Vivimos un momento estelar lleno de desafíos para los destinos de la humanidad. Está surgiendo un Nuevo Mundo Multipolar que se contrapone al Pensamiento Único representado materialmente por las invasiones e imposiciones de los EEUU. Esa otra forma de relacionarse entre pueblos y estados se está abriendo paso por vías pacíficas, democráticas y civilizadas pero con posturas firmes y valientes cuando las circunstancias lo exigen. Es por eso que Venezuela deja la OEA a partir del 27 de abril del 2019.
El compromiso con el futuro de nuestra región y con el desarrollo de todos los pueblos del mundo nos obliga, en las actuales condiciones, a abandonar un organismo que fue creado para legitimar la Doctrina Monroe estadounidense. Esta filosofía que se fundamenta en el eufemismo de "América para los americanos", ocultaba lo que hoy se atreven a decir abiertamente. Que aceptan como "americanos" a los demás pueblos del continente, siempre y cuando nos subordinemos a ser su patio trasero.
Ocurre que nuestra historia no nos permite aceptar bajo ningún concepto semejante insolencia extranjera. Nuestra dignidad y nuestra soberanía son innegociables. Por muy fuerte que sea, no hay poder en el mundo capaz de doblegarnos. Por eso el mundo se pregunta como es posible que Venezuela que viene siendo atacada de mil maneras desde hace varios años, siga entera y de pie más allá de todas las agresiones y mentiras que se nos atribuyen. La respuesta es que seguimos por la senda de Bolívar cuando respondió en 1818 las insolencias del agente estadounidense J. B. Irving: "(...) Por fortuna se ha visto con frecuencia a un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos".
Sobre la OEA tenía razón el cubano Raúl Roa, el legendario "Canciller de la Dignidad" cuando la bautizó como "El ministerio de colonias de EEUU". Es que ya en 1961 la OEA, en nombre de la democracia, apoyó la invasión armada a Playa Girón para luego expulsar a Cuba del organismo en 1962 invocando esos mismos "valores democráticos".
La lista de silencios y complicidades de la OEA contra la democracia es escandalosa. Desde el mismo año de su creación (1948) guardó silencio ante el asesinato en Bogotá del líder colombiano Jorge Eliecer Gaitán y lo mismo hizo frente al golpe en Venezuela contra el presidente Rómulo Gallegos. Se omitió también cuando el presidente Joao Goulart de Brasil fue derrocado en 1964 y actualizaron su omisión en el 2016 mientras le daban el golpe parlamentario a la presidenta Dilma Roussef. Para la OEA, un preso político llamado Lula no existe.
Por acción o por omisión, la OEA ha venido siendo cómplice de casi todos los eventos políticos que han socavado o destruido la democracia en nuestro continente. Son 70 años de terrorismo, violencia y apoyo a las dictaduras en América Latina. No se manifestaron durante el golpe contra el presidente Chávez en el 2002 así como tampoco condenaron el atentado con drones que sufrió el presidente Nicolás Maduro en el 2018. Ahora que se ha convertido abiertamente en un instrumento del Hegemón, la OEA ha dejado atrás cualquier preocupación por las formas, cruzando todos los límites de lo aceptable en el derecho internacional. Ha llegado a tal punto que su secretario general, Luis Almagro, se ha colocado abiertamente a favor de una intervención militar en Venezuela. Se atrevió a afirmar el día 14 de septiembre de 2018 desde la ciudad colombiana de Cúcuta que, "en cuanto a intervención militar para derrocar el régimen de Nicolás Maduro, creo que no podemos descartar ninguna opción".
Percibiendo que la escalada contra nuestro país sería cada vez más abierta, el presidente Maduro tomó medidas. Apegándose estrictamente a las reglas de funcionamiento de la propia organización, como siempre lo hicimos, instruyó con dos años de antecedencia, el 27 de abril de 2017, que Venezuela de manera soberana, firme y plena como la luna llena, dejase de hacer parte de una institución que es apenas "un instrumento de dominación imperialista" como bien han dicho nuestros hermanos cubanos; que por cierto no la integran desde 1962.
El golpe y la farsa que para remate aplicó recientemente la OEA, ni nos interesa ni nos afecta, pero hacemos constar ante la opinión pública mundial la total y fraudulenta ilegalidad con la que expulsaron al representante legitimo de Venezuela ante ese moribundo organismo aceptando en su lugar a un supuesto representante del autoproclamado señor Guaidó. O sea, un don ninguno representando a un don nadie.
Con ese acto apenas descendieron aún más, no digamos de "nivel", cosa que no tienen esos grotescos y siniestros personajes. Son "polvo humano" como definió Trotsky una vez a lo fascistas.
Con la razón histórica de nuestro lado y con el apoyo de los pueblos del mundo. Venezuela se mantiene movilizada en unión cívico-militar en defensa de su sagrado territorio, dándole pleno respaldo a su gobierno. Por eso, La República Bolivariana de Venezuela convoca a todas las luchadoras y luchadores del mundo para que nos acompañen en esta decisión que ha dejado de ser solo nuestra para convertirse en la causa de la independencia y la soberanía de todos los pueblos de América. Así como cada persona tiene el derecho y el deber de hacerse respetar en su humanidad, todos los países del mundo tenemos el pleno derecho y el deber de hacer valer las leyes y tratados internacionales que consagran su derecho inalienable a la soberanía. Que seamos respetados y considerados como pueblos libres e independientes, sin que ningún país o coalición de países pretendan inmiscuirse o determinar nuestras políticas nacionales.
Al tomar esta decisión Venezuela se pone al frente como ejemplo para los demás países pero también como inspiración para cada una de las personas de nuestro planeta. Todas y todos nos merecemos una vida donde prevalezcan la dignidad, la independencia, la soberanía y la libertad. Luchemos por ella. Otro Mundo es Posible y Venezuela con hechos concretos y principios sólidos lo está demostrando.
Unidad de los Patriotas. Unidad de los Pueblos. Viva Venezuela! Viva la Patria Grande!
Leales Siempre, Traidores Nunca!