En la Comuna Socialista Altos de Lidice, en Caracas, una vanguardia popular libra la batalla cotidiana con esfuerzo propio, con creatividad, con constancia. Hacen el trabajo político para constituir sus órganos de gobierno, el próximo 8 de junio de este año 2019 eligen el parlamento comunal, de manera secreta, directa y universal; tienen constituida y funcionando una empresa de propiedad social comunal para el mantenimiento de la infraestructura de servicios y el reciclaje de desechos sólidos; la brigada de producción de alimentos ya inició los procesos de siembra; el comité de salud tomó peso y talla a todos los niños, niñas, adultos y adultas mayores de la comunidad para identificar los casos de desnutrición y priorizarlos en la distribución de alimentos, están próximos a abrir la Farmacia Comunal y atender a los pacientes de los Módulos de Salud, existentes en la Comuna, con medicamentos donados por diversas instituciones. La Escuela está integrada a la Comuna mediante los procesos de formación cultura, deporte y en la brigada infantil de comunicación. Son apenas algunos de los proyectos en marcha que desarrollan estos comuneros y comuneras.
Conceptos como la autogestión, producción endógena, propiedad social, contraloría social, democracia protagónica, Poder Popular no son meras consignas, son los instrumentos de la lucha diaria que libran estos comuneros y comuneras contra mil obstáculos y mil dificultades. Están empeñados en ser gobierno real ya que como ellos y ellas reivindican, la Comuna no es un movimiento social más, la Comuna es el territorio donde el pueblo se hace gobierno. Concepto profundamente Chavista, defendido a capa y espada por estos compañeros y compañeras, la mayoría jóvenes y mujeres.
Sin embargo, la batalla del pueblo, va más allá de las vanguardias organizadas, la libran los pequeños y pequeñas productoras empeñados en sembrar hasta con las uñas, para aprovechar las lluvias y producir alimentos; la están dando los trabajadores y trabajadoras contra la paralización de la producción y las suspensiones laborales, especies de despidos indirectos, que están aplicando grandes empresas en distintos estados; la libran los campesinos y campesinas del Hato Las Mercedes en Barinas que resistieron un intento de desalojo de sus tierras; la libran los y las pacientes en busca de los medicamentos que la agresión extranjera y los especuladores les niega; la dan las madres, jefas de hogar, para garantizar los alimentos básicos a su familia; la libran las educadoras y educadores que contra viento y marea logran llegar a sus aulas de clases "porque es un compromiso con sus estudiantes", como me dijo una Maestra que iba subiendo a pie, cerro arriba, allá en Lidice.
Son infinitas las batallas que está librando el pueblo venezolano. Nuestro pueblo es más grande que está compleja coyuntura. El pueblo venezolano es como un cuero seco, si lo pisan por un lado por el otro se levanta, como le cantaba Alí Primera.
Que nadie se equivoque, no confundan conciencia y paciencia con sumisión. El pueblo no se deja imponer un presidente de facto bajo la amenaza extranjera; pero tampoco está dispuesto a renunciar a sus derechos conquistados en revolución. Por eso pelea, por eso protesta, por eso se organiza y moviliza.
En esa batalla de todos los días, el pueblo va sumando fuerzas para un escenario de resolución democrática, popular, protagónica y revolucionaria del actual conflicto político.
Pueblo en Lucha
70 trabajadores de la empresa de fabricación de tubos Unicon, ubicada en Barquisimeto, sucursal de la trasnacional Acercelor Mittal, se niega a pagar el salario mínimo. Frente al reclamo sindical, ésta cierra la planta, aprovechando la falta de materia prima, e impide el acceso de los trabajadores. La clase trabajadora está en pie de lucha para que se les pague el salario legal que les corresponde y presentan alternativas de producción para activar la planta y preservar sus puestos de trabajo.