Epígrafe Padre únicamente puede haber uno solo, y el de Venezuela y otros cuatro países más fue Simón Bolívar, el único, el incomparable, el excepcional. Para el logro de tan inigualable y trascendental hazaña, fue preciso la realización de una gesta que solamente un super-hombre como él podía realizar. La misma constó, en sus esforzados 20 años de lucha, de 11 campañas militares, 36 batallas en las que participó como un soldado más y 472 combates realizados bajo su directa conducción. Por eso el general San Martín dijo una vez del Padre de la Patria: "Puede afirmarse que sus hechos militares le han merecido con razón, ser considerado el hombre más extraordinario que ha producido La América del Sur". Y Don Andrés Bello, el príncipe de las letras latinoamericanas, informaba, en una carta dirigida al héroe suramericano, lo siguiente: "La Europa que años ha, mira a vuestra excelencia como el carácter más glorioso de nuestra época". Y por su parte, en Pucará el 17 de junio de 1825, Choquehuanca le dedica, entre otras ofrendas verbales y demás emocionados y justos reconocimientos: "…para imitaros sería preciso que quedara un mundo sin liberar". Por eso, bien difícil la tienen quienes se empeñan en comparar a hombres que pudieran tener algunos méritos, pero que jamás alcanzarían igualar las homéricas hazañas que, en todos los campos, alcanzara el Libertador. En este sentido, pues, debe tenerse en cuenta que comparar a Bolívar con cualquier otro personaje, por muy ilustre que sea o haya sido, es atentar contra su gloria y crear fricciones y desacuerdos entre los venezolanos en momentos en que debemos estar todos estrechamente unidos.
Ojo pelao, este gobiernito de polichinela va a querer entregarles a los gringos la faja del Orinoco; es más, los gringos van a querer hacer y obtener con la ayuda de este gobiernito, todo lo que no han podido hacer ni obtener del presidente Maduro. A la primera actuación de estos sujetos que constituya una usurpación de funciones, debían ser detenidos, hechos presos, para no dejar que esta farsa siga tomando cuerpo. La cuestión es más grave de lo que a simple vista parece.
Nadie duda, y el que esto escribe menos de la insustituible importancia y necesidad del diccionario; de su enorme e insustituible utilidad e irreemplazable función de recoger en sus páginas los vocablos y términos en uso y de indicar el significado de éstos y de su correcta ortografía y pronunciación. Lo cual de ninguna manera quiere decir, por supuesto, que se trate de algo absolutamente infalible y que, por consiguiente, no esté expuesto a equivocaciones e incluso a errores.
Y esto último no sólo lo decimos nosotros, que en relación con este tema sólo somos unos diletantes, un asomao, pues. Lo dice también, entre otros, el profesor Alexis Márquez Rodríguez. Un distinguido especialista de la lengua, con quien se puede disentir en relación con muchos temas, incluso en lo relativo a la lamentable posición política adoptada por él en los últimos tiempos, pero lo que no se puede negar es que se trata de uno de los más esclarecidos y sobresalientes conocedores de nuestro idioma, no sólo de Venezuela, sino también de todo el mundo hispanohablante en general.
¿Qué no dice este eminente Profesor en relación con tan importante asunto? En un artículo publicado en su leída y amena columna "Con la lengua" del diario El Nacional, titulado "Gloria y miseria del diccionario, de fecha 27-10-85, nos decía lo siguiente:
"Desde luego, que el uso del diccionario es imprescindible. Nada puede sustituirlo, por ejemplo, cuando se trata de saber exactamente el significado de una palabra. O su correcta escritura. O su justa pronunciación. Pero los diccionarios –aun los mejores- presentan problemas que es necesario tomar en cuanta (…)
En primer lugar, muchas veces la definición de un vocablo no es satisfactoria, por insuficiente, por equivocada, por oscura e imprecisa y por muchas posibles razones más. Ello no debe alarmarnos, ni decepcionarnos, primero, porque ningún diccionario es ni puede ser perfecto; segundo, porque de todos modos el diccionario podrá servirnos de guía, que es, precisamente, su misión. No de manera absoluta, desde luego. Pero casi siempre con bastante eficacia. Ahora bien, nunca debemos acercarnos al diccionario, ni mucho menos invocarlo, como una autoridad indiscutible". Y más adelante remata con lo siguiente:
"En resumen, el diccionario es un instrumento sumamente útil, y a veces necesario. Sin embargo, debe hacerse con cuidado, teniendo siempre presente ciertas reglas o principios que podríamos resumir así: 1) Ningún diccionario es perfecto ni completo. Muchas definiciones pueden ser confusas, inexactas y aun equivocadas. 2) Ningún diccionario posee autoridad absoluta sobre el léxico.
