por demás llena de contrasentidos en la coyuntura que vivimos, recurro al comportamiento que tuvo la cultura mandarín para sacar a flote su aparataje de gestión, particularmente China por su acercamiento comercial y político con nuestro país, devenido en estos tiempos. Los herederos de Confucio no vacilaron en apelar a sus postulados fundamentales para sustentar su sistema de gestión, sobre todo en lo atinente a lo ético, a la dedicación en la mejora del gobierno y a la claridad de que el gobierno trabaja para el pueblo. Él lo precisaba así: 1) El administrador deberá ser de una conducta intachable y sin egoísmos; 2) La mente de un gobernante siempre debe estar trabajando, para mejorar de alguna manera su gobierno sin preferencias de ningún tipo; y 3) Se trabaja hacia un pueblo, por lo cual el gobernante debe tener un amplio criterio de resolución de problemas y de imparcialidad entre funcionarios.

Cuanto debemos aprender. Entrar a la administración pública en China no es un regalo que da un amigo, compadre, o autoridad del partido sin medir destreza, habilidades y conocimiento inherentes al cargo a desempeñar.

A propósito del nuevo gabinete ministerial vale la pena sugerir a los encargados de proponer nombramiento en las diferentes instituciones, formularse la siguiente pregunta: ¿Cuáles condiciones debería poseer quienes opten a ingresar en la administración pública? ¿Cuáles habilidades y destrezas y conocimientos debe demostrar en su desempeño para mantenerse en su cargo?

Hay que profundizar en ello, pero como el ejercicio de gobierno es ya, es elemental tener presente que estos nuevos funcionario deberán tener un peso específico que se debate entre lo ético, la dedicación y entrega para mejorar a cada instante la gestión, y tener claro que su trabajo es para el pueblo, postulados de Confucio consustanciales con los ideales de gestión pública que pregonó también Chávez.

Estas consideraciones, así como otras muchas bien intencionadas, nuevos funcionarios de gobierno solo pretenden abonar a la estructuración de programas de formación para el ingreso y mantenimiento de personal en la administración pública. Recordemos la necesidad impostergable de mejorarla para que tribute a los fines del cumplimiento del programa de recuperación, crecimiento y prosperidad, y todos los que deban venir para que la revolución rescate el porcentaje credibilidad perdida por causa de tantos funcionarios de pacotilla.



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Aquileo Narvaez Martínez


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