Estamos en un mundo muy mal gestionado

El imperialismo no es más que el control que unas empresas sumamente poderosas ejerce sobre los países del llamado "tercer mundo" o en vías de desarrollo a través de manoplas y mecanismo hegemónicos bien visibilizados y que van desde el Pentágono y la CIA, pasando por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e incluyendo la OTAN y los organismos financieros como el Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional FMI, y cuatro hojas más de etcétera, así como las multicolores ONG que fungen como representantes de la salvaguarda de la humanidad.

Aunque este dominio imperialista va más allá y ahí es donde debe irse para generar conciencia, que se pueda entender el entramado de esta maraña, pues es la única manera de liberarse y rescatar nuestra propia individualidad al salirse para siempre del rebaño de ovejas domesticadas que habilidosamente ha creado el capitalismo salvaje para ejercer su integral dominio de la especie humana.

Para comprender esta patraña infrahumana leamos el criterio científico de Carlos Marx. Según la filosofía marxista, en la sociedad capitalista la explotación es un dato objetivo que no arroja dudas, ahí están los esclavos asalariados. Sin embargo, no siempre los trabajadores y las trabajadoras tienen conciencia de dicha explotación, por lo que con frecuencia es necesaria una actividad de propaganda y de concienciación de la clase trabajadora.

La conciencia de clase consiste precisamente en este darse cuenta por parte del trabajador y la trabajadora de la existencia de la alienación económica, política, social y religiosa en la que vive en la sociedad capitalista. En esta concienciación de la clase trabajadora es muy importante la aportación de la filosofía ya que ésta desenmascara las explicaciones que los propios capitalistas dan para justificar la opresora sociedad capitalista, mostrando, por ejemplo el carácter social –no natural– de la propiedad privada de los medios de producción, o la esencial dimensión que tiene la vida productiva para la autorrealización, o la esencia y mecanismo de la alienación económica. La conciencia de clase es uno de los requisitos indispensables para la revolución y la liberación de la explotación del hombre por el hombre. Paradójicamente el hombre es el lobo del hombre.

Pues bien, en estos maltrechos escenarios que ofrece este mundo tan mal gestionado, un breve inventario de las instituciones globales revelan que en su mayoría no tienen ningún valor para escapar de los peligros que acechan, y son peor que inútiles en tanto que se ocupan de transmitir una falsa sensación de seguridad, cuando sabemos que vivimos en un mundo desbordado y casi incontrolable. La ONU es útil porque es el foro que ofrece a los miembros más pequeños y débiles de la "comunidad internacional" la ilusión de que tienen voz en la gestión de los asuntos mundiales, pero en la práctica su voz no tiene eco.

El BM y el FMI, estos gemelos que surgieron al término de la Segunda Guerra Mundial, se han ocupado de asfixiar las economías en el hemisferio sur sin desestimar otras latitudes. Operan bajo la égida de dar la mayor libertad para que el mercado opere sin restricciones de ningún tipo, legitimando las "democracias fascistas" de gobiernos como el de Argentina o Brasil, por ejemplo.

Las naciones, gobiernos o Estados, independientes, libres y soberanos, en aras justamente de su autodeterminación como pueblos en los que prevalece lo social por encima del armamentismo, los monopolios y los oligopolios, tropiezan con los intereses criminales y el terror que ha generado el imperialismo. En Venezuela más del 75% del presupuesto es utilizado para el gasto social, he aquí un ejemplo en el que la especie humana está por encima del poderío económico, y donde por el contrario la economía está al servicio de la mujer y el hombre, de los niños, niñas, adolescentes, jóvenes, abuelas y abuelos.

Es innegable que la guerra (invasiones, agresiones, guerra sucia, satanización cultural, guerra mediática y cuatro hojas más de etcétera) se ha convertido en la justificación del hambre imperial por el petróleo y los demás recursos naturales.

EEUU califica de "enemigos de la libertad" a los gobiernos o Estados que no entren en sus planes y no sirven a la creciente voracidad de sus intereses; esa libertad inventada para justificar sus planes satánicos que tiene clara expresión en la neoliberal globalización de las despiadadas recetas económicas orientadas a estrangular a los pueblos que aspiran un mundo en paz y humanizado.

El consumo mundial va en aumento y el capitalismo salvaje no va a cambiar su modelo autodestructivo. Los complejos y destructivos sistemas creados por el capitalismo salvaje en su vorágine mercantilista e inseparable del consumo desmedido, modelo del que dependemos como especie y de los que dependen todas las demás especies, podrán soportar en el corto plazo una mínima tensión significativa, pero no para siempre. El tiempo se nos acaba y es un imperativo de la humanidad reaccionar ante esta barbarie que nos concierne a todos.

Ni las empresas gigantes ni las personas acaudaladas (burgueses, ricos, millonarios y multimillonarios) podrán, con independencia de los bienes que poseen, librarse de las consecuencias de la conclusión de toda forma de vida en nuestra madre Tierra, fatalidad que ellos mismo en su afán de lucro y ansias de poder, han creado.

Sea cual fuere la retórica dominante en la senda capitalista el mercado global no actuará a favor del medio ambiente ni a favor de los trabajadores y las trabajadoras del mundo hasta que éstos se hagan sentir contra toda forma de opresión. Es insostenible el sistema liberal de libre mercado y al mismo tiempo seguir tolerando la presencia de miles de personas sufriendo sin esperanza alguna la vorágine capitalista. Avanza inconteniblemente una quiebra ecológica y anarquía social.

Actualmente el sistema capitalista basado en el mercado y el consumo irracional no proporciona la felicidad, ni el consuelo ni un cierto grado de seguridad alimentaria, trabajo, educación salud, etcétera, a la inmensa mayoría de seres que conforman la humanidad, tampoco y obviamente lo hará en el futuro inmediato, no hay prácticamente futuro, pues está expirando literalmente. Son datos conocidos y debemos admitirlo. He allí la criminal cara imperial. Ante estos eventos es deber –repetimos—generar conciencia para contener la barbarie que ha generado el destructor sistema capitalista.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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