¿Por qué nos tomamos la molestia de transcribir parcialmente este artículo que, en relación con el diccionario escribiera con su habitual lucidez el ilustre profesor Alexis Márquez Rodríguez en el mencionado diario capitalino? Por lo siguiente:
Desde que me conozco, y de eso hace ya unos cuantos añitos, jamás habíamos escuchado a nadie pronunciar la palabra "concejala". Y eso, pese a que había personas del sexo femenino desempeñándose en esas funciones, es decir, como concejales. ¿Por qué? Sin duda porque había personas instruidas que sabían que se vocablo era un tremendo dislate, un dislate que atentaba no sólo contra la elegancia de la lengua y el buen decir, sino también porque era un disparate sin sentido alguno. Y otras, la mayoría, porque intuían la ilegitimidad de la palabreja.
Esta situación se mantuvo hasta que la conductora de un programa de televisión –lo que de paso demuestra el daño que estos medios pueden hacer en manos irresponsables-, basándose tal vez en el diccionario y creyendo seguramente que con ello lograba una importante reivindicación para la mujer, se le ocurrió mencionar el vocablo de marras. Concejala, dijo en esa oportunidad, no recuerdo a propósito de qué la pronunció. Pero el hecho es que de allí en adelante, quienes no se atrevían a pronunciar esa mala palabra, se sintieron como autorizados para hacerlo. Por lo que a partir de allí, repito, y especialmente en las recientes elecciones de concejales, se ha desatado una verdadera orgía, una especie de apoteosis del mal gusto, y ya casi no hay quien se refiera a esos comicios y a sus resultados que no hable, engolando la voz, de "concejala".
Pero ¿por qué decimos que el sustantivo femenino "concejala" es una aberración lingüística, un término espurio? Por varias razones. Una de ellas consiste en que se trata de hacer derivar esa palabra del sustantivo masculino "concejal". Lo cual, a nuestro juicio, es sin duda un error. Y lo es por lo siguiente: casi todos los sustantivos, con excepciones tales como artista, cantante, edil, fiscal, juez y otros muchos más que carecen de género, poseen, desde el punto de vista de éste, una contraparte. Y así vemos que la contraparte del sustantivo femenino trabajadora, es trabajador; el de diplomática, diplomático; el de jugadora, jugador; el de maestra, maestro; el de profesora, profesor, y así sucesivamente.
Ahora, de acuerdo con este razonamiento, lógico por lo demás, ¿cuál sería el masculino de "concejala"? Si queremos ser coherentes tendríamos forzosamente que reconocer que ese masculino no podría ser otro que "concejalo" y decir: "el concejalo Luis Pérez se juramentó esta tarde". Y sin embargo, los partidarios del adefesio idiomático, o sea de "concejala", serían incapaces de expresarse de esa manera. Y tendrían razón, porque tanto concejala como concejalo constituyen unos disparates de colosales dimensiones.
Pero eso no es todo, porque por ahí hay un refrán que dice "que lo que es bueno para el pavo es bueno para la pava". Y otro que afirma que lo que es igual no es trampa. Y este es el caso de edil, por ejemplo. Edil se refiere a quienes desempeñan las mismas funciones que ejercen el o la concejal; es exactamente lo mismo, un sinónimo. No obstante, si apeláramos al mismo criterio que se utiliza para formar el femenino de concejal, esto es, agregándole una "A" al final de edil, entonces, para ser consecuentes con el citado criterio tendríamos que decir…"la edila María Carrasco se ausentó temporalmente de su cargo". Lo cual, y en esto tendrán que convenir con el autor de esta líneas, no es muy ortodoxo ni muy válido que se diga.
Pero volviendo a lo anterior, algunos se preguntarán ¿por qué concejalo y no concejal tendería que ser la contraparte obligada de concejala? Por la sencilla razón de que concejal lo mismo que edil carece de género. Este sustantivo pertenece a los denominados ambiguos. O en otras palabras, a los que como los ya citados, o sea, como cantante, artista, juez, fiscal, edil, carecen de género, y sólo lo obtendrán según sea el artículo o adjetivo con los que se acompañen: el o la cantante, el o la artista, el o la juez, el a la fiscal, etc.
