Malcom X (1925-1965), advirtió: "Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido". Este hombre estadounidense que le hizo frente al fascismo yanqui en su lucha contra el racismo, la discriminación y la defensa de los derechos humanos en EEUU, a los 39 años es asesinado en Nueva York, momentos antes de dar un discurso. Luego, Venezuela ha estado permanentemente en la óptica de los medios de comunicación social privados, tanto nacionales como internacionales, atacando la nación venezolana sin tregua alguna desde que la Revolución Bolivariana irrumpiera junto al comandante Hugo Chávez.
En este acecho criminal contra Venezuela el poder mediático se mantiene en su lucha desmedida contra el pueblo venezolano generando las más inverosímiles infamias hacia el gobierno legítimo y constitucional de Nicolás Maduro. Debemos afirmar que, el tema de Venezuela es el tema que ha estado por más tiempo en los noticiarios internacionales de Latinoamérica y del mundo en general. Y, si somos inteligentes, nos daremos cuenta que todo lo divulgado por los grandes medios respecto a Venezuela, todo suele ser negativo. Pues bien, eso se llama "Guerra Mediática" o "Campaña Mediática" contra el Gobierno Bolivariano de Venezuela. (Recordemos siempre que los medios son la voz de las élites económicas).
El derecho a la libertad de opinión, expresión e información fue reconocido en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en fecha 10 de diciembre de 1948, en París. También ese derecho está reflejado y garantizado en el artículo 19 en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, al tiempo que se prohíbe toda propaganda a favor de la guerra, la incitación a la discriminación o la violencia, según lo tipifica el artículo 20 del mencionado Pacto. A pesar de la vigencia de estos instrumentos internacionales, aún está lejos la extinción del poder mediatico. El orden mundial de la comunicación y de la información, certifica que por lo menos el 80% de las informaciones son emitidas por los países ricos, situación que tiende a agravarse de manera abismal, entre otras causas, debido a la concentración de los medios en unas pocas multinacionales de la información, pues la visión fundamentalista propone que hay una sola política económica posible: satisfacer las expectativas de quienes toman las decisiones en el escenario global.