Chávez

Cada cierto tiempo los pueblos paren líderes para transformar su historia. Los procesos sociales van ocurriendo bajo las hojas hasta acumular tal sucesión de cambios cuantitativos que sobrevienen entonces las grandes transformaciones. Estos cambios cualitativos son las revoluciones.

En el seno del pueblo nacen muchos genios transformadores. Son los portadores del sentimiento colectivo de redención que se va convirtiendo con la experiencia de las luchas reivindicativas, en lucha superior por la construcción de una nueva sociedad. Así van surgiendo cientos y miles de líderes, héroes y mártires que van alimentando el camino hacia la definitiva liberación. Es la dialéctica de las sociedades basadas en la explotación del hombre por el hombre.

De esos miles de seres humanos llamados a dirigir al pueblo, va decantándose a través de las cualidades, virtudes y habilidades hasta llegar a la vanguardia, ese reducido grupo de mujeres y hombres que delinean la estrategia y definen la táctica para conducir al pueblo al triunfo revolucionario. Y, de entre ese pequeño destacamento de vanguardia, el pueblo escoge a su máximo líder.

Ese es Chávez.

Este muchacho de Barinas, fanático de la pelota, magallanero, amante del canto popular, buena gente como cualquier venezolano común, vivió un proceso de formación afectiva, psíquica, biológica, cultural, social y política, que lo llevó a asumirse en términos personales, como el responsable histórico de conducir los destinos revolucionarios de nuestro pueblo. Bien en serio que se lo tomó. En ello jugó un papel determinante su vínculo familiar con un personaje legendario de nuestra historia de rebeldía. De cierta forma, Maisanta hizo a Chávez.

Siendo Mayor del Ejército, felicitó a sus discípulos graduandos de Sub-Tenientes con una modesta esquela que él mismo elaboró: “ Yo sigo la gloriosa carrera de las armas, sólo por lograr el honor que ellas dan, por Libertar mi patria y para merecer las bendiciones de los pueblos, citaba al Libertador y proseguía: Con estas palabras que vienen retumbando de los Siglos, quiero resumir el sentir de mi gente en la feliz ocasión de haber recibido usted su grado de Subteniente del Ejército de Bolívar. .. Siga usted en el empeño heroico que solamente así podemos ser dignos de tal herencia… Adelante, hacia el Siglo XXI”. Era el 7 de julio de 1989.

La cita bolivariana habla por sí sola de una Doctrina social y política. Habla de una militancia comprometida con los pueblos. Habla de su razón para ser militar. Pero llama poderosamente la atención la consigna final “Adelante, hacia el Siglo XXI”. El hombre vislumbraba ese tiempo por venir.

En Chávez no hay pose de grandilocuencia como pretenden endilgarle los oponentes. Sus sentimientos y convicciones son genuinas. Lo que pasa es que su vocación de historia no la pueden soportar aquellos que sólo ven en la política la oportunidad de acceder a los privilegios del poder.

Tal vez tenga razón el poeta Neruda y los pueblos despiertan cada cien años. El pueblo de Venezuela ha despertado de tal manera, que el amanecer es un poderoso estallido de pasión patriótica y revolucionaria con profunda vocación de historia. En esas mieles liba el líder. De allí que todas las virtudes que identifican la idiosincrasia de nuestra gente, estén imbricadas en la personalidad de Chávez. ¿Y cuál más de ellas que el gran amor hacia el prójimo que siempre nos ha caracterizado?.


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Ildefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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