Pero hay más todavía, que para una más fácil comprensión de lo dicho es conveniente regístralo. Se trata de que es norma aceptada que los femeninos se forman de los masculinos agregándole una "A" a los sustantivos que terminen en consonante, que en el caso que nos ocupa es "L". Únicamente en esto ese sustantivo, concejal, se ajusta a esa norma. Por cuanto a lo demás, a lo relativo al masculino, es evidente que escapa a la indicación señalada por la citada regla. Ya que como lo hemos repetido varias veces, concejal carece de género. Hecho que, por supuesto, lo inhabilita por completo para que de él se pueda formar el femenino.
Todo lo anterior no tiene otro propósito que el de alertar acerca de expresiones y giros idiomáticos que en lugar de enriquecer ese hermoso tesoro que es nuestro idioma, lo que hacen es empobrecerlo y, en no pocas ocasiones, hasta desnaturalizarlo, lo que no deja de ser altamente preocupante. No sólo porque con ello se incurre en un alevoso culturicidio, sino porque también, al hacerlo, se contribuye a degradar un envidiable patrimonio que, como nuestra lengua, es una de las más versátiles, dinámicas y hermosas del mundo.
NOTA: El siguiente es parte de un discurso pronunciado por el amigo Darienzo con motivo del día del idioma, y que se nos olvidó incluir en el artículo titulado "El genio de la escatoloplasia": Por considerarlo de un alto valor pedagógico y de una invalorable contribución al perfeccionamiento y enriquecimiento de nuestra lengua, no podemos sustraernos a la tentación de incluirlo en esta nota. La siguiente es la parte mencionada del citado discurso:
El cuadrante tangencial –decía Darienzo- de la hipotenusa cuadricular, es el resultado de la multiplicación del factor trivalente por el cociente coloidal del mesenterio tripanosónico . Todo lo cual nos lleva a la conclusión inevitable de que si el radical octavo se combina aleatoriamente con los primigenios totalizantes, nos daría, indefectiblemente, un resultado eminentemente onomatopéyico y omnipresencial, de eso no cabe la menor duda.
NOTA: Presidente Maduro, estoy incondicionalmente con usted y con los valientes soldados de nuestra gloriosa fuerza armada bolivariana en la defensa a muerte de nuestra patria. Y lo que lamento profundamente es que por razones de edad y algunos problemas de salud, no poder estar en la primera línea de combate, en los puestos más avanzados de nuestra defensa, para contribuir a la derrotas de unos delincuentes internacionales que quieren poner su sucias garras en el sagrado suelo venezolano.
Sin embargo, ya veremos que hacemos, porque de presentarse una situación como la que se está anunciando, y que ojalá no se produzca, porque somos sinceros amantes de la paz, pero de presentarse, repito, algo tendremos que hacer. Y eso, porque ante un hecho de esa naturaleza, que decretaría la desaparición misma de nuestro país como nación libre e independiente, nadie que haya nacido en Venezuela puede permanecer indiferente. Ya que quien lo haga, no sólo se hará indigno de llamarse venezolano, sino que también se hará acreedor al rechazo de sus compatriotas y al vergonzante repudio de la historia.
Como ya lo han dado a conocer los indeseables integrantes del grupo de Lima, éstos, por disposición del amo del norte, se disponen a desconocer al gobierno del presidente Maduro. Justifican su servil actitud alegando una supuesta ilegitimidad de su gobierno, el cual, según ellos, fue electo en un proceso electoral en el cual no participaron los partidos de la oposición. Aparte de que ese argumento es falso por cuanto cuatro de sus integrantes tomaron parte en esas elecciones como candidatos, está el hecho ampliamente conocido de que si no participaron fue porque no les dio la gana; porque con esa abstención de carácter conspirativo, pretendían legitimar las acciones terroristas que la oposición misma estaba promoviendo y protagonizando en las calles de Caracas y del interior del país. Por eso fue que no participaron, pero no porque nadie, y menos el gobierno de Maduro, se los haya impedido. Además, ¿quienes son ellos para entrometerse en los asuntos internos de Venezuela? ¿Quiénes son para legitimar o deslegitimar el gobierno de nuestro país?
Ahora, si de gobiernos ilegítimos se trata, el de Donald Trump se lleva todos los trofeos. Ya que como también todo el mundo sabe, en ese disparatado país las elecciones las ganan, no los que obtienen más votos sino curiosamente los que sacan menos sufragios. Algo que vulnera brutalmente un principio básico de la democracia, que se basa en el predominio de las mayorías.
Hay que tener mucho cuidado, porque este gobierno de polichinela va a querer entregarles a los gringos la faja del Orinoco.